DE LAS MÍTICAS CHUPASANGRES A LAS VAMPS LÉSBICAS: UNA RECORRIDA POR EL UNIVERSO DE LAS MUJERES FATALES MÁS ERÓTICAS DEL TERROR

VAMPIRIA

Por Roxana Sandá

El 29 de agosto de este año se cumplirán 25 años del estreno de Drácula, el musical, de Pepe Cibrián Campoy y Angel Mahler. El aniversario del chupasangre más famoso del teatro argentino y la literatura universal es excusa propicia para revisitar colmillos y cuellos de las vampiras, esas bellas atrocidades que supieron hincar el diente a niveles orgásmicos. Demoníacas y peligrosas, intrusas que desequilibran las políticas sexuales, las criaturas más eróticas y revulsivas de la galería del terror nunca le hicieron asco a nada. Atrapadas por la necesidad de calmar el hambre, sus placeres y celebraciones no vienen en envase genital, sólo acuden al reclamo urgente de sus cuerpos para gozar y perpetuar una inmortalidad sin aburrimiento.

Cadáver exquisito

No son adecuadamente bellas ni refinadas en los modos, aunque algunas denoten cierta aristocracia guarra, pero difieren del resto de las mujeres en la alevosía de sus acciones, ni más ni menos que manotazos de ahogadas por el resecamiento de las bocas abstinentes de sangre. Las vampiras, esos seres lado x de la monstruosidad masculina más célebre de la historia universal, encarnan el paradigma supremo de las femme fatales por pecadoras, demoníacas y sensuales, y sin embargo su peso específico radica en una conjugación arrebatada de poder, autonomía y creatividad (sí, creatividad; son mucho más divertidas que sus pares no-muertos a la hora de poseer a las víctimas) que la humanidad les viene expropiando con perversidad caníbal. Si a las brujas se las persiguió durante siglos para acallarlas hasta reducirlas a cenizas en los calderos populares, a las bellas más atroces se las mutilará con estacas y decapitaciones, y sus bocas serán rellenadas con flores de ajo, como para que ningún orificio siga exudando el mal. E aquí el secreto peor guardado de la civilidad, la sed insaciable como mera excusa para torturas y desmembramientos. Frente a la imposibilidad del disciplinamiento, el motivo central es la armada misógina contra esa pasión desmedida que les renueva el sueño de sus tumbas pero también desata la expresión plena de su sexualidad libre y cadavérica y, por ende, las eleva a leyenda.

ME VERAS CAER

La historiadora del arte y escritora Erika Bornay asegura que cuando el componente vampírico adopta la identidad femenina, en ella se encarnarán los miedos y temores de una cultura que percibe a la mujer como un ser empeñado en dominar, succionar y devorar al hombre. Dice la autora de Las hijas de Lilith, que esta mujer fatal, peligrosa y demoníaca en la que se conjuga Eros y Thanatos, deviene entonces vampiresa –paradigma del mal y del pecado-, forma y expresión de la misoginia y sexofobia que imperan a fines del siglo diecinueve. Antes fueron leyenda, retazos de tradición oral que indefectiblemente las relataba voraces y despiadadas, al fin esclavas de sus deseos, algo que la moral victoriana supo explotar en desmedro del deseo femenino y de cualquier atisbo de asomar la nariz en una sociedad en la que los gestos de autonomía podían ser enmascarados de histeria o enfermedades varias. La condesa húngara Erzsébet Vátory fue la única lujuriosa lésbica a la que se le perdonó por años, hasta su condena, el despilfarro de haberse cargado a unas 600 jovencitas de la aldea para torturarlas, coserles las bocas y asesinarlas con el único fin de bañarse en sangre nueva y procurar la eterna juventud.

“Creo que en La condesa sangrienta, de Valentine Penrose y traducida y releída por Alejandra Pizarnik hay una reflexión de lo que es el vampirismo que toca lo gótico desde lo literario. Es una especie de cinta de Moebius en la que la muerte tiene que ver con lo vampírico ligado a una cosa femenina de la belleza”, apunta Esther Cross, autora de La mujer que escribió Frankenstein. “Desde ahí linkeo la estética asociada a lo femenino y el vampirismo como tratamiento de belleza: Los personajes de Lucy y Mina, en el Drácula de Bram Stocker, se embellecen cuando son vampirizadas. Los baños de sangre no hablan de una juventud cualquiera en términos de fortaleza, de permanecer simplemente. Lucy y Mina se parecen en el plano vampírico porque son conscientes de lo inconsciente que las está emboscando, pero la primera es pasiva hasta convertirse en una depredadora feroz, y la segunda se manifiesta activa desde el viaje iniciático de leer al conde vampiro. De ella dirán como un halago que tiene la cabeza de un hombre y el corazón de una mujer.”

Es en esa zona de traspaso entre la vida y la muerte que a Lucy la acecha el otro peligro (¿mayor?) de su madre, un estereotipo de moral rígida que representa la salud, la sensatez y la responsabilidad, tres virtudes que en esa atmósfera tóxica complotan hasta desafiar al doctor Van Helsing deshaciéndose de las flores de ajo. La sobreprotectora entrega a su hija en una habitación de ventanales abiertos. “¡Le arruina la vida!”, ríe Cross. “Lucy será hija, muñeca, mujercita buena que se condena a sí misma antes de morir cuando grita que es impura. Una pincelada de lo ejemplar pero no como intención principal. Sí son marcas de lo gótico lo incestuoso, los lugares apartados, el desdibujamiento de límites.”

A esas mujeres, incluso a la madre de Lucy, las irán atrapando sofocones profundos anidados en sus pubis, terminarán inevitablemente enredadas entre la cordura y una locura romántica. Porque la naturaleza siempre estalla, poderosa y oscura, como un desorden reaccionario contra las ideas de la razón, y estos lastres con colmillos muy siglo diecinueve parecen el reverso de un mundo que nadie se atreve a mirar y con el que no se puede convivir. “De hecho, en casi todas las novelas góticas hay una suerte de cacería de las heroínas”, dirá la escritora María Negroni, hacedora de la trilogía negra La noche tiene mil ojos. Las mujeres son perseguidas, asesinadas, mutiladas, encerradas, humilladas, “y sin embargo el fervor persiste”. En la mansión gótica que describe Negroni, donde prevalece el nombre del padre, hay siempre oculta una mujer. “O bien un vampiro, a thing, un monstruo intoxicado de pasión que insiste en regresar del encierro/alejamiento para transgredir la frontera entre los sexos, entre vida y muerte, materia y espíritu, cuerpo y palabra. El fantasma no es otra cosa que eso. Una intrusión que trae el desequilibrio a la política sexual de lo simbólico.”

Y que se reconfirma en su ensayo “Los ´días degenerados´ de Ann Radcliffe”, incluido en La noche tiene mil ojos, cuando “los esqueletos que llenan los armarios, los cuadros animados tras un velo, las apariciones sobrenaturales, son apenas metonimias. Como la madre invertida en el personaje de Psicosis, autora del desenfreno y los crímenes del inconsciente en el motel de la “realidad”, como la mater/materia que colma los ataúdes y repone las energías del vampiro depredatorio, como las jóvenes muertas sobre las que se construían los castillos en la Hungría de la condesa Erszébet Bathory, las mujeres que saturan la sombra de estas historias encarnan siempre el papel fantasmal de la otredad que, en nuestra cultura, ha recaído siempre en el principio femenino, llámese éste finitud, naturaleza o mal”.

Imposible, se advirtió ya, domesticar o pacificar a seres díscolos y acaparadores, víctimas de los propios anhelos de seducción y conquista, mujeres que se resisten al sentido común, cuerpos afiebrados y obsesionados con otros cuerpos estremecidos que se brindan sin saberlo desde su costado más oscuro, el del deseo teñido de miedo. “Me muero, y sin embargo viviré”, se evoca en Carmilla, de Joseph Sheridan Le Fanu (1872), una de las mejores nouvelles clásicas de vampiros, según la periodista y escritora Mariana Enríquez. Muy anterior a Drácula, es la primera vampira literaria lesbiana que se debate entre sus pulsiones eróticas y amorosas. La narradora, Laura, su objeto de amor (“aprenderás el éxtasis de la crueldad, que es una forma del amor”, le murmuraba Carmilla), describe que “a veces, después de un largo período de indiferencia, mi extraña y bellísima amiga me cogía súbitamente la mano, estrechándomela con pasión. Se sonrojaba y me miraba con ojos ora lánguidos, ora de fuego. Su conducta era tan semejante a la de un enamorado, que me producía un intenso desasosiego. Deseaba evitarla, y al propio tiempo me dejaba dominar. Carmilla me cogía entre sus brazos, me miraba intensamente a los ojos, sus labios ardientes recorrían mis mejillas con mil besos y, con un susurro apenas audible, me decía: -Serás mía… debes ser mía… Tú y yo debemos ser una sola cosa, y para siempre”.

El vampiro y la vampira nacieron homoeróticos, monstruxs diversos por naturaleza no bien saltaron de la superstición popular a la literatura. “Lxs vampirxs viven su placer sensual cuando se alimentan –advierte Enríquez-. Y se alimentan de sangre caliente y para obtenerla eligen la arteria del cuello. Es la muerte y el éxtasis, la cercanía y la entrega. Se alimentan de hombres y mujeres: no hacen diferencia.”

SOY LEYENDA VAMP

La galería de criaturas monstruosas y sensuales siempre fue vasta y ajena a las represiones, licencia que el cine aprovecha a destajo, sobre todo cuando el terror asegura la experiencia casi orgásmica del escalofrío. Los cuerpos shockeados por los temblores, las pieles erizadas y el corazón en la boca sólo pueden remitir al instante primario de la cópula bien entendida. (Salvo la saga Crepúsculo, un pastiche vampírico de monstruxs adolescentes que hacen de la abstinencia un flojo pacto de sobrevida). “Pero la más prolífica raza de vampiros fue lésbica y se multiplicó hasta ser como la segunda representación más popular del erotismo y del sexo entre mujeres en la cultura cinematográfica del siglo veinte, después del porno heterosexual, con el que comparte bastante”, escribe Diego Trerotola en su nota “Monstruosas criaturas perfumadas”, del suplemento Soy. “Porque las vampiras lésbicas, a veces, parecen moldeadas por la mirada masculina, pero su presencia perturbadora no pareciera tener la misma domesticación para la mirada machista. La hija de Drácula (1936) de Lambert Hillyer, pionera con Gloria Holden en su rol de Condesa Zaleska, vamp bisexual, que igual, reduccionismo mediante, se transformó en un ícono del lesbianismo en la pantalla.”

Enríquez enumera con pasión lxs fenómenxs reinventados en personajes y títulos inequívocos, para abandonarse sin remilgos a la succión. “El príncipe Lestat (Entrevista con el vampiro, 1976) es una manera de reconocer la total vigencia del vampiro en una versión homoerótica del conde Drácula y de su creadora, la reina Anne Rice. En Only lovers left alive (2013), Jim Jarmusch recreó su propia historia de amor y rock con una pareja de amantes vampiros en Detroit; el sueco John Ajvide Lindqvist le dio un sacudón al género con Déjame entrar (2004), una novela de vampiros niños andróginos que habla de pedofilia, bullying y amores preadolescentes queer. El año pasado, la directora iraní-estadounidense Ana-Lily Amirpour introdujo a la primera vampira feminista en A girl walks home alone at night, con una chica en su burka negra que no perdona a maltratadores de mujeres.”

La propia Carmilla (Mircalla Karnstein, su nombre original, descendiente de una familia austríaca maldita) protagoniza tres películas de vampiras lesbianas. Dos pertenecen a la llamada “Trilogía Karnstein” de la productora Hammer Films, un par de tanques del gore porno chic. En The vampire lovers (1970) fue interpretada por la actriz polaca Ingrid Pitt, que durante las noches adoptaba la forma de gato para visitar a sus jóvenes amantes y morderlas en el pecho. En Twins of evil (1971) Carmilla aparece para convertir a su descendiente en vampiro. La tercera película es La cripta e l´incubo (1964), gótico italiano con los Karnstein protagonistas y Laura, la hija, poseída por el espíritu de Carmilla. Otra pionera del género es Domingo negro (1960), de Mario Bava, con Barbara Steele en clave de vamp esquizo, debatiéndose entre los ataques sanguinolentos y la represión que le impone un crucifijo que lleva en el pecho.

Vaya un tributo al dios mutante David Bowie, “un genio con tiempo para ser amable”, como lo definió la actriz Jennifer Connelly, su compañera en la película Laberinto, y a El ansia, de Tony Scott. Una de las mejores películas de vampiros posmodernos jamás filmada, con las actuaciones del mesías pop, Catherine Deneuve y Susan Sarandon. Para alguna crítica, Scott explotó hasta el empalago la escena lésbica que jugaron Deneuve-Sarandon. Más sesuda, la activista, escritora y académica feminista estadounidense Elaine Showalter, tradujo que El ansia “arroja vampirismo en términos bisexuales, basándose en la tradición de la vampiresa lesbiana, contemporánea y elegante, que también es inquietante en su sugerencia de que los hombres y las mujeres en la década de 1980 tienen los mismos deseos, los mismos apetitos y las mismas necesidades de poder, dinero y sexo”.

