Los ríos del feminismo popular

Ali Divandari

Ali Divandari

El cuerpo de las mujeres es blanco privilegiado de las políticas colonialistas contra las que el continente latinoamericano intenta rebelarse, espasmódica pero tenazmente. Y los feminismos surgen dentro del corazón de los movimientos sociales y políticos recordando que no hay emancipación, no hay revolución posible sin desafiar también las reglas del patriarcado no sólo desde la teoría sino desde la práctica, en cada territorio, en cada comunidad. En el XXX Encuentro Nacional de Mujeres, los feminismos latinoamericanos tuvieron su protagonismo en charlas a cielo abierto que escucharon miles. Aquí, algunas experiencias, de Venezuela a Paraguay, de México a Colombia, corrientes feministas que fluyen con más fuerza que los ríos.

Por Claudia Korol

“Cuando te pregunto que por qué te llamas feminista / qué entiendes tú de la palabra esa en esta provincia escondida / tú me dices que te imaginas que tal vez, que ha de ser/ como cuando hay sed en este pueblo./ Cuando las mujeres acarrean las cubetas de agua / se ayudan todas, todas juntas todos los días/ por el mismo camino”.
Patricia Karina Vergara. Poeta feminista lesbiana de México.

Entre los ríos del feminismo que recorren Nuestra América, vienen fluyendo los del feminismo popular, que tienen sus fuentes en movimientos indígenas, campesinos, populares, que han venido protagonizando rebeldías frente al capitalismo colonial y patriarcal.

Son ríos que arrastran en su caudal piedras, algas, ramas caídas de árboles vecinos, donde por momentos parece enredarse y perder su fuerza, pero son parte de su color, de su identidad, de su movimiento. Son ríos que a veces confluyen creando una playa donde las olas van y vienen con memoria de luchas ancestrales, frente a los patriarcas conquistadores y colonizadores de todos los tiempos, que impusieron violentamente su “civilización”, sus religiones, saqueando para la corona ayer, y para las corporaciones hoy.

Son ríos convulsionados por las revoluciones que intentan los pueblos, por la sinuosidad de las búsquedas transformadoras, por las caídas que esos esfuerzos sufren, que a veces parecen interrumpir el sueño colectivo, pero que son momentos de los que las aguas regresan con mayor fuerza. Van y vienen en su recorrido, buscando andar al ritmo y en el vaivén de las mujeres del pueblo.

Uno de esos ríos que fluyen en el corazón del continente, es el que constituyen las mujeres, lesbianas, bisexuales, trans, travestis, que forman en Venezuela la “Escuela de Feminismo Popular, Identidades y Sexualidades revolucionarias”. Participando de su tercer encuentro nacional, tengo la oportunidad de dialogar con sus integrantes sobre los colores y sabores de ese feminismo popular. Lela Melero dice: “Lo llamamos feminismo popular, porque queremos diferenciarnos de un feminismo de derecha, elitesco, blanco, europeo, académico; que ha tributado a la lucha de las mujeres, pero desde una acera en donde nosotras no nos reconocemos. Es popular, porque es desde la comunidad, desde los sectores más marginados, desde las mujeres negras, pobres, que cuestionan la opresión desde la opresión y no desde un aula. Un feminismo que construye identidad y reivindica lo popular, pero lo cuestiona también, porque no todo lo popular es bueno. Es un feminismo con una identidad crítica, y crítica de sí mimo también”. Lela explica desde su experiencia: “La revolución bolivariana hizo un vuelco de 360º en la vida de mi barrio, de los sectores más marginados del país. Nos sacó a las mujeres de lo privado. Las mujeres en la vida popular nos hemos politizado. El tiempo libre se ocupó en el tiempo colectivo, del trabajo y del activismo, en la vida comunal, pero tenemos las dificultades propias de una sociedad en la que todavía es difícil participar. En el andar nos hemos dado cuenta que el feminismo debe ser sexo género diverso. Al ser una propuesta disidente, incluye a esas subjetividades”. Carmen Lepage agrega: “Nosotras vamos pendientes de quienes están en la base de la revolución chavista. Ahí queremos debatir, formarnos, y construir una vaina que está en tránsito, en construcción. No estamos pendientes de quienes ya tienen sus privilegios sólidos”.

Yolanda Saldarriaga, también aporta al paisaje de este río:

“Este feminismo popular, no se preocupa por crear categorías complicadas sino por hacer trabajo concreto en el territorio, y de aprender unas de las otras. Nos acompañamos de manera amorosa, afectiva. Desde la experiencia de educación popular, hemos venido creando la escuela de feminismo popular, un proceso organizativo que articula colectivos, organizaciones mixtas o de mujeres, de sexo-género diversidad, que pensamos que el feminismo que necesita el chavismo, el proceso revolucionario, es un feminismo del pueblo”.

Ellas recuerdan que fue Hugo Chávez, el primer presidente latinoamericano en asumirse como feminista. En el Encuentro de los presidentes y los Movimientos Sociales del ALBA, realizado en el Foro Social Mundial de Belen do Pará, en el año 2009, sorprendiendo incluso a las propias feministas Hugo Chávez expresaba: “Yo fui evolucionando en mi pensamiento. Yo ahora me he declarado feminista. Soy feminista. Y digo más. Creo con todo respeto, que un verdadero socialista, tiene que ser, feminista.”

La propuesta central del feminismo popular, en Venezuela, es la de creación de las comunas antipatriarcales, que inventan modalidades de poder popular, en las que el pueblo organizado autogestiona tanto el plano de la producción como de la reproducción de la vida (ver recuadro).

Un feminismo para defender la paz
Ramiro Zardoya

Ramiro Zardoya

En nuestro continente, el capitalismo héteropatriarcal y colonial, se ha impuesto violentamente a través de genocidios, guerras, invasiones, golpes de estado. Los cuerpos de las mujeres han sido un blanco principal de esas políticas. La feminista colombiana Paola Salgado Piedrahita, integrante del Congreso de los Pueblos, fue encarcelada junto a doce compañeros/as de su movimiento, en lo que es considerado un “falso positivo judicial” (lo que en Argentina se considera una “causa armada”). En el marco de su participación en la mesa de Feministas Latinoamericanas en Resistencia realizada en la Plaza de las Acciones Feministas en el Encuentro Nacional de Mujeres, Paola reflexionaba: “Somos trece mujeres y varones acusados en este juicio mediático como terroristas y rebeldes, pero la cara visible de alguna manera ha sido el rostro de una mujer feminista, acusada de ser “abortera”, “asesina de niños”, y que ahora “pone bombas en la capital”. No es gratuita la mediatización del cuerpo y la imagen de las mujeres, para seguir vendiendo la idea de que el enemigo está en cualquier lado, que puede tener rostro de mujer. Se acusa a través de este juicio, y se pone bajo sospecha, a las mujeres que se paran para decirle al Estado sus cuantas verdades, a las que defienden a otras mujeres que reclaman sus derechos, específicamente a las que defienden el derecho a abortar en condiciones legales y seguras. Una de las formas de estigmatizar al movimiento social ha sido ligarlo a la lucha armada, creando una excusa para luego ser encarcelados, asesinados, o desaparecidos. Este proceso también apunta a estigmatizar a los movimientos de mujeres, para neutralizar las denuncias de las mujeres que han sido victimizadas por la violencia sexual en el marco del conflicto armado, por parte de los grupos paramilitares y por parte de las fuerzas militares del Estado”.

Carolina Pineda, del Congreso de los Pueblos, recuerda a su vez que “la militarización del territorio afecta a las mujeres, incrementa la violencia sexual. Hace poco tiempo salió el caso de los militares norteamericanos que violaron a muchas niñas. La presencia de los batallones en cada una de las regiones, lleva a que se fragmenten los vínculos sociales, familiares, pero sobre todo los de las mujeres jóvenes. Las niñas son abusadas sexualmente, se dan muchos casos de embarazos no deseados, de abortos, de una situación alterada por la presencia de los militares”. Agrega Paola que “si bien es cierto que el cuerpo de las mujeres se utiliza como instrumento y como botín de guerra, el control del territorio por parte del Estado a partir de las fuerzas militares y paramilitares, también exacerba las formas de control sobre la vida cotidiana de las mujeres, para mantener un statu quo sobre los estereotipos y los roles de género, la sexualización dual de la sociedad. Hay una regularización de la vida alrededor de los códigos de conducta, de vestimenta, y los tipos de castigo que sufren las mujeres al eludir esa normalización de la vida”.

Marieta Toro, de Marcha Patriótica, refuerza con datos precisos el alcance de esta guerra. “Sesenta años de guerra del Estado Terrorista colombiano contra el pueblo, han dejado hasta el momento más de seis millones de desplazados y desplazadas, de las cuales más del 70% son mujeres, niños y niñas, más de 250 mil asesinados/as, más de 200 000 desaparecidos/as. Hay en las cárceles 9500 presos y presas políticas que siguen resistiendo, y que le dicen a ese Estado que no van a poder con nosotros y nosotras. Las mujeres colombianas dijimos que no parimos más hijos e hijas para la guerra”.

En México, la guerra no fue declarada, pero ahí está. Mónica Mexicano, de la Asamblea de Mexicanxs en Argentina, nos dice: “Cada 3 horas y 25 minutos muere asfixiada, violada, pateada, quemada, mutilada, apuñalada, envenenada, con los huesos rotos o balaceada, una mujer. En las últimas tres décadas, hay más de 40.000 mujeres muertas. Estamos hablando, en menos de diez años, de 80.000 personas desaparecidas, de 200.000 asesinadas, de más de 300.000 personas desplazadas en México, y de una cantidad indeterminadas de comunidades indígenas que han quedado como fantasmas. Nuestra lucha es por la vida, por cuidar y defender nuestros cuerpos y territorios. Una de las experiencias es la de las mujeres de Ostula, que participan de las autodefensas para evitar ser víctimas del narcotráfico, del terrorismo de estado, y de los feminicidios y de los crímenes contra las mujeres. El Estado mexicano nos quiere hacer creer que los responsables son el crimen organizado, el narcotráfico. Pero no es cierto. Lo que está pasando es una complicidad directa entre el Estado y los narcos, porque tienen los mismos intereses. Quieren nuestros territorios y los quieren sin nosotrxs. Quieren apropiarse de nuestros bienes. Por eso en México las feministas, las mujeres organizadas en nuestras comunidades y pueblos decimos: frente a la violencia, organización y autodefensa”.

Ni golpes de Estado ni golpes a las mujeres

ninha cartazes mulheres cunha

Los ríos del feminismo popular parecen salirse de su cauce en las honduras del continente. Sin embargo, en esas experiencias, el vértigo del precipicio detona una fuerza incontenible de mujeres de pueblo. La memoria del agua, se hace de muchos afluentes. Laura Zuniga es hija de Berta Cáceres, líder del COPINH (Consejo de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras), una de las mujeres emblemáticas en la resistencia al golpe de estado, y en la lucha contra las políticas extractivistas, en particular en los últimos años en la defensa que el pueblo lenca está realizando del Río Gualcarque, frente a los intentos de la empresa china, Sinohydro, y de DESA, una empresa del estado hondureño, de represarlo. Berta Cáceres ha venido sufriendo persecuciones, cárcel, judicialización, agresiones patriarcales. Ella se levanta de cada golpe, y es parte del feminismo indígena que nos enseña que nuestros ríos, como nuestros cuerpos y territorios, tienen que ser defendidos ante las políticas colonizadoras y patriarcales. Laura trae el mensaje de Berta, denunciando que una vez más están sufriendo como pueblo lenca la persecución de sus comunidades. En Río Grande se intenta instalar una represa, contra la voluntad de la comunidad y de las mujeres que cuidan y defienden la vida.

Daniela Galindo es joven, feminista, también hondureña. Denuncia al Estado patriarcal nacido del golpe de estado, en primera persona: “A partir del golpe de estado se prohibió la pastilla del día después. Es el único país latinoamericano en el que están prohibidas las PAE (Píldoras Anticonceptivas de Emergencia). Las feministas luchamos por nuestro derecho a decidir sobre nuestros cuerpos”. Toma aire y exclama: “Yo acuso al Estado patriarcal, de que la mayoría de mis amigas y yo hemos sufrido violencia sexual de niñas. Yo, desde los nueve años, y por dos años consecutivos, sufrí violencia sexual por parte de mi padrastro. Esos crímenes son parte de la violencia patriarcal. También quiero hablar de la campaña que estamos haciendo contra el abuso doméstico que se llama “Somos Trabajadoras” y la consigna es “Ni gatas, ni nachas, ni tus muchachas”… Mi madre salió del campo cuando tenía diez años, para trabajar. Se encontró con un montón de hombres que abusaron de ella. Fue la “puta” de la familia. La mujer que trajo cuatro hijas mujeres, todas de diferentes padres. A la que recriminaron y pusieron aparte. Eso es el patriarcado y así son las políticas de muerte en Honduras. Pero también estamos las mujeres, las feministas, que nos organizamos y hemos creado esa hermosa consigna: “Ni golpes de estado, ni golpes a las mujeres”, que seguimos levantando como síntesis de nuestras luchas.

El control de nuestros cuerpos
Ramses Morales Izquierdo

Ramses Morales Izquierdo

Silvia Ribeiro, investigadora uruguaya residente en México, integrante del grupo ETC, recorre el continente dialogando con las y los integrantes de Vía Campesina, y de comunidades indígenas. Es parte de procesos de educación popular, de comunicación popular, de diálogo de saberes, de investigación y creación de redes de luchas populares.