EL MIEDO PRIMARIO

¿Desde cuándo vampiras, lamias, estriges, empusas y demás monstruosidades de dientes como agujas son encorsetadas en las categorías queer? ¿Qué magnetismos y repulsiones obran en sus conductas para sumergir en un desorden bíblico a una sociedad que sigue definiéndose por parámetros de normalidad arbitrarios y cero empáticos? Es acaso el rechazo hacia lo que se retrata como diferente, la fuerza terrorista que viene a alterar fronteras. “El teórico Jack Halberstam en su libro Skin shows: gothic horror and the technology of monsters, caracteriza al monstruo como una categoría que pone en crisis el orden de la belleza, la normalidad, la humanidad y la identidad”, explica Fermín Acosta, investigador del equipo Micropolíticas de la desobediencia sexual en el arte, de la Universidad de La Plata. “Lo que l*s vampir*s trafican, de una forma sumamente erótica que deja satisfechos por igual a la muerte y al placer.”

Según la teórica feminista cinematográfica Barbara Creed, la figura de lo monstruoso que envuelve el mito de la vampira es, de alguna manera, la del monstruo menstrual, una corporeización de la otredad que articula el mito de la sangre como rito de pasaje: el universo de la primera menstruación, la iniciación sexual y la muchacha virginal, el peligro de la penetración. “Todo remite a un miedo primario trazado alrededor del lugar que ocupa la sangre entre los temores diseminados por la cultura heterocispatriarcal”, agrega Lucas Morgan Disalvo, docente y realizador audiovisual que también integra el equipo de Micropolíticas. “Además, el vampirismo de las mujeres articula un doble temor perverso de lo abyecto que emerge: por un lado, el ya mencionado universo de la sangre y por otro, la persuasión sexual de una mujer sobre otra a ingresar al mundo subterráneo del lesbianismo.”

Vampiros o vampiras, es ese estado liminar entre lo vivo y lo muerto, el poder de cambiar de forma a deseo y voluntad compartiendo muerte, inmortalidad y amor eterno con la sola condición de rasgar la carne, apenas cárcel del alma. Si Winona Ryder y Gary Oldman son efectivos y voluptuosos en el Drácula de Francis Ford Coppola es porque lograron entender como pocos la alteración de las fronteras en cada beso de sangre. Fueron, sin saberlo, los mejores traficantes de erotismo sobrenatural de los noventa. Una década impiadosa para los rituales íntimos y colectivos, sin espejos donde mirarse: condición elemental de la democracia vampírica, esa posibilidad inagotable de circular a través de otros y otras.

La lesbiana mala

La británica Gayle Newland fue condenada a prisión por “haber engañado a su novia haciéndose pasar por varón”. En Argentina circuló como una noticia insólita. ¿O como aviso disciplinante?

 

Por Magdalena De Santo


Gayle Newland mediante un perfil falso de Fb se construyó un alter ego de sangre filipina y jugador de baloncesto. Un día a finales de 2013 después de mucho chat con una chica de su edad llamada Helen decide tener una cita sexual con la condición de no ser visto –alegando que tenía cicatrices y era muy feo–, entonces Helen accede a taparse los ojos. Y así se la empiezan a pasar bien con encuentros sexuales, con viajes y caricias al sol. Un día de idilio Kye le pide que le practique sexo oral. Helen acepta pero se quita la venda por primera vez y descubre que estaba chupando un dildo. Kye no era varón sino su amiga Gayle. Helen desconsolada rompe la relación y por tal motivo la amiga desenmascarada intenta suicidarse. A pesar de las cartas de amor y suplicas de perdón, la decepción de Helen llega a la magistratura. Por supuesto, en el juicio las versiones son discordantes. Entre ellas, Helen sostiene que se creyó todas las mentiras y engaños, que fue manipulada y coaccionada a tener sexo con alguien que ella no quería: una mujer. Por otra lado, Gayle, alega que era imposible que no supiese, que era un juego de roles funcional a la lógica del closet. “Ella decía que yo era su amiga, pero nunca la novia: ella quería ser hetero”, sostuvo Newland.

El fraude del pene falso. Ahora bien, en el derecho británico hay una figura que funcionó como agravante. El denominado “fraude de género” que, tal como argumenta Alex Sharpe, profesora de leyes en la Universidad de Keele, supone la exigencia confesionaria del “verdadero” género al partenaire sexual. Los engaños por raza, religión, o dinero, no dan lugar a procesos legales en el Reino Unido. Ergo, hay una jerarquía de verdades cuyos datos relevantes son aquellos que garantizan las relaciones acordes a la expectativa social: heterosexuales y cis. Básicamente, si no sos lo que el resto supone, tenés que decirlo porque podés traumatizar al normal.

En este caso, el fraude se apoya en el develamiento del órgano prostético al mismo tiempo que resulta el protagonista y culpable de la violación –Gayle fue absuelta de otros cargos al demostrar la fecha de compra de la máquina del mal. El énfasis en la falsedad del pene no sólo presupone que la base de la identidad género es la anatomía externa sino que además criminaliza el uso del dildo. “Si hubiera sido un pene de carne no hubiera sido violación. Entonces, más allá de que la acusada sea lesbiana, la cuestión de base es que las leyes son transfóbicas. De hecho son una constante tanto en EEUU como en Inglaterra que varones y mujeres trans son perseguidos y criminalizados por violación”, argumentó Luciana Sanchez, abogada militante en lesbianas y feministas por la discriminalización del aborto. “Como en su momento se instaló y de diferentes maneras se revive el mito del violador negro, el concepto de fraude de género pretende reinstalar el mito del/la violador/a trans” .

Pero aquí las leyes son otras. El concepto de “fraude de género” es inconstitucional puesto que vulnera el derecho a la intimidad. No sólo no existe, sino que la Ley de Identidad de Género, al ser un derecho para todas las personas –trans y cis–, nos protege de estas acusaciones. “Que la persona con quien tuve sexo sea de una identidad de género, orientación sexual o expresión de género diferentes a las que yo creía, no afecta por sí misma el consentimiento para tener relaciones sexuales. Acorde a nuestro marco legal, no puede considerarse que la identidad de género de una persona vulnere por sí misma la integridad sexual de otra. La discriminación de género está prohibida, por lo que no es una expectativa legítima al tener sexo con una persona, conocer la identidad, orientación o expresión de género de una persona”, afirma Luciana. ¿Por qué el caso Newland se instala como noticia? La primera hipótesis es el efecto disciplinante que pueda tener el castigo sobre una lesbiana: un eco semiótico global parece decirnos “no ocupes nunca el lugar del varón, quedate sumisa y víctima que sólo así te protegeremos”. Pero si a ello le sumamos el contexto electoral, este tipo de retóricas interpelan distinto: nos recuerda que las contraofensivas de derecha pueden tener caminos insospechados y podemos acabar todxs juntitxs en el pabellón decimonónico de predadores sexuales.

 

DE FRENTE HETERO, DE PERFIL FLEXIBLE

soy hetero homo
La heteroflexibilidad, figura que cubre con el manto de la normalidad a quienes desean llevar una vida social hétero y una secreta sexualidad homosexual, ¿es una nueva forma del closet? ¿Es una avivada? ¿Una reacción frente al avance de las políticas identitarias? ¿O es una demostración de la libertad de que gozan los más jóvenes? Las crónicas de un asiduo chateador, de una observadora participante del mundo trava y de una militante bisexual revelan no sólo intimidades, sino matices y contradicciones.

Imagen: Sebastian Freire

Imagen: Sebastian Freire

Por CSG (Cronista Super Gay)


Aclaro: no me considero periodista ni escritor, ni analista de las relaciones socioafectivas y menos un teórico queer. Pero seguro que escribo por día mucho más que todos ellos. Soy un chateador. Mi experticia en el aire (quiero poner “yire”, pero la computadora corrige y pone “aire”, ¡quien sea Lacan que diga algo!) me ha llevado a mantener charlas con muchos hombres hétero (acá corrige otra vez y pone “tetero”…) que entiendo encajan en lo que se viene llamando hace unos años heteroflexibles (hétero curioso, bicurioso, macho ciento por ciento es más frecuente en los perfiles de chats gays). Intríngulis personal: ¿me ha resultado lo mismo, en términos de morbo, en términos sexuales, en términos sentimentales las pocas veces que hubo de eso, que un encuentro con otro gay como yo? Definitivamente no. Saquen sus conclusiones. Yo aún no las tengo.

CSG: ¿Nunca te enamoraste de un hombre?

Cazador 74: Imposible. A mí me gusta tener sexo cada tanto, tampoco todos los días. Y no me veo yendo al cine o a comer con un tipo, ¡jua! O ir al club, no da.

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CSG: ¡Ay! Qué bonito. Voy a llamar al Inadi.

Cazador 74: Pará, boludo, no es por prejuicio, es que no da. Yo respeto al que le gusta eso. Si en la cama estamos bien. No te me enojes, papi. O sí, enojate, me encanta cuando te ponés malo.

Con el chat que sigue, expresión del súmmum de la coherencia y la contradicción que el concepto de heteroflexibilidad lleva adentro, daría por terminada la nota. Con tantas palabras hemos llenado los casilleros que de pronto se produce una saturación de sentidos, y mejor callar. No para siempre, digo, un poco. Una libertad de supermarket impone palabras que calman o venden un rato (¿se acuerdan de los metrosexuales?). Argentina (no sé si por pionera o por agrandada) fue la primera en admitir en Facebook unas 54 identidades sexuales para definirse, los y las heteroflexibles figuran entre las opciones.

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CSG: ¿Heteroflexible, dijiste? Ya existe la palabra bisexual. ¿Conocés? ¿Por qué inventar otra?

Bebote: Naaah. Nada que ver. Bisexual no es lo mismo. Esos son todos putos tapados. Yo soy hétero, ya lo puse en el perfil, no sé si leíste, me gustan las mujeres.

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CSG: Sí, pero te acostás con hombres, y encima con hombres putos, no sé si leíste mi perfil.

Bebote: ¿Y?

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CSG: Y doy fe de que te gusta… te gustarán las mujeres, no lo dudo, pero los hombres también.

Bebote: Sí, pero hay una diferencia con los bi, mi mujer no lo sabe.

Si alguien se define como heteroflexible por fuera del ámbito de la situación de cacería y por fuera de un nick, por ejemplo en los medios o en un asado con familia y amigos, en general y que yo sepa, es porque se pasó de tinto o porque es Brad Pitt y ya no puede hacer mucho para detener unas fotos inequívocas que están circulando. El curioso es una especie de turista/visitante/jugador que redefine la entidad del otro chateador abiertamente puto como paisaje/loca local/suplente.

Si hay algo que define a la heteroflexibilidad es su condición clandestina, luego, cierto orgullo heteroflexible, o carnet (de que no te tires a la) pileta enunciado como “no doy besos, no me enamoro”, etc. Y en tercer lugar, un cumplimiento casi marcial con las dos partes del término. Porque no son hétero, son superhétero: casados con muchos hijos, o están por casarse la semana que viene, o tienen tres novias mínimo. Sin ánimos de hacer estadística ni de ser indiscreto, la mayoría de mis contactos desmiente lo que dicen las revistas por ahí de que estos maridos conservan su rol activo… Los que me han tocado a mí, o los que me he buscado yo, en su gran mayoría, prefieren el rol pasivo, me hablan en femenino, muchas veces tienen su propio kit de feminización, que incluye lencería, como si un hartazgo de hacer el macho pudiera liberarse así, en un turno. La palabra recreo, diversión, descanso y la promesa de soy tu putita es lo que más rankea en los mensajes donde se justifica/planifica el encuentro.

¡Salvedad! ¿Salvados?

Hace pco tiempo encontré un muy lindo y muy jóven amigo muy bien dispuesto a explicarme que la palabra heteroflexible en su perfil significaba ni más ni menos que de ningún modo de le ocurriría acostarse conmigo. Salvo que alguna vez a una amiga mía se le opcurriera acostarse con el. ¡Zaz! me dije, un trío. En mi época se llamaba fiesta. Invité a mi amigo flexible a una fiesta sadomaso donde le presenté a mi mejor amiga y desde entonces él se ha vuelto nuestra mascota. Juega conmigo, se acuesta con ella, recibe órdenes sin poner límites, se entrega. ¿Resulta que el número tres es la flexibilidad? Aquí entonces habrá que preguntarse por qué anteponer el “hétero” a una palabra que parece contradecirla. Mi joven amigo me mira como si hablara en chino. Para él, y acá debe tener un peso el dato de que tiene 30 años, la heterosexualidad y la flexibilidad van y deben ir juntas. No habla de bi ni de homo, como si el sufrimiento, la existencia y la lucha de tantas generaciones de desviados hubieran servido para mejorar la calidad de vida a esta zona donde se ubica nuestro amigo querido, con quien vamos al cine, cenamos y muchas veces cogemos, esa zona de un modo de amor donde se puede pero ya no se quiere decir su nombre.