En la mesa de Feministas Latinoamericanas comparte sus reflexiones: “Quiero hablar de otra invisibilización que nos resulta difícil de percibir. La agricultura y la alimentación, siempre han estado en el área de creación de las mujeres. Desde Monsanto hasta los grandes supermercados, quieren apoderarse de nuestros cuerpos, a través de la alimentación y de la corporativización de la agricultura. Tratan que no esté en manos de las comunidades, de las poblaciones, de las mujeres. Con la invasión de los transgénicos, se han hecho pruebas a mujeres en lactancia en Estados Unidos y Brasil, y el 100% de las mujeres muestreadas en zonas de soja tienen residuos de glifosato en la leche materna. Hace poco se hicieron pruebas -acá en Mar del Plata las hizo BIOS-, y el 90% de los muestreados tiene residuos de agrotóxicos en la orina. Los problemas más graves de salud que hay en nuestra sociedad: cánceres, diabetes, obesidad, hipertensión, cardiovasculares, están relacionados a un sistema de agricultura con transgénicos, y a una alimentación basada en eso”.

También Fátima González, joven integrante de CONAMURI (Coordinadora Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas) de Paraguay, denuncia el peso que tienen las corporaciones no sólo en la supresión de la soberanía sobre cuerpos y territorios, sino sobre la propia soberanía política. En el 2012, el golpe de estado que derrocó a Fernando Lugo, tuvo entre sus inspiradores a corporaciones como Monsanto y Río Tinto. Dice Fátima: “El gobierno de Horacio Cartes es fruto de un golpe de estado de las transnacionales, que arrancó con una masacre que mató a once compañeros que estaban luchando por el derecho a la tierra. Las tierras de Marina Cue, en Curuguaty, son del Estado paraguayo. Deberían estar destinadas a la Reforma Agraria, para producir alimentos sanos. Pero el estado paraguayo asesinó a los compañeros, y los desalojó, para destinar esas tierras a la soja de Monsanto, esa transnacional que nos mata, nos envenena, nos expulsa de nuestros territorios y nos criminaliza. Somos feministas campesinas e indígenas, mujeres que defendemos la tierra, las semillas nativas y criollas, la soberanía alimentaria. Educamos en agroecología y la practicamos. Somos también quienes estamos resistiendo el golpe de estado, su continuismo, y les pedimos una vez más la solidaridad”.

En la Mesa Latinoamericana, convocada por la coordinación feminista de la Escuela de Derechos de los Pueblos del Abya Yala, donde confluimos diversos colectivos del feminismo comunitario y popular de Argentina, hubo otras voces. Hubo también muchos cuerpos y cantos, mucha energía fluyendo como el agua, y buscando nuevos encuentros.

Los ríos del feminismo popular se van cruzando en su recorrido con otros ríos, como los del feminismo comunitario aymara, en Bolivia, o el feminismo maya xinka en Guatemala. Por momentos confluyen, por momentos divergen. Si hay algo que representa estos esfuerzos, es esa síntesis de cuerpos y territorios que se rehacen en la acción colectiva, solidaria, en la memoria de las mujeres del pueblo, en su andar. Son ríos que nos hablan desde la historia de mujeres que se acompañan a buscar agua, a enfrentar la violencia machista, a abortar, a presentarse frente a los tribunales patriarcales. Ríos en movimiento, en movimientos, en colectivas, en comunas, en las que a pesar de las piedras, y de las grandes represas que buscan detenerlos, se sigue regando el horizonte feminista y socialista.

Victor Ndula

Victor Ndula

UNA VIDA DIGNA: UNA VIDA LIBRE DE VIOLENCIAS MACHISTAS

Arton

Arton

A diario, en todas partes, y las 24 horas del día, las mujeres sufrimos agresiones por parte de los hombres, ya sean verbales, psicológicas o físicas. La violencia machista es ejercida con total impunidad, y es invisibilizada y naturalizada por una sociedad que fomenta la presión, el control y el acoso hacia nosotras.

En el año 2013, fueron 54 las mujeres asesinadas por sus parejas, y ya van 44 víctimas durante este año. Sin embargo, violencia machista no es aquella que se ejerce sólo a través del maltrato físico y el asesinato. Las jóvenes de hoy día caminamos inseguras por nuestras ciudades, sufrimos comentarios obscenos y soportamos opiniones acerca de nuestro físico o nuestra forma de vestir, opiniones que nunca pedimos.

25N machismo

Violencia machista es que toda la sociedad se sienta legitimada a decirnos cómo debemos comportarnos y cómo debemos vestir. Las mujeres en general, y las jóvenes en particular, sufrimos nuevas formas de control sobre nuestras vidas: han aparecido nuevas formas de violencia contra las mujeres.

Las nuevas tecnologías nos facilitan la vida en muchísimos aspectos. Para nosotras, igual que para la mayoría de las personas, son herramientas fundamentales que usamos a diario. La comunicación y la conexión con el mundo a través de las redes sociales nos posibilita conocer lo que está pasando en cualquier lugar del mundo al segundo.

Sin embargo, somos conscientes de que las redes sociales y los nuevos canales de comunicación también sirven para ejercer la violencia machista: muchas jóvenes sufren por parte de sus parejas, amigos o incluso desconocidos, algún tipo de acoso, control o presión a través de estas redes sociales, convirtiéndose en un medio más para ejercer la violencia machista.

El control sobre nosotras siempre ha estado presente, pero ahora la forma de ejercerlo es mucho más constante, directa y sencilla: dónde estás, con quién, qué haces, por qué no me contestas. Se justifican, en nombre del amor, los nuevos escenarios de poder que se dan en las parejas.

La violencia machista no se ve reflejada solo en los golpes, sino también en los celos, el control, la coerción y el acoso. Se da hoy, además de en la calle y en nuestro centro de trabajo o estudio, en las redes sociales. Los nuevos medios de ejercer la violencia machista se cuelan a través de estas nuevas formas de comunicación y actúa directamente sobre nuestras vidas. Esta nueva forma de entender y ejercer el machismo pasa desapercibida para la mayor parte de la sociedad, ya que es algo que se ha instalado, sin darnos cuenta, en nuestro día a día.

Es necesario acabar con la violencia machista en todas sus formas, combatirla y expulsarla de nuestros cuerpos y nuestros espacios, porque nos hace presas de la inseguridad y del miedo. Porque ser presionadas, controladas, acosadas, oprimidas, forzadas y culpabilizadas, es violencia. Por todo ello, el día 25 de noviembre, Día Internacional contra la violencia machista, reivindicamos nuestro derecho a la dignidad y a la vida.

Por una vida que merezca ser vivida, acabemos con las violencias machistas.

#PorUnaVidaLibreDeViolenciasMachistas

 

mural_mst_foto_bandera-roja

Trazo fino

Hace tiempo que el fundamentalismo (sobre todo el islámico) se encuentra en la mira de la izquierda y de la derecha. Todos nos unimos en su contra, con trazo grueso. Pero vale la pregunta: ¿qué individuos, qué particularidades son aplastados bajo ese rótulo? ¿Cuántas reflexiones, mea culpas y aberraciones se simplifican bajo el grito de “¡Soy Charlie!”?

hipocrisia

por Flavio Rapisardi


¿Je suis ou je ne suis pas Charlie? Desde el asesinato de doce personas por presuntas ofensas al Islam en la revista liberal de izquierda Charlie Hebdo, la sensibilidad media argentina —tan rápida al escozor ante el dolor de los demás (Susan Sontag dixit) mientras sean rubios, europeos, es decir, como dicta el imaginario tilingo que cree describirnos— reaccionó casi convocando a una nueva marcha para cantar La Marsellesa en la Recoleta. Facebook y Twitter fueron un campo minado: opiniones, debates y alguna puteada. Dejando de lado las teorías conspirativas, que de tan ficcionales ya no podemos dejar de sospechar sobre lo real que allí adviene (recordemos cómo la serie Rubicon, que relataba la participación de la NSA y agencias tercerizadas en supuestos atentados islámicos no fue soportada por espectador*s yanquis y fue levantada luego de 13 capítulos), repasemos opiniones, recorramos su historia, reubiquemos los sentidos que produce ese humor. Charlie Hebdo tiene una historia de crítica a todos los fundamentalismos religiosos: cristiano (en sus variantes), judío (en sus variantes), islámico (en sus variantes). También una clara posición pro vida, es decir pro aborto, ya que oponerse a la interrupción voluntaria del embarazo es condenar a muerte a millones de mujeres. En sus tapas y en sus páginas nadie duda de que circulaba un río de ironía “crítica” al decir de Richard Rorty bajo la forma del humor, ese ¿género? que cuesta tanto tratar de convertir en objeto de reflexión cuando grupos vulnerados son objeto de sus retóricas narrativas y visuales.

El chiste malo

Cuando googleé los ejemplares de Charlie Hebdo me vinieron a la memoria Satiricón y Humor, dos revistas que supieron colar palazos a la dictadura, pero que también reproducían un machismo y una discriminación hacia el colectivo lgbt que daba para preguntar: che muchach*s, ustedes de tan crític*s, ¿no sabían nada de Stonewall, el FLH, Perlongher, la persecución franquista a las maricas catalanas o las brutales palizas a gays y trans en las comisarías? La excusa del “contexto”, el “momento histórico” y similares ya me hartan: cuando distintos grupos son marcados, discriminados y hasta exterminados (a Daniel Feierstein le debemos estas reflexiones), no usemos a la “Historia” como blanco al que le endilgamos responsabilidad. En nuestras terapias sabemos que eso se llama neurosis y en la cultura, irresponsabilidad, cuando no fascismo.

Mientras mis dedos posteaban o tuiteaban por el tema, me acordé de un libro: La lengua del Tercer Reich. Apuntes de un filólogo, de Victor Klemperer. Lo cito textual, ya que en primera persona cuenta una situación que a él, como intelectual judío en la Alemania nazi, le tocó vivir: “Nos anotamos en una excursión sorpresa. Dos autobuses llenos, unas ochenta personas, el público más pequeño burgués imaginable… En Lübau, parada para tomar un café, con actuaciones cabaretísticas… El presentador empieza con un poema patético al líder y salvador de Alemania… La gente se mantiene en silencio, apática, y el aplauso de una sola persona al final… Luego, el hombre cuenta una historia… Una señora judía pide que le ondulen el pelo. ‘Lo siento, señora, pero no puedo.’ ‘¿Cómo que no puede?’ ‘¡Imposible! El Führer aseguró solemnemente en el boicot a los judíos, y eso sigue siendo válido a pesar de las leyendas negras que circulan por ahí, que en Alemania no se le debe tocar el pelo a ningún judío…’ Risas y aplausos durante minutos. ¿No puedo sacar una conclusión? ¿No son el chiste y su acogida importantes para cualquier análisis sociológico o político?” Fin de la cita.

Izquierda y derecha unidas

En este marco de posts y tuits, los liberalismos de izquierda y el ateísmo militante que festeja solsticios el 24 de diciembre sin saber que está reviviendo un rito mitraico, es decir, la religión de las sanguinarias y machistas legiones romanas, sostienen que está bien la crítica a todas las religiones y todos los fundamentalismos. Separemos, condición inicial de todo análisis. Nadie duda de la crítica a los fundamentalismos, ni que Charlie Hebdo les dio palos al catolicismo y al judaísmo ortodoxo, pero lo hizo en el marco de un país católico y en una geopolítica en la que Israel, ahora “Estado judío”, masacra pueblos sin ningún tipo de respeto a los derechos humanos. ¿Justifico aquí la ablación de clítoris y la burka? Bajo ningún concepto. Sólo me parece que hay que estar atent*s sobre qué se convierte en objeto de humor y qué no. ¿Hacemos humor con la bota o con el/la aplastad*? Las críticas de Charlie Hebdo contra el fundamentalismo islámico son necesarias; la pregunta es: ¿de qué modo esas críticas no refuerzan la conformación del Islam como la nueva barbarie contra la que se mide el Occidente “moderno”? ¿Se pueden leer las tapas de Charlie Hebdo donde critican todos los fundamentalismos en el mismo registro en el contexto (sí, contexto) actual?

Yo estuve en Ginebra con motivo de la revisión de la Conferencia de Durban, donde se revisaba la aplicación de la resolución que varios países, entre ellos el nuestro, habían suscripto en Sudáfrica. Allí, en el paquete edificio de las Naciones Unidas, vi cómo el bloque europeo, que hace rato quiere hacer naufragar esta conferencia (EE.UU. e Israel ya se fueron en su inauguración por no soportar la presencia palestina) porque su profundización implicaría, por ejemplo, avanzar con la reparación a Africa por las secuelas del sistema esclavista, se retiró del recinto cuando el delirante ex presidente iraní Mahmud Ahmadinejad iba a hacer uso de la palabra y Holanda, cabeza de la vanguardia de retiro, decía que no quería convalidar a un presidente “homofóbico”. ¡No en mi nombre, estimado continente! Sólo la presencia del bloque de América latina y el Caribe, Africa y Asia aseguraron que no cayeran las negociaciones de una conferencia enclenque, pero que es algo mejor que nada. Y al negacionista Mahmud le respondió el embajador argentino en su propia cara; no sólo atacó su antisemitismo y negacionismo de la Shoá sino que también nombró todas las formas de discriminación que la conferencia estaba dejando afuera: diversidad sexo-genérica, personas privadas de libertad, entre otras. ¡Eso es democracia, Europa!

La población lgbt y las mujeres no la pasan nada bien en algunos países islámicos. Tampoco en otras naciones de diversas religiones: el pentecostalismo africano quema putos vivos, y las africanistas que no permiten que mujeres o gays hagan su camino de Ifá, es decir, su consagración religiosa superior, compiten por el siniestro podio.

homofobia

 

Sólo basta recorrer los países donde todavía la pena de muerte pende sobre nosotr*s. Y como el imperialismo es hábil, creó un concepto que much*s suelen confundir con “derechos humanos”: me refiero a “human security”, concepto que abarca la vulneración de derechos de las mujeres, lgbt, “minorías” y otros grupos como pretextos para una invasión. Claro, pretexto: porque las razones son siempre la industria armamentista, el petróleo y otros recursos naturales.

matar fanatismo religião terrorismo

 

Esto es algo que Judith Butler, una intelectual que tuvo el coraje como intelectual judía, lesbiana y neoyorquina de entrar al BDS, es decir, a la iniciativa internacional de boicot a Israel, la que con su pluma implacable nos alerta que “los debates sobre la política sexual se asocian invariablemente a la política de las nuevas comunidades migrantes, puesto que se basan en las ideas fundacionales de cultura que precondicionan la asignación de derechos básicos”. Por esto no fue casual que en el año 2006 la candidata “socialista” Ségolène Royal y el derechista Nicolas Sarkozy cerraran filas políticas y dijeran que los disturbios de 2005, donde se quemaron coches por parte de jóvenes desempleados, fueran producto de un deterioro en la relaciones familiares entre los migrantes: todo un canto al más conservador de los familiarismos que Benedicto XVI consagró en sus exhortaciones apostólicas.