¿La homofobia que se dobla pero no se rompe?

Acordemos en lo siguiente: si lo heteroflexible es un closet, no es el mismo que conocimos todos. En una época muy lejana, que contribuyeron a dejar atrás no sólo el tiempo perdido, sino los logros de la militancia ajena y el dinero que quedó en manos de tres analistas, sólo me enamoraba (y perdidamente) de amigos, compañeros de trabajo, vecinos, chongos estrepitosamente machos, casados con hijos. El esposo de mi hermana fue durante décadas mi dolor más grande. Antes se usaba así, sufrir para apaciguar los calores del infierno y de los otros. Hoy se le llama a ese destino una putez old fashion. La vida gay, como su palabra la indica, es alegre. Hoy hay bocha de gays sueltos para elegir, de oso a andrógino, de decrépitos a imberbes. Estábamos todos bien, hasta que de pronto cayeron los hétero y coparon el chat. Todo chateador, casi todo gay o sea, coincidirá conmigo en que los perfiles de bicuriosos, los friendly, los 100 por ciento machos, van en aumento y amenazan con copar la pista. Esta aparición con fotos de miembros más que apetecibles, promesas que se cumplen y una entrega que en años mozos me habría simplificado la vida, me ha hecho retroceder algunas veces sobre el tiempo ganado. Un fantasma recorre esa parte del chat. Si encontrar machos es tan fácil, para qué romper con todos los beneficios que aún sigue dando la vida hétero… que los putos sean los otros. Un tufillo a homofobia recorre el grupo de Facebook “Grupo de paja hétero”, que propone masturbarse entre hombres heterosexuales. Hay un “entre nos” de camaradería, en algunos discursos, que pretende negar toda la historia. Somos dos hombres haciendo cosas de hombres.

Ahora, más allá de esto, ¿estoy yo en condiciones de afirmar que estos señores son putos tapados? ¿No serán héteros tapados? Históricamente la homosexualidad ha sido definida por lo que se nota, por lo que se escapa, la pluma. Y la heterosexualidad no ha sido definida, ha sido descontada por todo lo que no se ve. ¿Qué es lo que no se ve? ¿Sería la flexibilidad?

A la caza del heteroflexible

Pero antes de señalar al impostor, o pedir que el hombre que tiene sexo con hombres se defina, prestaría atención a toda la batería de control que ha desatado el descubrimiento. Es como si la historia volviera a repetirse, ahora los perseguidos son las identidades, que, dando el camino contrario que señala Foucault, se han vuelto comportamientos sexuales situacionales. ¿Es una reacción contra la presencia abrumadora de la política identitaria que regresa a la homosexualidad de donde salió el siglo pasado, o es otra expresión de homofobia que va directo contra una de las identidades más perturbadoras de la sigla, la bisexualidad? Hoy en numerosas páginas online aparecen psicólogos, médicos y sociólogos apuntando con todo a detectar a esta nueva figura, y echándole sobre él, todos y exactamente los clisés que antes iban para nosotrxs.

A su vez, vale la asociación, este concepto o al menos un término afín surgió también de la pluma médica, los hombres que tienen sexo con hombres (HSH), es una categoría que acoge a los maridos que podrían contagiar a sus señoras luego de acostarse con otros maridos o con algún gay . Este tecnicismo con fines propedéuticos surgió en 1990 como parte de una campaña de concientización contra el sida. Tal vez el heteroflexible termine siendo la ultima resistencia de la diferencia en casa. Miren, por lo pronto, pobre, lo que le toca:

“Las siguientes son unas señales que ,si bien no son definitivas para asegurar que su pareja es heteroflexible, pueden marcar la pauta del beneficio de la duda:

  1. Cuando el círculo de amigos de los hombres es, en su mayoría, de su mismo sexo y menores a él.

    2. Hombres que participan en reuniones frecuentes con amigos, en los que no existe presencia femenina y hay licor.

    3 . Darse cuenta de que las prendas de vestir y cosméticos femeninos no permanecen intactos en el lugar en que ella los dejó.

    4. Cuando ellos prefieren el sexo anal más que el vaginal.

    5. En el caso de las mujeres, cuando ellas disfrutan y piden más el sexo oral que la penetración

    6. Cuando tienen una pareja del sexo opuesto pero no son nada expresivos, y se escudan en que detestan las cursilerías. Por nada del mundo la tomarían a ella de la mano por la calle” (Así son los heteroflexibles, en vanguardia.com)

El curioseo. Más palabras para lo que no quiere decir su nombre

Por Laura A. Arnés

Imagen: Sebastián Freire

Imagen: Sebastián Freire

La diversidad del siglo XXI nos abraza: sabemos que la materialidad del género y el sexo se construye performativamente, que el deseo es fluido y que las identidades se multiplican en un sinfín de variables. Y una de estas derivas la provee la heteroflexibilidad. Se me paran un poquito los pelos: ¿Estoy siendo conservadora o la matriz opresiva sonríe, perturbadora, en el desvío?

También definida como bicuriosidad, esta etiqueta hace visible el permiso: avisa que el dedo lesbiano puede robar un orgasmo en una noche para el recuerdo y que el trío es bienvenido siempre que no exija más vínculo emocional que la alegría del vino compartido. Quizá la heteroflexibilidad sea revulsiva pero, quizá, sea una torsión del sistema para salvar el privilegio heterosexual y la pareja procreadora. Dudo.

“Las heteroflexibles no queremos ser etiquetadas como bisexuales porque no deseamos a ambos sexos por igual ni tampoco nos enamoramos de quienes son sólo parejas de cama”, me explican (mientras me pregunto, confusa, de dónde habrán sacado que las bisexuales sí). Tengo ganas de contestarles que para flexibilidad voy a clases de yoga, y que las escalas sexuales de Kinsey ya están démodé, pero me contengo y me sigo informando. Leo en una nota de un periódico masivo que la mayoría de las jóvenes que así se identifican pertenecen a clases medias y acomodadas. La posibilidad de un progresismo conservador me pone en guardia (ya aprendí que la feminización hipster de ciertos varones no desprivatizó sus culos y que la visibilidad hartante de la banderita multicolor es estrategia de venta). Sospecho, además, que la connotación positiva del término tiene que ver con las hoy celebradas “actitudes desprejuiciadas”. Total, un touch and go no pone en riesgo ningún fundamento, gordi, ¿o sí? (admitamos que de algunas encamadas comenzaron guerras).

Evidentemente, todas las identidades que manifiestan tránsitos entre la homosexualidad y la heterosexualidad, entre lo femenino y lo masculino, siguen generando desconfianza y malestar. Sin ir más lejos, en las redes sociales anduvieron circulando dos lesbianas “feministas”, con flequillo a la Bieber, manifestándose a favor del veganismo en estos términos: “Si pudimos dejar la carne, cómo no vamos a poder dejar a las hétero curiosas y a las bisexuales”. Es claro el régimen económico que todavía rige la sexualidad: hay cuerpos que continúan evocando lógicas de matadero. La curiosidad mató al gato, redobla el refrán. Y, entonces, me decido. Imposible no reivindicar el derecho al curioseo y a la degustación, a la variedad y al capricho del placer.

Es cierto que, como militante bisexual, no puedo evitar notar que hay una tendencia histórica a borrar el término (“prefiero no nombrarme, soy libre, no me gustan las etiquetas”) o a reemplazarlo por otros (flexisexualidad, bicuriosidad, polisexualidad, etc.) que, al final de cuentas, dicen más o menos lo mismo (me niego a creer que los modos del placer se miden en porcentajes). Pero quién soy yo para decir qué palabra es más adecuada. De hecho, las etiquetas están para ser usadas a nuestro antojo, y lo cierto es que toda identidad puede ser cómplice del heterosexismo, del capitalismo y de la familia burguesa (el ruido que hizo el activismo lesbiano al caer, después de la ley de matrimonio igualitario, debería ser un aviso). Entonces, hagámosla sencilla: brindemos por la flexibilidad y esta noche cojamos todas haciendo el puente. In Página 12

“Tus mamás irán al Infierno”

Por Ana María Fernández

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En familias formadas por dos mujeres con hijos la elección del colegio para sus chicos suele ser difícil. Una muchacha muy católica expresa que. si bien hubieran preferido un colegio religioso, desistieron de esa elección porque temen que allí traten a sus niños con más prejuicios: “Las dos somos de religión católica. Fuimos a colegios católicos. Hicimos todos los ritos de bautismo, comunión, confirmación. Hoy ninguna de las dos es practicante. Por ejemplo, hemos decidido no bautizar a nuestro hijo. Por una cuestión de principios. Pienso que en la Iglesia hay una hipocresía muy grande. Yo no me sentiría capaz de hacer bautizar a nuestro hijo en una religión que le dice que su modelo de familia es no solamente pecado, sino que la van a fulminar, que tus mamás se van a ir al infierno. Siento que no le estaría haciendo ningún bien tratar de criarlo en una religión que no quiere su modelo de familia, que no quiere lo que él es, de donde él viene. Creo que eso le crearía muchísimo más conflicto, por lo menos al principio. Las dos estamos de acuerdo en que, si él después quiere descubrir su camino en cualquier religión, que no tiene por qué ser la católica, lo vamos a apoyar. Y bueno, veremos”.

Si bien todos y todas han celebrado la ley de matrimonio igualitario, no todos/as tienen particular interés en usar este derecho. En el caso de las parejas mujer-mujer, esto está más unido a la idea de tener hijos. Incluso ya cuentan con organizaciones de activistas que brindan todo tipo de asesoramiento para hacer efectiva la inscripción del nacimiento de sus hijos e hijas.

Por un trabajo conjunto de las organizaciones Lesmadres, 100% Diversidad y Derechos y el Centro de Estudios Legales y Sociales, se constituyó el primer registro de familias LGTB con hijos e hijas. Se propone llevar adelante una base de datos para “fortalecer la comunicación y el conocimiento de distintas composiciones familiares”. Ya está constituida la Red Nacional de Familias LGTB.

NUEVOS MODELOS DE FAMILIA “Mujer-mujer”

Una investigación sobre familias formadas por dos mujeres con hijos/as releva cuestiones como de qué modo llegan a determinar cuál de las dos llevará el embarazo por fertilización asistida; cómo se procesa la aceptación, o no, por las familias de origen; las elecciones sobre fidelidad, religión, y también el “riesgo del encierro en relaciones especulares”.

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Por Ana María Fernández *


La investigación “Modos de subjetivación contemporáneos: diversidades amorosas, eróticas, conyugales y parentales en sectores medios urbanos” (Proyecto UBACyT, en curso en la ciudad de Buenos Aires) incluyó entrevistas a familias formadas por dos mujeres con hijos/as. Se constata que una de las primeras cuestiones a resolver para la formación de estas familias fue cuál de ellas llevaría el embarazo. En algunos casos se resuelve por la más joven o por la más apta físicamente para la fertilización asistida. En otros casos, una de ellas expresa su falta de interés, dificultad o rechazo a sostener las transformaciones corporales de un embarazo, la experiencia del parto, etcétera. Si bien las entrevistadas expresan que son siempre decisiones tomadas de común acuerdo, algunas veces puede inferirse una mirada un poco envidiosa frente a la gestante. En algunos casos, expresan que para un próximo embarazo les gustaría que cambiara la gestante. Quien expresa este anhelo suele ser la que ha gestado y parido, más como una oferta de paridad a su compañera que por desagrado frente a la experiencia vivida, que, muy por el contrario, es relatada como de gran felicidad (contrastan con esta felicidad los relatos de embarazos por fertilización asistida que realizan las mujeres heterosexuales, quienes transitan los sucesivos intentos con esperanza pero con mucha angustia y temores).

En otros casos, a la hora de pensar en tener hijos, la adopción puede ser una de las opciones imaginadas. Una entrevistada expresa: “Lo hablamos un montón, nos reímos. Nos parece una locura, pero por otro lado no. Hoy en día yo no tengo ganas de tener hijos, pero creo que en algún momento me va a dar ganas… Hoy no tengo esa sensación, ella tampoco. Ella me carga y me dice que tendría que ser yo la que tenga el bebé. A ella le da mucha impresión, no podría estar embarazada. Le da mucha impresión el embarazo. No podría tener ella el bebé, pasar por un parto…”. Luego la entrevistada vuelve sobre el tema: “También tenemos la posibilidad de adoptar. Es algo que vemos viable en un futuro… no que necesariamente sea un embarazo de ninguna de las dos”.

Obsérvese la construcción de la última frase. Posiblemente habría querido decir “… no necesariamente que el embarazo sea de alguna de las dos”. En la construcción gramatical que compuso posiblemente se exprese una de las más duras claves del conflicto. ¿Podría ser que, en las latencias que sostendrían este acto fallido, la tensión a dirimir fuera “para que no sea de alguna de las dos… que no sea de ninguna”?

En estas familias también suele coincidir que quien lleve adelante el embarazo disminuya o interrumpa su vida laboral y se dedique más a la crianza, como en la mayoría de las parejas actuales constituidas por una mujer y un varón. En nuestras clases medias está muy naturalizado que, con la llegada de los hijos, la mujer deba disminuir o detener su vida laboral. Además, la mayoría de las entrevistadas generalmente han alcanzado altos niveles educativos y de capacitación laboral, o al menos viven en un medio donde las credenciales educativas y los éxitos laborales suelen ser objeto de alta valoración. Por tal motivo es de suponer que el repliegue por la maternidad sea vivido con tensiones muy específicas, aunque no siempre explicitadas con claridad.

En realidad, llama un poco la atención que este imaginario colectivo y sus prácticas se replique en toda su naturalización en algunos matrimonios de dos mujeres. Es tanto lo que han tenido que transgredir de la heteronorma e inventar por fuera de ella, que la eficacia y eficiencia de este imaginario maternal clásico ameritará futuras investigaciones. También habrá que esperar a lograr casuística de paternidades de dos varones y ver allí desde qué nuevos imaginarios paternales se organizan las prácticas cotidianas de la crianza.

Sí pueden constatarse diferencias significativas al interrogar sobre la división de tareas domésticas. Suelen expresar que no es un tema conflictivo. “Cada una hace lo que más le gusta” es la respuesta que más se reitera. Tampoco expresan tensión o dificultades respecto del dinero que aporta cada una. Frecuentemente, ni las responsabilidades domésticas ni la “propiedad” del dinero han tenido que ser conversadas o consensuadas. Relatan que todo esto se ha ido dando en la convivencia con naturalidad. Las más jóvenes, en convivencia pero sin hijos, pueden plantear que mantienen cuentas separadas, pero que aportan según lo que se va necesitando. Ante las repreguntas de quien entrevista, suelen sonreír o sorprenderse de que las cuestiones de reparto de tareas domésticas pudieran ser tema de conflicto.

En general, en las entrevistas de mujeres en relación con mujeres puede percibirse el intento de hacer visible a quien entrevista que todo funciona muy bien. Con independencia de las distancias que suelen producirse entre los relatos y las prácticas en cualquier entrevista, es probable que en estos casos esté presente ese efecto de triunfo, de entusiasmo, que suele animar a los o las pioneras de cualquier innovación social. La alegría de los logros personales, sociales y legales que en este momento acontecen posiblemente ponga esa dosis de potencia subjetiva imprescindible para sostenerlos, pero que necesariamente minimiza las dificultades o conflictos.

Quisiera detenerme en un detalle. En nuestra investigación, en el grupo de mujeres en pareja con mujeres, en más de una ocasión se presentaron las dos integrantes a la entrevista, aun cuando la consigna había sido muy clara en cuanto a que la entrevista era individual. Esto no ocurrió con ningún entrevistado gay ni con hombres o mujeres heterosexuales. Si bien en general contestaba el cuestionario una sola de ellas, la otra asentía, hacía gestos, tenían miradas de complicidad. Pareciera que ir a todos lados juntas sería una modalidad habitual. Al señalárselo quedan sorprendidas, suelen verlo como algo muy natural. Ninguna ofreció retirarse. Su actitud no era de incomodidad por haberse equivocado al presentarse ambas, sino, por el contrario, aprovechar la oportunidad de mostrar qué excelente relación han constituido, que no se separan en ningún momento…

¿Este detalle será indicio de un modo de vinculación específico de algunas relaciones mujer-mujer? ¿Desde qué posicionamiento subjetivo-vincular se organiza tal especificidad? ¿Cómo se configura tal naturalización? ¿A qué costo? ¿El orgullo que algunas evidencian de ir a casi todos lados juntas correrá el riego del encierro en relaciones especulares?

No puede evitarse la posiblemente incorrecta comparación con las parejas mujer-varón. Si en una entrevista a una mujer en pareja con un varón éste se hiciera presente y permaneciera, si él no ofreciera retirarse, si la entrevistada buscara en él aprobación de lo que expresa, etcétera, ¿no circularía en quien realiza el trabajo de campo cierta idea de un hombre posesivo y controlador, de una mujer con significativa impronta subjetiva de subalternidad?

“Ser como soy”

En general, en las entrevistas de relaciones mujer-mujer tomaron mucho más lugar las vicisitudes previas acerca de cómo informaron a sus familias su “condición”, que las posteriores situaciones de comunicar que se irían a vivir juntas, que se casarían o que habían decidido tener un hijo. La no aceptación de las familias, por lo menos en un principio, es narrada en todos los relatos como tránsitos realizados con miedo, dolor, sufrimiento. Pero una vez constituidas ellas como familia, algunas tienen trato muy frecuente con ambos grupos familiares de origen, van a pasar los domingos y feriados, reciben ayuda económica para comprar su casa o su auto, nos dicen que todos se alegran con la decisión del embarazo y la llegada del nieto o nieta.

Algunos relatos señalan que la primera y mejor aceptación familiar provino de alguna de sus abuelas, cuestión que sin duda pone en interrogación el imaginario de un progreso lineal de aceptaciones generacionales. Otras, pasados los años aún padecen la no aceptación de su posicionamiento o las dificultades de aceptar la existencia de su pareja: “Mi mamá casi no puede hablar del tema. Hace cinco años que estoy en pareja, pero ella no la conoce. A mi papá se lo pude contar recién hace dos años y reaccionó re-bien. Al tiempo la conoció y cada tanto me pregunta por ella. Para mi mamá es todo un tema, no puede, se resiste. Al principio fue terrible para mí. Lo sufrí un montón. Estuvimos mucho tiempo sin hablarnos. Yo fui siempre muy compinche con ella. Y de repente eso…, algo se abrió ahí entre nosotras.”

El sufrimiento, la dificultad o el miedo de comunicar a las familias su posicionamiento erótico-sexual parece estar centrado en el disgusto o la desilusión que provocaría en sus seres queridos, pero hasta ahora en ninguna entrevistada –a diferencia de tantos varones gays– hubo mención a sentirse culpables de “ser como soy”. Tampoco refieren haberse conflictuado por “su diferencia”, aun aquellas que han tenido educación religiosa. Los relatos de la ausencia de conflicto al registrar su atracción por las mujeres los hemos encontrado tanto en mujeres que desde un principio se relacionaron con mujeres como en las que comenzaron tras algunos años de relaciones con varones: “Yo siempre estuve en parejas con chicos hasta los 30 años y ahí me empezaron a gustar las mujeres y muy rápidamente me puse de novia. Es mi única pareja mujer. Hace cuatro años que estamos juntas. Yo nunca me sentí mal por lo que me pasaba. Fue como un ‘¡Uy, qué loco que me pase esto ahora, a esta edad…!’. Fue una novedad, pero nunca lo sentí como un peso. Sí me preocupaba cómo decírselo a mis viejos. No sabía cómo iban a reaccionar”.

En cuanto a su vida sexual conyugal, aquí también encontramos una similitud con parejas de mujeres-varones con hijos. Está muy naturalizado que con la llegada de los hijos disminuyen los encuentros sexuales de la pareja. Ofrecen los mismos argumentos: cansancio, falta de tiempo. Les gustaría disponer de más tiempo, pero, como es algo tan natural, no tratan de implementar estrategias para remediarlo. Simplemente es así.

Con respecto a la moral sexual, en particular la fidelidad, en algunas parejas, particularmente las más conyugalizadas, es condición indispensable, suponen que la violación de este criterio sería inadmisible y volvería inviable la pareja. Otras consideran que es un requisito difícil de cumplir en el largo plazo y están abiertas a otras relaciones. Otras, particularmente las más jóvenes, plantean que la posibilidad de otras relaciones debe estar planteada desde el principio; aquí lo importante sería no engañar, entendiendo por engaño la mentira o el ocultamiento. “Tengo una pareja estable y el planteo desde el inicio es que sea una relación abierta, lo cual implica que ambas partes podemos relacionarnos con otras personas, tanto sexual como afectivamente, sin que esto afecte al núcleo del vínculo en sí. Todo el tiempo estamos con un montón de personas. Intervenimos en lugares distintos. En todos esos lugares hay gente que nos puede atraer más o menos. Bueno, la idea es la sinceridad. Las dos estamos al tanto de las otras parejas ocasionales que tiene cada una. A partir de allí, básicamente la relación consiste en nosotras por un lado y cada una de nosotras con otras personas por el otro. Tratar de armar este tipo de relación es parte de la igualdad y la honestidad.”

Con respecto a su identidad sexual, las respuestas son muy variadas. Algunas jóvenes se autodenominan lesbianas e incluso algunas de ellas militan en organizaciones que activan en distintos ámbitos de las diversidades sexuales. Una entrevistada expresa: “Yo me defino como lesbiana. Pero no sé muy bien si sería una identidad. Las identidades tienen un montón de cosas atrás. Por ejemplo, te dicen que los afroamericanos son de tal manera, los judíos de tal otra, las mujeres tienen una determinada… Entonces, si bien me defino de esa manera, no sé si tomarlo como una identidad. Para mí es más una cuestión de objeto de amor, no mucho más. Mi objeto amado son las mujeres”. Ríe con picardía y agrega: “Sin embargo me atraen algunos varones, claro que algunos que tienen características femeninas… podemos decir que seguimos en el mismo terreno”.

A otras, aunque están muy seguras de que sólo les interesan las relaciones con mujeres, no les gusta la denominación “lesbiana”. No siempre saben explicar claramente por qué, pero pareciera inquietarles que la nominación pueda significar ghetto, encierro entre iguales. Otras portan la nominación “lesbiana” con naturalidad y dicen que asumirla fue un elemento importantísimo en su construcción identitaria y su autoafirmación.

Algunas siempre establecieron vínculos sexuales o amatorios con mujeres. Otras vienen de relaciones con varones y la convivencia actual es su primera o segunda relación con una mujer. Cuando la entrevista abre interrogación a cómo fue este tránsito, consultando específicamente si fue conflictivo, generalmente responden que no las problematizó. Si bien expresan que quieren estar con su novia o esposa “hasta que la muerte nos separe”, pueden no considerarse homosexuales. Se han enamorado de “esa persona” y punto.

Algunas que se autoperciben como lesbianas dicen sentirse, a veces, atraídas por mujeres en relaciones de pareja con varones: “Quedé un poco afectada de una relación que tuve hace un tiempo con una amiga que se define heterosexual y que, de modo oculto, por supuesto, estuvo un tiempo conmigo. Pero lo que yo le hacía a ella, ella no me lo hacía a mí. Nunca pudo salir de su rol pasivo. En realidad, saber que ella era heterosexual me despertaba cierto morbo pero después de un tiempo la cosa me empezó a molestar. Yo era algo así como un objeto de diversión para ella y eso no me gustaba. Las reglas no estaban claras, no eran las mismas para las dos”.

Varias relatan que fue “un flechazo a primera vista” y que desde ese momento no se separaron. Suelen considerar que la dificultad de comunicarlo y de ser aceptadas por sus familias fue mayor que con sus amigos y relaciones sociales cercanas. En el ámbito laboral suelen tomar más recaudos. Las más jóvenes, todavía en noviazgos sin convivencia, ante la pregunta por situaciones de discriminación social, suelen decir que no han sido demasiado importantes. Algunas señalan que tal vez éste sea un beneficio de la invisibilidad que las relaciones entre mujeres aún tienen en nuestra sociedad. “Dos chicas de viaje, juntas en un restaurante o en el cine, a nadie hace sospechar que son pareja”. Relatan con cierta picardía que cuando van por la calle de la mano no faltan algunos muchachos que les griten alguna grosería; también es muy frecuente que ellos se ofrezcan para formar un trío. Cuando cuentan estas situaciones, si bien registran claramente la agresión, algunas no se sienten muy atacadas; más bien expresan cierta lástima, los ven como tontos. Otras los encaran y se autoafirman cuando los muchachos “se van al mazo”. Otras se quedan rumiando su rabia, se arrepienten de “no haber encarado”.

Las que ya tienen hijos expresan que tuvieron y tienen dificultades de aceptación en la escuela de los chicos, pero entre los adultos, no con los niños y niñas compañeritos de sus hijos e hijas. Una de ellas relata una anécdota muy divertida con una niña de Lesmadres (grupo de acción política integrado por familias de lesbianas madres que decidieron tener hijos e hijas en pareja) en el jardín de infantes: “Yo tengo dos mamás”, le dice una nena a otra, que piensa un momento y responde): “Bueno, yo tengo dos abuelas”.