Butler no defiende el Islam así como critica al Estado judío. Pero muy inteligentemente nos advierte sobre los posibles usos de nuestros reclamos en una narrativa de una pretendida guerra de “civilizaciones”: ahora resulta que una institución misógina y machista como las fuerzas de seguridad tercerizadas de Guantánamo “resocializan” musulmanes varones, obligándolos a toqueteos mutuos y fellatios. O arrancan el velo a mujeres musulmanas en Abu Ghraib para hacer circular instantáneas que pretenden “comunicar” liberación. Los musulmanes están siendo configurados como el abyecto externo contra el cual el “moderno” Occidente justifica su superioridad mientras invade por recursos y reactiva su industria armamentista y de la construcción, y paralelamente convierte a las comunidades migrantes islámicas en el blanco del odio, ya que se las pretende mostrar como la “emasculación del Estado”. ¿Por qué ell*s deben gozar de derechos como la salud con nuestros impuestos? No sólo en la Argentina se debaten dos modelos. El capitalismo —que siempre está en crisis, pero nunca terminal como señala cierta izquierda— está en una nueva etapa de “culturización” en la que a mujeres y a l*s lgbti se nos pretende convertir en signos de una nueva evangelización modernizadora. Butler, alertando sobre las conquistas de nuestros colectivos como un paraíso encarnado para siempre, nos alerta a pensar “ahora” para que nuestra libertad no sea parte de una cultura que sancione formas de abyección y de odio de un Occidente tan monstruoso para tant*s. Por eso, ahora, no en mi nombre. Je ne suis pas Charlie.

Jornal judeu apaga mulheres da manifestação de Paris

Angela Merkel, Ewa Kopacz, Anne Hidalgo e Federica Mogherini foram deliberadamente retiradas da fotografia publicada pelo diário israelita HaMevaser

 

 A fotografia tal como foi publicada no HaMevaser DR


A fotografia tal como foi publicada no HaMevaser DR

Um dos debates que por estes dias mais tem ocupado os meios de comunicação e as redes sociais é se somos ou não todos Charlie, e porquê. Mas há quem não se comova com a discussão. Em Israel, um jornal judeu ultra-ortodoxo decidiu, apesar dos aspectos muito particulares do momento, aplicar a sua linha editorial sem concessões e apagou todas as mulheres da fotografia dos líderes políticos na manifestação de domingo, em Paris.

O HaMevaser – cujo proprietário, Meir Porush, é um antigo membro do Parlamento – publicou na primeira página de segunda-feira uma fotografia adulterada em que a chancelar alemã, Angela Merkel, a primeira-ministra polaca, Ewa Kopacz, a presidente da câmara de Paris, Anne Hidalgo, e a Alta Representante da União Europeia para Política Externa e Segurança, Federica Mogherini, as quatro mulheres que figuravam na imagem original, foram apagadas.

Não é a primeira vez que uma publicação dirigida por e para judeus ultra-ortodoxos retira as mulheres de fotografias colectivas. Em 2011, foi Hillary Rodham Clinton, então secretária de Estado norte-americana, que desapareceu da Situation Room da Casa Branca, juntamente com a directora de contraterrorismo, Audrey Tomason, na fotografia publicada pelo Di Tzeitung para ilustrar a caça ao homem de que foi alvo Osama Bin Laden e que culminou com a sua morte.

O New York Times explica que estes jornais “geralmente evitam imagens de mulheres por uma questão de modéstia, e o seu público-alvo é conhecido por riscar os rostos de mulheres nos anúncios dos autocarros e de as impedir de concorrer a cargos políticos pelos seus partidos”. Mas, dada a situação, e tal como a maioria dos muçulmanos se distanciaram publicamente das acções dos terroristas, também há judeus a fazê-lo neste caso. Mesmo em Israel.

“É muito embaraçoso que, numa altura em que o mundo ocidental está a marchar contra manifestações de extremismo religioso, os nossos extremistas encontrem uma forma de tomar conta do palco”, escreve Allison Kaplan Sommer no Haaretz, diário hebraico que se assume como liberal. A colunista lamenta a negação da importância das mulheres no mundo.

O trabalho de manipulação da imagem é “bastante desajeitado”, segundo o Mediaite, que identifica alguns dos problemas do resultado final. O site norte-americano nota que até a Presidente da Suíça, Simonetta Sommaruga, cujo perfil mal se percebe no original, à direita, foi retocada. As restantes mulheres foram cortadas e os homens aproximados, para encobrir a falta de pessoas. Um dos efeitos curiosos dessa acção é a aproximação do primeiro-ministro israelita, Benjamin Netanyahu, e do Presidente da Autoridade Palestiniana, Mahmoud Abbas.

O ex-Presidente francês, Nicolas Sarkozy, que está a ser ridicularizado nas redes sociais por ter quebrado o protocolo para se juntar à fila da frente da marcha, ficou na fotografia deturpada do HaMevaser.

A manipulação – que foi denunciada por um outro órgão de informação israelita, o Walla – já teve resposta de uma publicação satírica irlandesa, o Waterford Whispers News, que ainda na terça-feira pôs a circular a versão da fotografia de um “jornal feminista”: o grupo de líderes é reduzido a três pessoas – Federica Mogherini, Anne Hidalgo e Angela Merkel –, que ficam absolutamente sós na rua de Paris. O que levanta outra questão: o diminuto número de mulheres em lugares de destaque na cena política mundial.

Por que não sou Charlie Hebdo

Eu_N_O_sou

por Rafo Saldanha

Nada justifica o massacre na redação do jornal Charlie Hebdo, mas algumas generalizações e relativizações na cabeça da sociedade são tão perigosas quanto kalashnikovs na mão de fundamentalistas.

O caso Charlie Hebdo levantou grandes discussões. Há políticos, instituições, governos, jornalistas e comentaristas de Facebook de todas as estirpes falando sobre o assunto em tribunas, periódicos e mesas de bar. Todos são unânimes em condenar a brutalidade dos ataques, porém as divergências de opinião são maiores que as concordâncias.

Enquanto muitos discursos falam sobre o perigo da amplificação do ódio contra comunidades muçulmanas na França e ao redor do mundo, não faltam aqueles que de pronto condenem a “selvageria e brutalidade” da religião islâmica e dos povos árabes, engrossando as fileiras de fundamentalistas nacionalistas que organizam marchas xenófobas contra a “islamização da europa”, a favor das intervenções militares criminosas dos estados ricos do Ocidente nos países do Oriente Médio e África e respaldando o racismo que tornou possível e aceitável a longa série de políticas coloniais e práticas exploratórias que sustentaram a economia e poder da França desde que esta se tornou um Estado-Nação.

Entretanto, não quero falar agora sobre as divergências de opinião, e sim sobre o consenso, expresso no slogan “Je suis Charlie” (Eu sou Charlie), que inundou as redes sociais e capas de jornais ao redor do planeta. O slogan é atrelado à ideia de que o que ocorreu ontem na França implica um atentado contra a liberdade de imprensa e valores democráticos ocidentais; implica dizer que toda imprensa é livre pra publicar irresponsavelmente qualquer conteúdo; implica dizer que o direito de zombar de uma religião é o mesmo que lutar pelo estado laico; e implica, principalmente, que o ataque foi simplesmente resultado do extremismo (ou da falta de senso de humor) religioso diante de uma critica “ácida e sagaz”, excetuando-se todo o contexto de marginalização e discriminação da comunidade muçulmana na França. Principalmente, implica ignorar à que se propõe e quais os efeitos dessas charges no contexto político-ideológico de um país com níveis alarmantes de racismo.

O argumento mais comum que encontrei nas redes sociais e comentários de jornais on-line é o de que o Charlie Hebdo fazia charges ofensivas sobre todas as religiões, e que portanto, se cristãos conseguem ver charges com Jesus e levar como uma piada, então muçulmanos também deveriam. Esse é um argumento raso porque coloca no mesmo patamar a situação das comunidades muçulmanas e das comunidades cristãs na Europa, ao mesmo tempo que reforça a ideia de superioridade ocidental racionalista. É o mesmo simplismo de quem diz que chamar um branco de “palmito” tem o mesmo peso de chamar um negro de “macaco”. Não é só uma piada.

A quem serve a islamofobia?

No dia anterior ao massacre de Charlie Hebdo aconteceram duas marchas na Alemanha: uma pela expulsão de árabes e muçulmanos do país e outra contra o discurso xenófobo da direita ultra-nacionalista alemã. Esse tipo de manifestações populares contra minorias étnicas fica cada dia mais comum em toda a Europa, e a França, sempre avant-garde, é um dos maiores focos de marchas e movimentos racistas, machistas e xenófobos na Europa.

Na França a “Questão Muçulmana” é uma obsessão prioritária dos grupos de direita. O jornalista Edwy Planel, autor do livro “Pelos Muçulmanos” (título dado em alusão ao artigo “Pelos Judeus”, escrito por Emile Zolá sobre o caso Dreyfus) aponta os ataques à comunidade muçulmana com sendo a principal plataforma de discurso eleitoral na França de hoje.

Nicolas Sarkozy é um exemplo claro da presença do discurso racista na política francesa. Podemos citar seu discurso na Universidade de Dakar, em julho de 2007, quando disse:

“O drama da África é que o homem africano não entrou totalmente na história. O camponês africano, que desde milhares de anos vive conforme as estações, cujo ideal de vida é estar em harmonia com a natureza, só conhece o eterno recomeço do tempo ritmado pela repetição sem fim dos mesmos gestos e das mesmas palavras. Nesse imaginário onde tudo recomeça sempre, não há lugar nem para a aventura humana, nem para a ideia de progresso. Nesse universo onde a natureza comanda tudo, o homem escapa à inquietude da história que inquieta o homem moderno. Mas o homem permanece imóvel no meio de uma ordem imutável, onde tudo parece ser escrito antes. Nunca ele se lança em direção ao futuro. Nunca não lhe vem à ideia de sair da repetição para se inventar um destino.”

Vamos lembrar que quando fala do “homem africano” (como se todos os povos de África fossem um único grupo homogêneo) Sarkozy alude especialmente à população muçulmana, uma vez que a França invadiu e colonizou a Argélia e o Marrocos, de onde vêm a maior parte dos imigrantes islâmicos da França.

Atualmente vem ganhando muito espaço ideológico o partido de extrema direita Frente Nacional, cuja principal voz é Marine LePen, famosa pelo discurso islamofóbico e pelas políticas anti-imigração. Le Pen, forte candidata para as próximas eleições presidenciais, declarou hoje, no embalo do ataque de ontem, que “a França está sendo atacada”, e aproveitou para reforçar sua proposta de instaurar a pena de morte no país.

O professor Reginaldo Nasser aponta, em artigo publicado ontem, pra o perigo do uso do caso Charlie para fortalecer as políticas ultra-nacionalistas francesas:

“Há de fato uma situação conturbada na França e que vai piorar a partir de agora, os preconceitos com os imigrantes podem aumentar e reforçar um sentimento nacionalista. Le Pen é a representante de um pensamento xenófobo no país. Mas temos que esperar ainda pra ver quais serão dos desdobramentos quando se descobrir os culpados.”

Portanto, a mobilização massiva criada em torno do slogan “Je suis Charlie”, se for ausente de uma crítica séria sobre a situação dos muçulmanos na Europa e as razões da islamofobia na França, tende a ser apenas combustível para a xenofobia e os partidos ultraconservadores.

A quem serve a liberdade de expressão?

Aqueles que ostentam orgulhosos o slogan “Eu sou Charlie” se dizem advogar pela liberdade de expressão, porém não questionam o que significa essa liberdade de expressão nem tampouco quem tem direito a essa liberdade. Ninguém se preocupa com a censura à liberdade de expressão religiosa islâmica na França.

Em 1989 o jornal “Le Nouvel Observateur” publicou uma capa contra o uso do hijab, o véu muçulmano, nas escolas. Isso levou a uma discussão que culminou na lei de 2004 proibindo que meninas islâmicas usem lenços nas aulas e desde 2011 há uma circular do Ministério da Educação recomendando que se impeça a presença de mães usando hijabs na área em torno dos colégios. Nunca houve proibição do uso de crucifixos ou camisas com slogans cristãos. A esquerda francesa (e a maior parte da esquerda ocidental) se mostrou favorável a esta lei ou, na melhor das hipóteses, silenciou sobre ela, sob o pretexto da defesa do Estado Laico. Esquecem-se que o laicismo serve para preservar o direito à liberdade de exercício de pensamento religioso ou à liberdade de não exercer nenhuma crença religiosa. E esquecem-se de que o islã não é apenas uma crença religiosa, mas também um referencial de identidade de toda uma comunidade historicamente oprimida, remetendo à questões religiosas, culturais, étnicas e políticas.

Proibir a expressão de sua religião é censura. Proibir a expressão de sua identidade cultural é eugenia. Imaginem, por exemplo, uma lei brasileira proibindo o uso de turbantes e símbolos da Umbanda e Candomblé em áreas públicas. Seria uma conquista do estado laico ou (mais) um ataque às crenças afro-brasileiras?

Na esteira das liberdades de expressão negadas pelo governo francês intrinsecamente conectadas ao Islã está a abominação legislativa sancionada no ano passado, quando a França tornou-se o primeiro país do mundo à proibir manifestações de apoio à Palestina, durante os bombardeios israelenses à Faixa de Gaza, que assassinaram 1.951 pessoas e feriram 10.193 civis. Qualquer pessoa que participasse de um protesto contra os crimes de guerra de Israel, práticas de Terrorismo de Estado respaldadas ideologicamente por políticos e formadores de opinião entre a população israelense através de fundamentalismo nacionalista e argumentos de fundamentalismo religioso judaico e islamofobia, seria preso por um ano ou pagaria multa de 15 mil euros. Se o manifestante cobrisse o rosto durante o protesto, a pena subia pra três anos de detenção.