* Profesora en la Facultad de Psicología de la UBA. El texto es un fragmento de “Amores diversos: saberes, poderes y placeres” que integrará el libro en preparación Diversidad familiar, cuidados y migración. Nuevos enfoques y viejos dilemas (Herminia Gonzálvez Torralbo, comp.; ed. Universidad Alberto Hurtado, Chile).

Revuelta de Stonewall. Será que es hora de escribirla con mano lesbiana

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A Rebelião de Stonewall foi um conjunto de episódios de conflito violento entre gays, lésbicas, bissexuais e transgêneros e a polícia de Nova Iorque que se iniciaram com uma carga policial em 28 de Junho de 1969 e duraram vários dias. Teve lugar no bar Stonewall Inn e nas ruas vizinhas, e é largamente reconhecida como o conjunto de eventos catalisadores dos modernos movimentos em defesa dos direitos civis LGBT. Stonewall foi um marco por ter sido a primeira vez em que um grande número de pessoas LGBT se juntou para resistir aos maus tratos da polícia contra a comunidade. Wikipédia.

The Stonewall Inn, (cerca de 2005), na Christopher Street, em Manhattan, Nova Iorque.

Bar Stonewall Inn, (cerca de 2005), na Christopher Street, em Manhattan, Nova Iorque.

ESCRIBIENDO LA HISTORIA

La presencia torta en la histórica revuelta de Stonewall del 28 de junio de 1969 ha sido escamoteada sistemáticamente en casi todos los relatos. Será que es hora de escribirla con mano lesbiana.

Por Sandra Aguilar
Desde El Fuego/ Página 12

Cuando se piensa en la presencia lesbiana en Stonewall se suele tener la sensación de que hay un gran agujero. Sabemos que estuvieron pero hay una ausencia de relatos. Apenas puedo pensar en la escena que describe una butch de la época, testigo y parte de los disturbios. Se trata de Stormé DeLarverie, nacida en Nueva Orleáns, hija de una mujer afrodescendiente. Le decían la “Rosa Parks” lesbiana. Es conocida mundialmente como “la lesbiana de Stonewall”, y que sólo se haya popularizado una de ellas por supuesto da para pensar. Además, si se quiere saber de ella, hay que rastrearla especialmente; no es un dato que aparezca de buenas a primeras. En su relato de los hechos cuenta que se la estaban llevando en un camión de policía, como a muchos otros detenidos y detenidas, mientras ella forcejeaba con cuatro uniformados. No era la primera que se llevaban, claro. Stormé nota que mientras se la quieren llevar hay gente que mira. Y les grita a los espectadores “¿Por qué no hacen algo?”. Se dice que ese grito fue uno de los tantos disparadores para que la gente reaccionara y los disturbios comenzaran. Allí empieza el histórico enfrentamiento con la policía. Hay algunos, otros pocos, relatos lésbicos de esa noche. Por ejemplo, los testimonios de que los agentes “intimidaban inapropiadamente” a un grupo de lesbianas mientras les hacían los cacheos en los baños. El maltrato y el clima de tensión no eran nuevos, sino algo sistemático, pero lo que ocurre es que la gente esa noche reaccionó.

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Stormé DeLarverie, conocida mundialmente como “la lesbiana de Stonewall”

Stormé DeLarverie, conocida mundialmente como “la lesbiana de Stonewall”

En los últimos años se ha venido pensando como acto de reparación histórica mencionar la presencia y el protagonismo de las travestis en lo que es recordado como un hecho histórico fundamentalmente marica. ¿Y qué pasa con la presencia lesbiana en Stonewall? El ingreso de la disidencia sexual en la historiografía de las sexualidades en general es bastante tardío de por sí. Y el ingreso del activismo lesbiano y de las sociabilidades lesbianas incluso dentro de la historia de la disidencia sexual es más tardío todavía. Recuerdo una conversación que tuve con Mabel Belluci en la que le consultaba por material para una investigación sobre el activismo lésbico. Su respuesta fue muy clara: “La historia del movimiento fue escrita en clave marica”. Si queremos historia lesbiana, tenemos que escribirla nosotras. Incluso hoy, en Estados Unidos, historiadores e historiadoras de la disidencia sexual señalan algo similar: fundamentalmente las activistas, y no tanto las académicas, han sido las responsables de historizar la sociabilidad lésbica. Joan Nestle —cofundadora de LHA (Lesbian Herstory Archives)—, una activista norteamericana que viene escribiendo sobre la historia y la socialización lesbiana, es una referente y un ejemplo de esto. Nombrarnos como parte de la historia es una tarea militante. No significa salir a decir que las lesbianas hayamos sido las protagonistas de Stonewall, pero sí implica empezar a preguntarse por este ninguneo. La pregunta, entonces, es quiénes y desde dónde escriben la historia, incluso la historia de la disidencia sexual. Tampoco la respuesta es responsabilizar a las maricas, sino ver cómo damos las lesbianas la disputa por aparecer en la historia que se escribe. Cuando nos hacemos estas preguntas, delimitamos cuestiones políticas sobre qué relatos se visibilizan y cuáles no. Y el porqué de esa selección.

Es cierto que quienes escriben la historia también lo hacen con los recursos discursivos de su momento. Por ejemplo, la palabra que en esa época se usaba para nombrarnos era “homosexualidad”. Se habla de la criminalización de la homosexualidad como una cuestión general, abarcativa. Todavía la identidad política lesbiana no estaba siendo pensada con sus propios términos o de la manera en que la conocemos hoy. Para eso va a haber que esperar a Adrienne Rich y Monique Wittig, y la denuncia que ellas hicieron de la invisibilización sistemática y la reivindicación de la existencia lésbica como resistencia política.

Con Stonewall se inauguró un proceso de alianza y coalición entre distintas identidades de la disidencia sexual, incluyendo la lesbiana. Y tuvo lugar un pasaje del hartazgo de la represión y la criminalización a la disputa colectiva por la visibilidad. ¿Por qué nos interesa Stonewall a las lesbianas argentinas? Por muchísimos motivos: para inscribirnos en una genealogía del movimiento lgbtti, para pensarnos como parte de este hito de la historia del encuentro. Para profundizar también en qué estaba pasando acá en ese momento de la mano del Frente de Liberación Homosexual, por ejemplo. Para aprender cómo se construían en estas tierras alianzas y estrategias propias para luchar contra la represión policial. Para pensar en todos los años que tuvieron que pasar para que se constituyera en la Argentina un activismo lésbico dentro un movimiento lgttbi.

Las mejores películas lésbicas (trailers)

por Sara Bea

Reconócelo, te gusta el cine, y te gusta ver películas de temática lésbica, de hecho en cuanto te enteras de una que no conocías o que se estrenó hace poco, en la que se vive el romance entre dos mujeres, tardas nada y menos en verla. Pero también te pasa a ti, si, un día estas en tu casa, sin nada que hacer o con mucho en tu cabeza, pero con ganas de disfrutar de una película que retrate algo con lo que te sientas identificada, y te dispones a buscar en el videoclub de tu barrio, o un alquiler on line, con total entusiasmo. Después de aburrirte buscando descubres que ya no tienes ganas ni tiempo de películas, que no has encontrado ninguna, o que las que has encontrado son las mismas de siempre que ya tienes más que vistas.

Pues bien, aquí tienes una lista de las mejores películas y documentales de todos lo tiempos de temática lésbica. Las hay para todos los gustos, desde la tragedia de un romance imposible, hasta el romanticismo de un amor ideal. Esta es la lista definitiva de películas que no te puedes perder o que si ya has visto deberás repetir, porque más de una merece la pena verla en varias ocasiones. 

 

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La administración académica de la sexualidad

DIALOGO CON RAFAEL BLANCO, AUTOR DE UNIVERSIDAD INTIMA Y SEXUALIDADES PUBLICAS

 

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Blanco, investigador de la UBA, observa que en la universidad pública persisten regulaciones que marginan la diversidad sexual. Analiza estereotipos y la incidencia de los saberes que se enseñan en diferentes facultades. Los baños, las fiestas y las agrupaciones.

“Un terreno es el de la ley, donde habría cierta igualdad, y otro terreno es el de la norma, donde hay desigualdades que prevalecen y se fortalecen”, señala el investigador del Instituto Gino Germani (UBA) Rafael Blanco, para explicar por qué en un ámbito como la universidad pública persisten las regulaciones que llaman a discreción a las identidades sexuales diversas y determinan qué es lo que puede ser exhibido y lo que debe ser ocultado o recluido a espacios de sociabilidad marginales. A partir de un trabajo de campo en las facultades de Psicología y de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, Blanco dio forma al libro Universidad íntima y sexualidades públicas. La gestión de la identidad en la experiencia estudiantil (Miño y Dávila), donde observa el desembarco de los mundos íntimos de los estudiantes en la vida universitaria. Si bien rescata ciertos “núcleos dinámicos” que impulsan la transformación al interior de la institución, considera que la universidad pública se encuentra rezagada respecto de algunos debates activos en la sociedad y que el modo en que son apropiadas las agendas de género por parte de las agrupaciones estudiantiles –donde “género” es homologado a “mujer”, por ejemplo– redundan muchas veces en “un gesto conservador”.

–En su libro se propuso indagar la relación problemática entre aquello aparentemente del orden de la intimidad (la sexualidad, el género) y una institución pública (la universidad). ¿Cuál fue la riqueza que encontró en este cruce?

–En los últimos 10 años cambiaron muchas leyes en torno a la sexualidad en Argentina, desde la unión civil a la identidad de género, y empezó a haber mucho trabajo sobre qué pasaba en la escuela y muy poco relacionado con qué sucedía en la vida cotidiana de la universidad. Así que la primera riqueza que encontré fue una vacancia, es decir, algo que no estaba explorado, como si en la universidad no pasara nada, como si no hubiera formas de regulación del género y la sexualidad y, justamente, lo que yo encontré en la investigación es que también se producen formas de regulación de lo correcto, lo incorrecto, lo esperado, lo posible.

–¿La universidad replica las regulaciones que excluyen, ocultan o llaman a discreción identidades y conductas en la esfera pública?

–Creo que no las replica, sino que las encarna desde otra lógica. Es decir, media el lugar del conocimiento legítimo, que es fuertemente regulador. Pongo un ejemplo: en la Facultad de Psicología, una facultad con un 80 por ciento de mujeres, encuentro un graffiti en el baño que dice “¿Dónde están las lesbianas en esta facultad?” Entonces ahí empecé a explorar qué pasaba con la invisibilidad de las lesbianas en esa facultad. Uno ahí se topa con el discurso normativo de cómo es apropiado el psicoanálisis en la vida cotidiana. Muchas veces, aquello que se aleja de la norma en esa facultad desde la mediación del conocimiento es leído de un modo peyorativo, patológico. Creo que la regulación del género y la sexualidad en la universidad dependen más de las culturas institucionales de cada facultad que de la universidad como un todo.

–¿Tiene consecuencias manifestar en la universidad una identidad que se desmarque de la heterosexualidad hegemónica?

–Sí, pero no es lo mismo ser varón gay, que ser mujer lesbiana, que ser persona trans. Las formas de visibilidad, los grados de aceptación y la forma de legitimidad para encarnar expresiones de género e identidades sexuales no heteronormativas son muy distintas.

–En su libro propone que existe una relación entre el conocimiento impartido en cada facultad y las regulaciones sexogenéricas que alcanzan a los estudiantes. ¿Cómo es esto?

–Pongo un ejemplo: en las entrevistas que hice, todo el mundo refería que el 80 por ciento de los estudiantes de Psicología eran mujeres, que el 20 por ciento eran varones y que, de ese 20 por ciento, al menos el 10 eran homosexuales. Un poco la idea era “todos los varones de Psicología son gays”. Cuando uno entrevista a varones de Psico no todos son gays o no todos se asumen de ese modo, y si lo hacen no necesariamente lo hacen dentro de la facultad, o lo hacen de maneras muy restringidas. La pregunta es un poco: ¿cómo es eso que es tan hablado, pero al mismo tiempo tan poco vivido en el espacio de la institución? Y ahí sí hay una relación con el saber. Hay mucha discusión entre la teoría queer y el psicoanálisis sobre cuál ha sido el impacto que ha tenido en la vida cotidiana las visiones normativas de, por ejemplo, la homosexualidad como perversión, que si bien han sido superadas teóricamente, en la práctica siguen apareciendo en la forma de sentido común. Por otro lado, en Exactas aparece muchas veces la apelación al orden de la naturaleza para explicar lo normal y lo patológico, aunque tampoco es tan habitual. Yo esperaba encontrar en Exactas una facultad hipernormativa o represiva y en Psicología una institución totalmente tolerante, y me encontré lo inverso.

–¿Por qué?

–Porque las culturas institucionales son muy distintas. Exactas queda al lado del río (en Ciudad Universitaria), alejada de la Ciudad, con una carga horaria infernal, y Psicología está ubicada en el medio del Once, con cursadas de tres horas, dos horas. La gente de Exactas se siente parte de la institución, se apropia del espacio y eso lleva a politizar la propia experiencia de género o sexual. Y Psicología es una facultad donde cuesta mucho tener espacios de encuentro, de sociabilidad, encontrarse con los docentes, y esa debilidad institucional también lleva a formas de apropiación mucho más débiles. Entonces, la gente no termina vinculándose fuertemente con la institución y deja aquello que puede ser objeto de algún tipo de conflicto fuera de la experiencia universitaria.

–Atento a la dimensión espacial de las regulaciones sexogenéricas en la universidad prestó atención particularmente a lo que ocurre en los baños y las fiestas. ¿Qué pudo observar?

–En las entrevistas empezaban a aparecer muchos relatos acerca de los baños y una alumna de Psicología me comentó que allí había un montón de invitaciones y propuestas entre mujeres. Eso me dio lugar a preguntarme si eso se traducía luego en formas visibles; si había relaciones entre mujeres en el espacio de la facultad, si se veían del mismo modo en que todo el mundo relata noviazgos heterosexuales. Me comentaban que no, que la visibilidad lésbica sigue siendo un tema al día de hoy, entonces eso me llevó a indagar cómo en los baños podían darse formas de sexualidad que estaban vedadas a la mirada pública. Y en los baños de varones sucede otra cosa; no está vedada la visibilidad gay y los baños funcionan como lugares de accesibilidad, para tener un encuentro sexual o para arreglar una cita. Entonces, en los baños encuentro formas de sociabilidad que están vedadas en el espacio público. No es que no sucede en las facultades, sino que ocurre en espacios restringidos a las miradas.

–¿Y en las fiestas?

–En las fiestas de Psicología vi grandes rituales de construcción de heterosexualidad. En los guiones que orientan, se va a una fiesta universitaria a divertirse, se va a conocer gente, se va a levantar, pero siempre eso mediado por el encuentro heterosexual, que tiene sus propias formas de vestirse, de hablar; también se construye. En las fiestas de Exactas encontré algo distinto, pero por lo mismo. Son fiestas más chicas, de personas de la facultad, donde hay otra idea de comunidad. Entonces eso habilita la posibilidad de lazos que necesariamente están regulados por la normativa heterosexual.

–¿Se puede concluir que las distintas identidades sexuales encuentran diferentes espacios de sociabilidad?

–Sí, pero desiguales. Un poco el libro termina con la idea de identidad pública, que se usa para dar cuenta de cómo algo que era del orden de la intimidad hoy está abierto a la mirada de todos. A mí me interesa esta idea para pensar que hay identidades que pueden ser públicas: la pareja heterosexual –y no toda pareja heterosexual; también la diferencia de edades sigue siendo fuertemente regulada, la relación entre estudiantes y profesores o profesoras–, y hay intimidades privadas: están privadas de la mirada y son corridas a otros espacios. Uno suele pensar la universidad como lugar democrático, pero un terreno es el de la ley, donde habría cierta igualdad, y otro terreno es el de la norma, donde hay desigualdades que prevalecen y que además se fortalecen.

–Usted señala que en cada facultad se puede identificar un arquetipo muy claro del “estudiante típico” señalado por los mismos estudiantes. ¿Qué efectos tiene?

–En todas las entrevistas que hice en Psicología, al describir la vida cotidiana describían a la típica estudiante: “minita”, frágil emocionalmente. Ahora, nadie encarnaba esa minita, nadie decía “yo soy esa minita”. ¿Qué quiere decir “minita” ahí? Está señalando a un tipo de mujer, es un ideal regulatorio. Es decir, es el lugar a no encarnar. Lo mismo con el “varón puto”. Todo el tiempo diciendo que los de Psicología son gays y muy difícilmente alguien dijera “yo soy ese varón gay”. Observé mucha circulación de estereotipo, que de algún modo a lo que viene es a sancionar la manifestación en el espacio público de algunas feminidades y algunas masculinidades, va marcando identidades degradadas de la norma.

–¿Qué lugar ocupan hoy en la universidad pública las políticas de género?

–Las agrupaciones estudiantiles comenzaron a tomar muchos temas que empezaban a estar en la agenda en estos años, como la diversidad sexual o las cuestiones de género. Ahora, género en la retórica de las agrupaciones quiere decir mujer, entonces si bien hay una apropiación de una agenda de derechos en torno al género, esa apropiación es muy selectiva y termina redundando en un gesto conservador, donde se fortalece la idea de género como mujer, cuando en realidad hay debates que hacen estallar al binomio varón/mujer. O aparece una agenda en torno al aborto que nunca termina de interpelar a las propias estudiantes que abortan. Hay cierta escisión entre el discurso universitario de las agrupaciones y la vida universitaria. A veces parece más una agenda externa que una problematización de la propia vida universitaria. A nivel institucional, si bien en los últimos años aparece una preocupación por tomar estos temas desde la universidad, en términos generales uno puede decir que hay cierta inercia, falta un debate en torno a estas cuestiones.

Entrevista: Delfina Torres Cabreros.

 

Lesbianas

soy

 

por Liliana Viola
A
JANE ADDAMS
Estados Unidos 1860-1935
Socióloga, reformadora social, feminista

Las puertas de la mansión donde vivía Jane Addams no descansaban jamás: entraban y salían unas 2000 personas por día. Jane y su amiga Ellen Gates Starr eligieron el barrio más pobre de Chicago para fundar la Hull House, el primer hogar de su país dedicado a recibir inmigrantes, mujeres sin familia, estudiantes, estudiosas y más interesados. Mientras políticos y economistas famosos aseguraban que los pobres eran pobres por naturaleza y que por eso las familias de pobres que serían pobres hasta el fin de los tiempos, Jane demostró que eso era una reverenda estupidez. Demostró más: que cambiando las condiciones de vida, las cosas cambian. ¿Quién dijo que la casa de Jane era un hogar? Era un parque de diversiones con guardería infantil, galería de arte, cocina pública, café, gimnasio, piscina, taller de encuadernación, escuela de música, compañía de teatro, biblioteca, taller para chicas y un servicio de búsqueda de empleo. Tan maravillosa era la Hull House que políticos, economistas y filósofos fueron hasta allí a sacar ideas sobre cómo se construye un mundo mejor. Con Jane como madrina, nacía la asistencia social. Jane, además, se ocupó, con otras amigas, de cambiar leyes, como la que prohibía el trabajo infantil, o crear otras, como la que permitía votar a las mujeres. En esa casa, que hoy es un museo viviente, vivió 35 años con su compañera Mary Rozet Smith en una unión que ella misma solía llamar “nuestro matrimonio”. El amor entre señoras estaba muy mal visto en ese entonces, pero las señoras que se amaban se las rebuscaron bastante bien: durante el siglo XIX se conoció como matrimonio bostoniano esa costumbre de vivir juntas, trabajar cada una en lo suyo, aportar dinero al hogar, pensar y decir lo que quisieran, divertirse juntas y no casarse con un hombre si no les gustaba ninguno. Lo que de verdad molestó a mucha gente de su país fue su fuertísima oposición a la guerra mundial. Recibió muchos ataques y también recibió el Premio Nobel de la Paz.

B
NATALIE CLIFFORD BARNEY Y AMIGAS
Estados Unidos 1876-Francia 1972
Escritora y salonera

Era rubia, norteamericana y millonaria. Un día oyó que una escritora argentina dijo “El hombre fue mi patria” y ella entendió que si dejaba los EE.UU. que era su Patria, podía enamorarse de mujeres. En París se compró una casa con un gran jardín y un pabellón de mármol al que llamó “el templo de la amistad” y allí recibió a todo el mundo siempre que fuera famoso. Pero ciertos días sólo se admitía a mujeres. Las chicas jugaban a disfrazarse, a recitar y al oficio mudo. Una vez Natalie invitó a la espía Mata Hari, que pretendió entrar al jardín montada en un elefante, pero no la dejaron y le dieron a cambio té con galletitas. Entre las invitadas más frecuentes estaba la escritora Djuna Barnes, autora del libro El almanaque de las damas, donde Natalie figuraba con el nombre Evangeline Musset y era transformada en santa; iba mucho la periodista Janet Flanner, de quien Natalie (que era muy ingeniosa) decía “Es brillante como un botón, pero ¿a quién le importa un botón?”. También estaba la poeta Renée Vivien, a quien sólo le importaban dos cosas: hablar de la muerte y estar flaca. Para hablar de la muerte escribía poemas tristísimos y para estar flaca se alimentaba con una cucharada de arroz diaria. Miss Barney fundó la Academia de mujeres en contra de la Academia francesa de letras, que sólo admitía a varones. En su academia, ellas leían las primeras traducciones de Safo y aprendían unas de las otras sin ninguna maestra ciruela. La novia más duradera de Natalie (cincuenta años juntas) fue la pintora Romaine Brooke, a la que apodaban El Cochero. Natalie escribió muchos libros, pero lo que mejor hacía eran frases cortas y malignas que quedaban muy bien en el medio de una polka, como “la ventaja del amor a primera vista es que retrasa una segunda vista”. Murió a la friolera de 96 años, dicen que porque nunca, nunca dejó de estar enamorada. M. M.

C
CRISTINA PERI ROSSI
Uruguay 1941
Escritora

Cuando era muy chica y vivía en Montevideo, se pasó todo un verano tratando de aprender a silbar. Cuando por fin le salió un chiflido poderoso, su madre la retó: “Las señoritas no silban”. Cristina era una niña solitaria, no porque le gustara estar sola, sino porque la casa familiar estaba llena de personas grandes: los hombres demasiado serios; las mujeres demasiado ocupadas con las cosas de la casa. No le gustaba nada la realidad que le estaba tocando y por eso decidió fabricarse una nueva. Cuando tenía 6 años se subió a un banquito en pleno almuerzo familiar y gritó: “¡Quiero ser escritora!”. Y los platos de tallarines volaron por los aires, pero no pudieron alcanzarla jamás. Cristina salió corriendo de su infancia y luego también tuvo que irse de Uruguay porque a la dictadura que gobernaba este país no le gustaban sus novelas políticas ni sus ideas de revolución. Su libro titulado Ehové, que es el grito de alegría de las bacantes y de los sátiros, causó un escándalo. Cristina se fue a España, pero pronto también tuvo que salir de allí porque a la dictadura que oprimía ese país no le gustaban sus ideas ni sus palabras. Hace poco, ya convertida en una de las escritoras más importantes de la literatura hispanoamericana, la felicitaron por su valentía, por haber sido la única escritora que en los años setenta hablaba abiertamente sobre el deseo y el amor entre lesbianas. “¿Valiente? –respondió Cristina–. No lo creo, la cuestión es que yo soy demasiado soberbia como para aceptar no ser quien soy. No digamos valentía entonces, mejor digamos autenticidad.”

D
ELLEN deGENERES
Estados Unidos 1957
Actriz, comediante, conductora

Tiene un espíritu libre, es optimista, torpe, graciosa, hiperactiva, es una pececita azul, se llama Dory y en la película Buscando a Nemo habla con la voz de Ellen DeGeneres. De Ellen DeGeneres se podría decir lo mismo que de Dory: se mueve como pez en el agua cuando quiere hacer reír y en eso también se parece a Nemo, el pez payaso que todo lo vuelve un chiste. Cuando tenía 21 años se enamoró por primera vez de una chica, pero la felicidad duró casi nada: la poeta Kathy Perkoff se murió a los pocos meses en un accidente de auto. Ellen, tremendamente triste como nadie se puede imaginar, esa misma noche escribió el primer monólogo de su vida, titulado “Una llamada a Dios”, donde hablaba de la muerte de su compañera poniendo bromas donde había lágrimas. Desde entonces su trabajo se convirtió en hacer reír. Cuando, en 1997, su personaje en la exitosa serie Ellen dijo que le gustaban las chicas, todos se preguntaron si a la verdadera Ellen no le estaría pasando lo mismo. Y así fue que luego de mucho pensarlo lo anunció en la tapa de la revista Times: “Yep I am gay”. A eso se le llama “salir del closet”. La noticia recorrió el mundo y a Ellen le pasó lo que muchas lesbianas temen todavía que les pase: se quedó sin trabajo, recibió mensajes de odio, amenazas e indiferencia. Luego de un tiempo volvió la risa y hoy si hay una lesbiana famosa a nivel mundial es Ellen DeGeneres. En 2008 se casó con la actriz Portia de Rossi. Su voz de pececita es una de las más importantes en la defensa de los derechos de las personas gays, lesbianas, transexuales e intersexuales.