Cabe ressaltar aqui que não sei qual foi o posicionamento do jornal Charlie Hebdo sobre esse caso em particular, mas certamente a comunidade internacional não se manifestou tão passionalmente sobre o direito dos franceses à liberdade de expressar apoio aos palestinos.

Então, cabe a pergunta:

A quem faz rir o humor de Charlie Hebdo?

Não existe piada sem um alvo, e o senso de humor tem poder político por natureza. Piadas podem ser um meio de contestação ou de sedimentação do senso comum, do status quo dominante. Quando um humorista faz uma piada racista, está endossando o racismo de quem ri, criando no riso um lugar seguro pra que os estereótipos racistas cresçam, legitimando ignorância e raiva disfarçados de senso de humor. As pessoas formam suas concepções de mundo, de certo e errado, de verdade e justiça, muito mais através de piadas e slogans simplistas do que de resoluções da ONU e tratados de sociologia.

Me lembro que, quando era criança, meu pai comprava livros de piadas em bancas de jornal e passava o dia atormentando minha mãe com piadas machistas sobre loiras burras e mulheres caricaturizadas da pior forma possível. Eram sessões ininterruptas de ofensas, mas ela as ouvia com um sorriso amarelo, uma vez que “era só piada”. Da mesma forma, ele contava as piadas mais ofensivas possíveis sobre negros, sempre respaldado pelo fato de que “não era o que ele pensava”, e sim “só o que estava escrito nos livros de piada”. Foram anos desse tipo de piada “inocente”, até o dia em que, sem tom de piada ou riso suave, ele me proibiu de namorar mulheres negras.

É muito comum que se veja, no Brasil, “humoristas” como Danilo Gentili e Rafinha Bastos, vindos de uma mesma escola de racismo, machismo e homofobia que geraram o riso bobo de Costinha e Renato Aragão, defenderem seu direito de se promover discurso de ódio como se isso fosse “liberdade de expressão”. E, mais triste ainda, é muito comum ver a população brasileira defendendo essa “liberdade” de humilhar, ofender e sedimentar preconceitos contra minorias, sob o rótulo falsamente liberal (e bastante estúpido) de “politicamente incorreto”. Muitas vezes eles dizem que estão fazendo humor político, “expondo o racismo” ao fazer piadas racistas. Esse é um argumento preguiçoso e altamente hipócrita pra manter seu direito de ser um racista alegre e ainda posar de Voltaire do facebook.

O humor das charges do jornal Charlie Hebdo estão na mesma esteira de qualquer senso de humor racista. Os defensores do “Je suis Charlie” não cansam de dizer que a revista é o Pasquim Francês. Dizem que as caricaturas são ácidas e corajosas, atacando todas as religiões e expondo a homofobia e o fundamentalismo do islã. Porém, o que as caricaturas de Mohammad fazem é respaldar o ódio e a ignorância sobre o islã, as comunidades muçulmanas francesas e os povos árabes.

Na caricatura em que o profeta Mohammad aparece beijando um cartunista branco não há contestação nem levantamento de discussão. Não é um canal de diálogo com as comunidades muçulmanas para contestar as posturas homofóbicas da religião e de suas muitas multi-culturais comunidades ao redor do mundo. É apenas um desenho de um homem branco europeu beijando o símbolo máximo de uma religião pertencente à outro povo. Não é assim que se levanta um debate, não é assim que se dialoga e não é assim que se contesta. Tudo o que a caricatura faz é zombar do Islã (cuja crença considera ofensivo representar graficamente seu profeta), cortar os possíveis canais de discussão com a comunidade que criticam e aumentar os preconceitos dos franceses islamofóbicos, que assim se sentem superiores aos seus vizinhos islâmicos. Não é um discurso que contesta a homofobia das comunidades islâmicas, e sim uma agressão que contesta a legitimidade de uma comunidade marginalizada e que não dá voz essa comunidade. Esse tipo de agressão só torna mais difícil que a sociedade em geral ouça à muçulmanos que buscam combater o discurso conservador dentro da sua religião à despeito de professarem sua fé.

Nos dias depois da publicação dessa edição com Maomé na capa, a redação do jornal foi incendiada. Na edição seguinte, o jornal meteu na capa o profeta Maomé a beijar um jornalista do Charlie Hebdo com a frase "O amor é mais forte que o ódio"

Nos dias depois da publicação dessa edição com Maomé na capa, a redação do jornal foi incendiada. Na edição seguinte, o jornal meteu na capa o profeta Maomé a beijar um jornalista do Charlie Hebdo com a frase “O amor é mais forte que o ódio”

Em outra caricatura, um muçulmano segura um Corão enquanto balas atravessam o livro e o seu corpo. A legenda diz “O Corão é uma merda”. Isso não levanta debate nenhum, apenas diz “sua religião é uma merda”, o que implica dizer, no caso, “sua sociedade muçulmana, sua história muçulmana, seus parentes e crenças muçulmanas, são uma merda”.

o corão é uma merda
As caricaturas da Charlie Hebdo retratam muçulmanos como sendo terroristas, estúpidos e perigosos. As pessoas se acostumam a pensar nessas imagens quando pensam em muçulmanos, e isso gera medo, ódio, deboche e xenofobia. Eu, enquanto estudante de língua árabe, perdi a conta de quantas vezes ouvi tanto piadas imbecis quanto preocupações sérias de meus amigos que pensavam que eu vivia uma terra de selvagens e fundamentalistas perigosos.

Esse tipo de humor raso e infantil não é razão para que se assassinem seus perpretadores. Eu não defenderia que militantes feministas armadas invadissem o Comedians e assassinassem Rafinha Bastos. Ainda assim, elas tem todo o direito de se sentir ultrajadas, agredidas e ofendidas quando ele usa seu poder de discurso para convencer sua platéia de que mulheres feias devem ser estupradas e ficar agradecidas pela “caridade”. Mais importante, é preciso ter em mente que, sendo elas o grupo diretamente atingido pelas piadas infelizes dele, é a elas que a sociedade deve ouvir. Não me cabe o direito de julgar se uma mulher pode ou não se sentir ofendida com uma piada machista, e não me cabe dizer se um muçulmano deve se sentir ultrajado por uma piada islamofóbica, porque existe todo um contexto social por trás dessas piadas que eu não compreendo e do qual eu não sou a vítima.

Acreditar que as reações de muçulmanos às caricaturas é simples extremismo é dizer que “é só uma piada”. Não é. A reação tem a ver com todo o contexto de discriminação social e econômica, ás humilhações diárias que essa população sofre nos países europeus, à invisibilidade de sua identidade, ao histórico colonial e também com as atuais politicas intervencionistas dos países ocidentais no Oriente Médio e África, que se negam a ouvir as vozes árabes e africanas enquanto financiam grupos extremistas e assassinam populações civis com drones e “democracias”.