E
CATALINA DE ERAUSO
España 1592-1650
La Monja Alférez

Cuando ella tenía cuatro años sus papás decidieron que de grande sería monja y sin perder un minuto la mandaron al convento de la tía. La nenita creció así, rezando noche y día y cosiendo y yendo a misa y obedeciendo a la parienta. No le gustaba y esperó a crecer un poco y cuando tuvo quince se fugó con la ropa que tenía, aguja e hilo. Se escondió en un bosque, se sacó la pollera, la hizo pantalón y ya igual que un muchacho se fue caminando hacia una vida sin vestidos ni misas ni tías ni papás. Tuvo varios trabajos, siempre vestida de varón: en esa época las mujeres no podían trabajar ni andar solas por la vida ni hacer nada si no les daba permiso un hombre. Y fue y un día caminó a Sevilla y ahí se subió a un barco y se vino a la América, que entonces era el Nuevo Mundo. Acá trabajó de arriero y mercader y fue también soldado del ejército de España, un soldado valiente y peleador. Tuvo novias y también tuvo problemas. Volvió a Europa, allá se hizo famosa, el rey le permitió llamarse Antonio como a ella le gustaba, el Papa la dejó vestirse de varón, pero como a ella le gustaba ser americana, acá volvió, vivió y murió. G. C. C.

F
ILSE FUSKOVA
Buenos Aires 1929
Fundadora del grupo Convocatoria Lesbiana, coautora del libro Amor de mujeres y coeditora de la
pionera revista Cuadernos de Existencia Lesbiana

En el año 1991, aunque hoy parezca extraño, no se veían lesbianas por ningún lado. Es verdad. A veces el pasado parece más cerca de la ciencia ficción que el futuro. Ni en los subtes, ni en los aviones, ni en las navidades. Ni entre las maestras ni entre las alumnas, ni entre las famosas ni entre las amigas, ni tampoco en el cine o en la televisión. Por eso siempre se recuerda tanto aquel mediodía de 1991 cuando la señora Ilse Fuskova, que ya tenía hijos y nietos cuando se enamoró de una mujer, se convirtió en la primera mujer argentina en decir que era lesbiana, en un programa de televisión. “¿Hay muchas lesbianas?”, preguntaba la conductora del programa. “Sí, muchas. Yo pienso que es un gran dolor no poder decirlo abiertamente, porque es como tener una vida dividida, una para adentro y otra para afuera. Pero también, lo reconozco, si uno puede perder el trabajo, una madre la tenencia de su hijo, es un riesgo muy grande decirlo. Las que podemos decirlo, tendremos que hacer un trabajo de concientización”, respondía Ilse con seguridad. “¿Y sos feliz?”, le preguntó la conductora, con cara de estar probando un bocado de torta muy agria. “¿De verdad sos feliz?”. Y allí fue que las que no se veían por ningún lado, vieron a Ilse y dijeron junto con ella: ¡Sí!

G
PEPA GAITÁN
Córdoba 1982-2010
Trabajaba en un centro comunitario

Esta es una historia muy triste que tiene en el centro a una chica muy alegre, que se parece más a un chico que a una chica y se llama Pepa Gaitán. La Pepa anda en una moto que se llama José y saca chispas como un dragón cuando se acerca al Club Defensores de Belgrano. ¿La moto saca chispas? ¿La Pepa es un dragón? ¡Los dos son hinchas, fanáticos y cabuleros! La Pepa juega al fútbol como ninguna, boxea como ninguno, se pone perfume fino para salir a bailar, practica lucha libre y si la buscan la encuentran. Muchas chicas en el barrio del Parque del Liceo están locas por la Pepa. Dicen que porque es muy graciosa, porque las lleva en moto, porque las trata como un verdadero caballero, porque es linda. Mucha gente cuando ve llegar a la Pepa se burla de cómo camina, de cómo se viste, de cómo habla, de que tiene novia y de que nunca se pone un vestido. Los policías cada dos por tres la paran en la calle y le piden el documento, se ríen porque tiene nombre de mujer y pinta rara. “¿Nunca viste una mujer macho?”, pregunta la mamá de la Pepa muy enojada cada vez que en el barrio molestan a su hija. Un día de marzo de 2010, un hombre, el padrastro de su novia, apuntó con su escopeta al cuerpo fuerte y joven de la Pepa y la mató. Por lesbiana. No era la primera vez que ocurría en este mundo un crimen tan tremendo, pero esta vez, muchas voces se levantaron a decir “la mataron por lesbiana”. Muchas personas comprendieron hasta dónde puede llegar el odio y que hay que detenerlo ya.

“Estoy orgullosa de haber tenido una hija lesbiana”, dijo la mamá de esta chica alegre que está en el centro de esta historia tan triste y en el comienzo de una historia mejor. El 7 de marzo, día que murió la Pepa, se celebra en la Argentina el Día de la Visibilidad Lésbica.

H
RADCLYFFE HALL
Inglaterra 1880-1943
Escritora

Desde niña quería parecerse a Lord Nelson. Por eso le gustaba espadear contra los muebles de su mansión y obligó a todo el mundo a que no la llamaran por su nombre (Margarita) sino Peter. Y la verdad es que no era ninguna margarita: no bien tuvo edad para hacerlo, se vistió de frac, habló con voz ronca y fumó cigarrillos finos como palitos chinos. Su libro más famoso fue El pozo de la soledad, que tuvo mucho éxito aunque enseguida lo prohibieron. En una época en que la mayoría rechazaba a quienes amaban a personas de su mismo sexo, Radclyffe escribió acerca de un grupo de lesbianas que se sentían muy mal y sufrían, sufrían y sufrían. Lo hizo para lograr que los lectores les tuvieran compasión, las comprendieran y aceptaran, pero muchas lesbianas reales se enojaron porque para ellas el amor entre mujeres significa alegría, sexo, complicidad e imaginación (y muchas fiestas). Radclyffe Hall tuvo dos parejas importantes; la cantante Mabel Batten, a la que conoció cuando ya era abuela (la cantante), y cuando ésta murió se metió con la prima, la escultora Una Troubridge, que usaba monóculo y era lady. Como Natalie Clifford Barney, a quien apodaban La Amazona, Radclyffe anduvo mucho a caballo vestida de varón. La escritora Colette dijo que aunque ser jinete les queda elegante a las chicas, al bajar del caballo éstas se vuelven chuecas y caminan con el culo metido para adentro. M. M.

K
KRISTINA REINA DE SUECIA
Estocolmo 1626 – Roma 1689
La rara más famosa del siglo XVII

Alguien corrió el rumor de que Kristina nació barbuda y peluda como un oso y que al verla su madre enfermó de decepción. No tanto por los pelos sino porque no era un niño. Lo cierto es que su madre era reina, su padre era rey, y en casa de reyes siempre se espera un varón para sentarlo en el trono. Pero luego de varias bebitas y de que ninguna durara mucho en este mundo, el papá comprendió que Kristina, la fuerte, sería su sucesora y ordenó que la educaran como a un príncipe. Tuvo suerte Kris, porque en esa época a las mujeres sólo se les enseñaban pavadas como llorar con pañuelo, suspirar y bordar pañuelos. “Me gustan los hombres no porque son hombres sino porque no son mujeres”, es una de sus dos frases más famosas. Y la otra es ésta: “La más pequeña mosca irrita al león más terrible”. Kristina se hizo experta en equitación, caza, esgrima, aprendió a hablar, discutir y escuchar en más de diez idiomas. Se hizo gran amiga de los más inteligentes del mundo de la época y tanto impulso les dio al arte y a la filosofía que su reino fue durante un tiempo el centro del humanismo en Europa. Parece que escupía en el piso, silbaba y tenía tanta fuerza como los hombres más forzudos. Adoraba vestirse con ropas cómodas, odiaba los vestidos, el peso de las joyas y a todos los pretendientes que le presentaban. Ella estaba enamoradísima de la condesa Emma, prima, amiga y encargada de vestir y desvestir a la reina, tanto que una vez le escribió una carta que decía “te amaré por siempre”. Como en ese momento no se pensaba que existieran las lesbianas ni tampoco los hombres transexuales, Kristina era señalada simplemente como “la reina rara”. Cuando cumplió 21 años, el Consejo del Reino la conminó a contraer matrimonio. ¡No quiero a ninguno! dijo Kristina. Entonces, no hay coronita, dijo el Consejo del Reino. Y Kristina se fue con su libertad a otra parte. En el siglo XX, el cine contó su historia en la película La reina Cristina de Suecia, protagonizada por la actriz Greta Garbo, “la mujer sin sonrisa”, que por muchas razones misteriosas también merece estar presente en este álbum.

J
TOVE JANSSON
1914-2001
La autora de los mumin, la escritora e
ilustradora finlandesa más leída en el mundo.

Los mumin son unos pequeños y extraños trolls blancos que no tienen boca, viven en los bosques de Finlandia y son tan extravagantes y bohemios como era la casa de Tove Jansson cuando ella era chica. Forman una gran familia con reglas que se rompen a cada rato. Aparecieron en su imaginación un día que Tove estaba muerta de miedo porque su hermano, sus amigos y todos los chicos que ella conocía se habían ido a la guerra. Estos monstruitos nacieron para alegrarla y pronto se convirtieron en la imagen oficial de Finlandia, donde hoy existe un parque de mumins y hasta los aviones llevan mumins en sus alas.

En 1960, Tove se fue a vivir con quien sería su pareja de por vida, la artista gráfica Tuulikki Pietilä, e hicieron muchos proyectos juntas. Nunca usaron la palabra lesbiana, ya que en Finalndia la homosexualidad era un delito hasta 1971 y fue considerada una enfermedad hasta 1981. Pero Jansson y Pietilä fueron de las primeras figuras públicas que no se esforzaban en ocultarse. Al exclusivo Baile del Día de la Independencia, en el Palacio Presidencial, por ejemplo, las dos señoras iban juntas, como buenos mumies que eran las dos.

L
LESLIE FEINBERG
Estados Unidos 1949-2014
Escritor, activista socialista antirracista, trans y lesbiana, autora de la legendaria novela Stone Butch Blues, que fue traducida a más de 20 idiomas

Cuando los papás consideraron que su hija no era una niña de verdad, pidieron a la policía que la encerrara en una cárcel. Cuando consideraron que presa tampoco sería ni una niña ni un niño de verdad, dijeron que Leslie estaba poseída por el diablo y pidieron que se la llevara dios. Leslie corrió más fuerte que dios, que la policía y que sus padres, que quedaron muy lejos para siempre. En los bares donde cantaban las drag queens, en la política contra los prejuicios raciales, en las reuniones con amigos y amigas trans y no trans encontró una familia de verdad. Tenía nombre de chica, aspecto de muchacho, una novia poeta llamada Minnie Bruce Pratt. A veces con respeto, a veces con curiosidad y otras con maldad le preguntaban si (la o lo) debían tratar como hombre o como mujer. “¡Usen todo! Para mí, los pronombres dependen no tanto de mí sino de dónde me los digan. Por ejemplo: soy mujer de cuerpo, soy una lesbiana marimacho y también una lesbiana trans. Me gusta el pronombre de género neutro ‘ze’. Porque hace que cada vez que nos queremos aferrar a la verdad, nos resbalemos una y otra vez, como en los toboganes.”


AUDRE LORDE
Harlem, 1934-1992
Poeta, activista y amazona

Construyan un edificio imaginario con cada uno de los desprecios que recibieron casi todas las que aparecen en este diccionario y súmenle dos cosas: ser negra y ser pobre. Audre Lorde, guerrera poeta feminista negra y lesbiana, se subió a este edificio y lo hizo temblar con sus preguntas: ¿Cómo aprender a pensar en un mundo que, entre otras cosas, no permitía ni siquiera vender helados a los niños negros? Audre, cuando era chica, aprendía poesías de memoria y cuando le preguntaban qué opinaba de algo respondía con versos de memoria. Cuando se quedó sin versos de otros, empezó a escribir los suyos. ¿Para qué? “Escribo para aquellas mujeres que no hablan. Nos enseñaron que el silencio nos salvaría, pero no callaremos.”

N
MARTINA NAVRATILOVA
Praga, Checoslovaquia, 1956
Tenista y campeona mundial

Nació no hace tanto en un país que ya no existe y desde chica le gustaban las pelotas: jugaba muy bien al fútbol, al hockey y al tenis. Como sus papás trabajaban con tenistas y su abuela había sido una muy buena, Martina se decidió por la raqueta. No fue fácil su vida de nenita: el papá se suicidó. La mamá volvió a casarse. Y Martina jugaba y jugaba todo el día. A los 14 ganó su primer campeonato y desde entonces no paró hasta ser la mejor de todo el mundo. Cuando tuvo 17 decidió pedir asilo en Estados Unidos: durante años no pudo ver a su mamá; le prohibieron volver a su país y no dejaban viajar a su familia. Entre cancha y cancha y mil trofeos, Martina tuvo tiempo para amar y no tuvo vergüenza de decirle al mundo que lo suyo era amor por las mujeres. Hace poco, ya grande (tiene 58 años Martina), se dio el gusto y se casó con el amor de su vida, una rusa muy hermosa que se llama Julia Lemigova. G.C.C.