Um relatório do Observatório Europeu do racismo e Xenofobia aponta que, na França, a chance de alguém de origem árabe/muçulmana conseguir um emprego é cinco vezes menos do que um caucasiano com as mesmas qualificações, possuem menos acesso á educação formal, vivem nas áreas mais sucateadas das cidades e estão sujeitos à todo tipo de descriminação e violência física. O relatório aponta o sentimento de desespero e exclusão social do jovem muçulmano que vê sua possibilidade de progressão social dificultada por racismo e xenofobia.

O massacre que ocorreu ontem foi um crime horrível de terror e silenciamento, cometido por alguém que não sabemos ainda quem é (e nada impede que seja uma operação de false flag) nem com qual intenção. Um crime horrível e abominável, como foram horríveis e abomináveis os crimes de terror e silenciamento promovidos pela Mossad quando assassinou o cartunista Naji Al-Ali, ou quando Bashar Al-Assad mandou quebrar as mãos do cartunista Ali Ferzat, ou todos os dias quando a polícia militar de Geraldo Alckmin aterroriza e assassina os jovens que imprimem sua critica e revolta com latas de spray nas paredes da minha cidade. Todos são crimes horríveis de silenciamento, e todos devem ser condenados, mas cada um tem suas particularidades, razões e contextos próprios e únicos, e não podemos cair no erro de diluir nossa crítica no simplismo maniqueísta, ou corremos o risco de que a voz que queremos dar à democracia seja um megafone para os absurdos da teoria de “choque de civilizações” de Huntington.

Por tudo isso, eu Não sou Charlie .

 

QUANTO SOFRIMENTO DE MULHERES SERÁ NECESSÁRIO PARA QUE SE COMBATA A VIOLÊNCIA MACHISTA NA USP?

machismo na usp

por Letícia Pinho (*)

Nos últimos dias muita gente recebeu assustada a notícia dos casos de violência sexual na faculdade de medicina da Universidade de São Paulo, a FMUSP. A repercussão veio à tona depois da publicação da matéria no site ponte.org “Violência sexual, castigos físicos e preconceito na Faculdade de Medicina” (que pode ser acessada no link:http://ponte.org/violencia-sexual-castigos-fisicos-e-preconceito-na-faculdade-de-medicina-da-usp/). São relatos muito tristes e revoltantes que mostram que a USP não é um mundo à parte da realidade da violência que atinge diariamente milhares de mulheres no nosso país.

No Brasil a violência contra as mulheres é uma verdadeira epidemia: a cada 10 segundos uma mulher é estuprada, a cada 2 minutos cinco mulheres são espancada e a cada 2 horas uma mulher é assassinada. O Brasil é o 7º país onde mais morrem mulheres vítimas da violência machista. São dados terríveis que traduzem em estatísticas um verdadeiro inferno cotidiano vivenciado por todas nós. Todo esse cenário também se reflete dentro dos muros da Universidade. São muitos os casos de agressões físicas, perseguição, assédios e estupros. A falta de creches para as estudantes e trabalhadoras que são mães, a falta de bolsas de permanência e de vagas na moradia, a terceirização que retira direitos e precariza o trabalho principalmente de mulheres negras também são formas de violência enfrentadas pelas mulheres na universidade.

E diante de tudo isso, quando somos vítimas, nos deparamos com uma situação de total desamparo e abandono. O papel que a reitoria da Universidade e o Governo do Estado de São Paulo estão cumprindo é inaceitável pois o que vemos é um absoluto silêncio, fechando os olhos para a realidade e não apresentando nenhuma proposta para combater a violência contra as mulheres. A atitude da direção da faculdade de medicina é absurda pois além de não ter feito absolutamente nada para apurar os casos e punir os agressores, não deu apoio para as vítimas e ainda por cima tentou silenciar a situação para não “manchar o nome” da instituição. No dia 11 de novembro foi realizada uma audiência pública para debater os casos ocorridos na faculdade de medicina e o Deputado Adriano Diogo, do PT de SP, declarou ter sido pressionado pelo diretor da faculdade de medicina, o professor José Otávio Auler, para não realizar a audiência. O nome e a tradição da FMUSP foi colocado em primeiro plano e a defesa das mulheres foi descartada. E nessa quarta feira dia 12/11 o médico Paulo Saldiva, que presidia a comissão que apura os casos de violência sexual, pediu afastamento do cargo por estar cansado de ter que “engolir sapos” e que na faculdade não há o empenho necessário na investigação dos casos. Somente após a repercussão das denúncias é que a faculdade anunciou que vai criar um centro de defesa em direitos humanos.

Na USP não existem canais para denúncia dos casos e tampouco punição dos agressores. Por não existir uma ouvidoria para esse tipo de violência na universidade, não se tem ideia de quantos casos como esses acontecem. A presença da polícia militar no campus, mesmo depois de muita resistência do movimento estudantil na universidade para que o acordo da USP com a PM não fosse assinado, não impediu com que houvessem esses casos. A presença da polícia militar no campus não garante a segurança, não é solução para a violência contra as mulheres. A guarda Universitária por outro lado ano após ano está sendo sucateada e o contingente feminino é muito reduzido. Falta gente, falta treinamento e investimento. Também não existe nenhum centro de referência no combate à violência contra as mulheres para acolhimento das vítimas e orientação médica, jurídica e psicológica. É preciso dar um basta a essa situação revoltante!

A força que as estudantes da faculdade de medicina tiveram para denunciar esses casos nos inspira e nos fortalece. E é importante que se diga que essas estudantes não estão sós. Ao lado delas somos milhares. Vamos transformar toda essa dor em luta para mudar essa realidade e mudar a universidade para que nenhuma mulher passe por todo esse sofrimento. Viver sem violência é um direito das mulheres.

Queremos medidas efetivas para combater a violência contra as mulheres na USP! No II Encontro de Mulheres Estudantes da USP, realizado nos dias 17,18 e 19 de outubro, estudantes de vários cursos e campi debateram a realidade da violência na universidade e que medidas poderiam ser implementadas para mudar esse cenário. Nós da ANEL e do Movimento Mulheres em Luta participamos desse importante espaço de fortalecimento do movimento feminista e estudantil na universidade e continuaremos com toda a nossa força participando da mobilização para mudar essa realidade. Com a unidade do movimento feminista com o movimento estudantil e de trabalhadores é possível com muita luta termos vitórias!

Nesse sentido exigimos:

* Mais iluminação nos campi.
* Criação de uma ouvidoria que sistematize e encaminhe os casos de violência contra a mulher na USP.
* Abertura de inquéritos administrativos que levem à responsabilização e punição dos agressores.
* Criação do Centro de Referência de combate à violência contra a mulher com atendimento multiprofissional para acolhimento das vítimas.
* Fim do convênio da USP com a polícia militar.
* Aumento do efetivo feminino da Guarda Universitária, com preparação para casos de violência contra a mulher.
* Campanhas institucionais da USP sobre violência contra a mulher na universidade, a começar pelos trotes na calourada.

(*) Diretora do DCE-USP, Executiva Nacional da ANEL, Executiva Nacional do MML.