M
MÓNICA SANTINO
Argentina, 1965
Jugadora de fútbol, Presidenta de la CHA entre 1994 y 1996. Periodista deportiva y entrenadora de fútbol

La mitología griega cuenta que un día los hombres les robaron el fuego a los dioses. Los dioses se enfurecieron, pero finalmente los humanos se quedaron con el fuego, bien calentitos e iluminados. Alguna mitología deberá contar que Mónica Santino, la niña hincha de Vélez que espera los mundiales como quien abre una caja de bombones, les robó el fútbol a los hombres. Los hombres dijeron que las mujeres son unas pataduras, pero finalmente las chicas, sobre todo las chicas de la Villa 31, se quedaron en la cancha. El juego, como el fuego, es para todxs.

P
SARAH PONSONBY Y
LADY ELEANOR BUTLER
Irlanda (1755-1739)
Valle de Langollen (1831-1829)

Aunque se las vea tan bajitas en este retrato, Sarah y Eleanor pertenecían a lo más alto de la alta sociedad irlandesa. Se conocieron en 1757 y se hicieron inseparables, dato que sí se ve bien reflejado en este retrato. Cuando sus respectivas familias les ofrecieron un marido para cada una, las amigas salieron corriendo. Las familias las alcanzaron, les volvieron a ofrecer dos maridos y ellas se volvieron a escapar. Pero esta vez no las encontraron porque iban vestidas de señores y así cruzaron las fronteras de Irlanda hasta al Valle de Langollen, donde compraron una casa divina para practicar lo que ellas llamaron “el enriquecimiento mutuo”. Mientras tanto, en Dublin, la gente comentaba. ¿Estarían enamoradas entre ellas? El enriquecimiento que practicaron juntas durante 50 años consistía en leerse novelas y poemas por turno, aprender idiomas, estudiar de todo, plantar árboles y armar jardines siempre vestidas de negro. Turistas, periodistas y escritores viajaron hasta el valle para ver cómo dos mujeres vivían fuera del mundo de los hombres. Ellas los recibían con una taza de té que les servía una mucama con cofia. Porque habían abandonado todo menos esa costumbre de la clase alta de tener un sirviente para cada tarea, pagarles poco y mal y con cierto retraso…

R
SALLY RIDE
Estados Unidos 1951-2012
Física y primera astronauta americana en órbita

Quien haya buscado trabajo en Estados Unidos en el año 1977 se habrá encontrado con un insólito anuncio. “Se necesitan mujeres que quieran ser astronautas. Firmado: la NASA”. Cuando Sally Ride lo leyó, no podía creer que se le cumpliera un sueño que nunca había soñado. La seleccionaron entre las 8900 postulantes y el 11 de junio de 1983 se convirtió en la primera americana en llegar al espacio. O la segunda, si contamos a la suboficial Replay de la película Alien, que ya en 1979 demostraba qué pasa cuando los malos se meten con las chicas de la tripulación. Digamos entonces que Sally fue la primera en usar un brazo robot para mover satélites por el espacio. Tuvo suerte, en los años setenta los aires de libertad y la presión del feminismo obligaban a tener gestos de bienvenida, aunque todavía muchos creían que las mujeres tenían que lavar los platos (y no precisamente los voladores) así que en cuanto bajó del cielo le preguntaron: “Y si le gusta tanto ser astronauta, ¿no será que le habría gustado nacer varón? ¿Y cómo hace para no llorar si algo sale mal en la nave?”. Sally siempre prefirió callar. Cuando Sally murió, su socia, Tam O’Shaughnessy, escribió una tierna despedida. Quienes leyeron los diarios de aquel día, se enteraron de que Sally y Tam habían sido novias durante 20 años. ¡A veces es más fácil ir a la Luna que ser lesbiana en la Tierra! Pocos días después, el presidente Obama entregó a Tam, como se hace con las viudas de los grandes héroes, una medalla de honor para su compañera muerta.

F
LILIANA FELIPE Y
JESUSA RODRÍGUEZ
Córdoba 1954, México 1955
Activistas feministas y artistas

Una es argentina y la otra es mexicana. Una llegó a México porque ya no podía vivir en su país, donde los militares mandaban en la vida y en la muerte. Habían hecho desaparecer a su hermana Ester y a su cuñado Luis. La otra estaba actuando en un teatro de México cuando vio a la una sentada en la platea. La otra pensó: “Hoy conocí a la chica con la que voy a vivir toda mi vida”. La una al poco tiempo se enamoró de la otra. Desde entonces, las dos juntas son un tornado. Cuando soplan canciones de protesta o de alegría no quedan unos y otros en su lugar. Tan fuerte soplan por momentos, que todo queda al revés: “Cuando era niña –dice Jesusa–, me dijeron que era autista. Yo entendí artista y por eso me dediqué al arte.” Un día fundaron en México el cabaret El Fracaso, y tuvieron un éxito arrollador, y luego fundaron el Teatro Bar El Hábito, donde entratron habitués y no habitués, pero nunca entró un monje.

R
ADRIENNE RICH
Estados Unidos 1929-2012
Poeta, feminista, madre de tres hijos, creadora de conceptos tan importantes como el continuum lesbiano y la heterosexualidad obligatoria

El continuum lesbiano es una idea que parece difícil, pero que se la puede imaginar como una larguísima cinta de raso que va desde la primera mujer a la última y que va enredándose en las muñecas de todas las mujeres del mundo y de todos los tiempos y está hecha de caricias, arrorós, bordados, subrayados, pañuelos, rouge, saludos, lectura en voz alta, secretos y lo que vos quieras hasta formar un gran nido donde cobijarse y rebelarse en un mundo hecho por otros.

Toda mujer lleva en su muñeca esa cinta, que hace que jamás se sienta sola, quiera o no quiera casarse con un hombre, es decir, cumplir con la heterosexualidad obligatoria, que es otra idea de Adrienne muy difícil de pronunciar y de explicar… Pero por suerte ella además escribía poemas muy bellos donde siempre había gatos y una amiga durmiendo al lado. M. M.

S
SANDRA Y CELESTE
Buenos Aires 1957 – 1956

Cuando Sandra y Celeste cantaban juntas una canción que decía “en la calle codo a codo somos mucho más que dos”, eran mucho pero mucho más que dos.

SAFO
Isla de Lesbos, Grecia, alrededor del 600 a.C.
Poeta lírica

Visible por los siglos de los siglos, genérica genética de las lesbianas en todo tiempo y lugar, Safo fue la primera poeta lírica (que cantaba su poesía acompañándose con un instrumento de cuerdas, la lira) y dirigió y dictó clases en su escuela. Sus versos, de temas míticos tradicionales (con guerras y dioses), conyugales (en los cantos dedicados por encargo a los recién casados) o amorosos, y éstos son los más famosos, tienen su marca “sáfica” personal: ser material “sensible” (como se dice de la dinamita). La primera en ser expresiva y explícita con respecto a sus deseos, fantasías y nostalgias en una época en que no existía tal cosa, abrió caminos a la poesía y la música del porvenir invocando a su musa estrella, Cipris, la nacida en Chipre: Afrodita. Y fue su favorita. “Aquí la corriente fresca resuena entre las ramas, / todo oscurecido por las rosas, / y el agitarse vivamente de las hojas induce / al trance”, cantó en un poema de llamado a la diosa en favor de su amor, alguna chica que tontamente le fallaba. Dicen que se suicidó arrojándose de un acantilado por el amor no correspondido de un hombre joven. Su imagen sobrevivió, presuntamente, en uno de los frescos de Pompeya, donde aparece retratada como una escritora “moderna”: lápiz en la boca, en estado de inspiración romana. Pero Safo no escribía con lápiz ni sufría o disfrutaba la vida como hoy. Fue una poeta del suburbio del imperio, audaz al punto de cantarles amores y deseos a sus predilectas (y predilectos), porque entonces no había arroba ni poesía compuesta en primera persona. Todas sus pasiones están en sus versos, y sus versos son hermosamente inmortales, tenaces, sutiles. Como espuma de mar. Safo es eterna. B.B.

GERTRUDE STEIN
Estados Unidos 1874-Francia 1946
Escritora

Siempre se dijo que Gertrude era masculina, pero en realidad era una fashion victim de la moda futura: se vestía, al igual que su compañera Alice B. Toklas, en lo de Pierre Balmain, un modisto que prohibía el corset pero a cambio permitía la corbata y el moño palomita. Su salón de la calle Fleurus, en París, fue concurrido por artistas y escritores que hoy ocupan todas las enciclopedias del siglo XX. Ella podía darles conversación a todos, desde el pintor Picasso hasta el poeta Apollinaire, por algo había estudiado arte, biología, filosofía, psicología y medicina. A pesar de que la mayoría de los genios exilados en París eran unos pedantes, ante las enseñanzas de Gertrude se volvían mudos como una goma. Gertrude escribía libros rarísimos que eran el colmo de lo nuevo, como uno en donde prácticamente usa sólo una frase a la que le va cambiando las palabras de lugar (Ser norteamericanos). Los biógrafos que no tienen imaginación cuentan siempre la misma anécdota: durante las tertulias, mientras Gertrude hablaba con los esposos, Alice hablaba con las esposas (algunas se vengaban yendo al baño y no tirando de la cadena o dejando huellas de rouge indeleble en la servilleta). Lo que casi ninguno escribe es que Gertrude, además de haber sido la madre de la literatura de vanguardia, de ser gorda y como desarmada, era muy sexy y Alice vivía haciéndole escenas de celos. Gertrude y Alice están enterradas en la misma tumba en el cementerio de Père Lachaise, de manera que la cabeza de una está prácticamente pegada a la de la otra. No se sabe por qué en lugar de flores la gente les deja piedras (será porque no se secan ni se vuelan). En vida, las dos tuvieron bigotes. M.M

V
CHAVELA VARGAS
Isabel Vargas Lizano nació en 1919 en Costa Rica. Murió como Chavela Vargas y como mexicana en 2012 .

Cuando su padre, furioso, entre mamporro y mamporro, le preguntaba qué tenía en el corazón que nunca se enamoraba de varones, Chavela respondía: “Yo amo con el hígado, el corazón no tiene nada que ver con eso”. Como la respuesta no alcanzaba para atajar los golpes, se fue de su casa y llegó a México, donde enseguida se fue haciendo una experta en dolores de amor. Por algo le decían La Chamana. Con un trago de tequila, un trago de tequiero y otro de notequiero, Chavela Vargas era capaz de ahogar las penas propias y ajenas cantando como ninguna en una noche sin dormir, dicen los que la vieron. Y los que no la vieron, dicen que se robaba mujeres hermosas de las cantinas sin bajarse de su caballo. “Yo nací así. Desde que abrí los ojos al mundo. Mis dioses me hicieron así.” Respondió Chavela cuando le preguntaron: “¿Y es verdad que se robaba mujeres de a caballo?” “¡Mentira! Qué caballo, yo andaba en un Alfa Romeo…”

W
MONIQUE WITTIG
Francia 1935. Estados Unidos 2003
Escritora. Una de las primeras teóricas y activistas del movimiento feminista. Autora de la rarísima novela El opopanax.

El opopanax, también conocido como opobálsamo, no es una planta sino muchas, o muchas partes de una planta. Es una cera viscosa, es un perfume que no se retira aunque lo echen, o es el recuerdo que queda de un perfume. Sus ramas tienen color marrón pero hay opopanax tan roja y oscura como la sangre que corre adentro de los hombres y de las mujeres. Se parece al incienso que se huele en las iglesias y a la miel. ¿Quién ha sido Monique Wittig y quién continúa siendo? Pregúntenle al opopanax.

Z
VIHELMINE ZAHLE
Dinamarca 1868-1940
Escritora y maestra

Vilhelmine es la primera escritora de su país que escribe una historia donde una chica se enamora de otra chica. La novela, que se llama Otra historia de amor, termina triste, y en eso se parece a casi todas las primeras novelas de amores entre chicas del mundo. Martha está loca por su amiga Edith. Edith un día se casa con su novio. Martha se siente una palmera sin hojas en una isla desierta. ¿Qué hace? Se casa también. ¡Con el primo de Edith! Y sufre toda su vida mientras no consigue que alguien le resuelva este dilema: ¿por qué será que cuando es sincera y demuestra sus sentimientos le dicen que está enferma, mientras que cuando finge y esconde lo que siente la ven muy normal? Como a la autora le pasaba lo mismo que a Martha y quería encontrar una respuesta, se animó a poner su firma en la novela. Pero nadie le respondió. Así es que se casó con un granjero, se sintió como una isla desierta con una palmera sin hojas hasta que se retiró a un pueblo muy lejano con su pequeña hijita Gertrude. Allí todos la quisieron y respetaron porque era una maestra encantadora, pero nadie supo jamás que un día había escrito una novela llamada Otra historia de amor.

Escritoras invitadas
Bárbara Belloc (BB)
Gabriela Cabezón Cámara (GCC)
María Moreno (MM)

AQUI PODES BAJAR EL PDF COMPLETO DE SOY CON TODAS LAS ILUSTRACIONES DE LUCILA ADANO