El euro, razón delirante

por Jacques Sapir
russeurope

Jorge Alaminos

Jorge Alaminos

Las diversas revelaciones sobre las condiciones en que fue arrancado el acuerdo, y es mejor hablar de diktat entre Grecia y sus acreedores ilustran bien lo que uno podría pensar en caliente. Este acuerdo es un verdadero desastre para todos sus signatarios, y para Grecia en primer lugar. La larga entrevista concedida la noche del miércoles 14 de julio por Alexis Tsipras en la televisión estatal ERT lo confirma [1]. Confiesa que este acuerdo es un “mal acuerdo”. El análisis que hizo en su blog el ex ministro de Finanzas, Yannis Varoufakis va en el mismo sentido [2]. Además, el Fondo Monetario Internacional publicó una nota de análisis, que había sido comunicado a todas las partes implicadas en desde el 6 de julio y que demuestra de manera irrefutable que este acuerdo no es viable [3]. Desde entonces se revela otra cara del drama que tuvo lugar en la noche del 12 al 13: todo esto no sirve para nada.

Otro acuerdo tendrá que ser encontrado rápidamente, y la posibilidad de expulsión de Grecia de la zona euro vuelve con fuerza [4]. El ministro de Finanzas alemán Schäuble lo ha reconocido, así como el ex gobernador del Banco Central de Bélgica. [5] Esto convierte las proclamaciones de éxito que nuestro Presidente ha realizado en Bruselas en la mañana del 13 particularmente irrisorias. La votación que tuvo lugar en el Parlamento francés lo es igualmente. Se pide a los diputados pronunciarse sobre un acuerdo que se sabe inaplicable. Los diputados del PCF, en principio inclinados a votar que sí, ¿no es así Pierre Laurent? por razones alimentarias, se han reunido y deberían votar “no”. El drama aquí se casa con el absurdo.

El euro antes que Grecia, el Euro antes que Francia

Sin embargo hay que leer con detalle las declaraciones de Francois Hollande que hizo el 13 de julio por la mañana; pero para ello hay que tener el corazón bien sano. Remarcamos, en primer lugar, que el no habla de Grecia, sólo de la zona euro. Esto demuestra cuales son sus prioridades: “El objetivo era asegurar que la zona del euro pueda ser preservada en su integridad, en su unidad, en su solidaridad” [6]. Se constata que las primeras palabras reservadas a la sustancia del texto no hacen mención de los sufrimientos, esfuerzos y esperanzas del pueblo griego. No, lo que importa ante todo es la integridad de la zona euro. Todo lo que se dice en estas líneas, y en particular la preferencia por una construcción burocrática, y que muchos economistas consideran insostenible, por encima de la voluntad y la vida de los pueblos. Esto es corroborado por el tercer párrafo del texto: “Lo que yo quería era más que el interés de Grecia, era el interés de Europa. Y era también el interés de Francia. Porque el interés de Francia no se disocia del interés de Europa ” [7]. El orden de prioridades está bien establecida: es Europa, luego Francia y finalmente Grecia. Pero, esto se basa en una mentira, o más precisamente una doble mentira: el que asimila la eurozona a la Unión Europea, y el que asimila a continuación la Unión Europea a Europa. Ambas son extremadamente escandalosas. La Zona Euro de ninguna manera es la Unión Europea. Países pertenecientes a la Unión Europea no hacen parte de la zona euro. Este es el caso de Gran Bretaña, Suecia, Polonia o Hungría. Por otra parte, la Unión Europea no engloba Europa. Suiza, Noruega, Serbia o los Balcanes, Bielorrusia, Rusia y Ucrania, estos países forman parte de Europa, como realidad geográfica pero también cultural, sin ser parte de la UE. ¿Nos quieren hacer creer que Munch, autor del “Grito”, o que artistas como Dostoievski, Pushkin y Tolstoi no son europeos? ¿Se olvida que la Unión Europea es una alianza política y económica de ciertos países de Europa? Querer hacer pasar la Unión Europa el conjunto de Europa es una mentira. El hecho de que esto sea pronunciado por la más alta autoridad del Estado no retira nada al asunto. Al contrario, lo empeora. Establece un dogma, pero sin que sea una verdad, lo cual se revela como una mentira.

Esta mentira, el lo repite mas abajo en este texto, sobre todo cuando afirma: “Grecia es un país amigo que ha querido entrar en la Unión Europea después de años de dictadura”. De hecho, y la fecha de adhesión lo muestra bien, es a la Comunidad Económica Europea, es decir, el “Mercado Común” que Grecia se ha adherido tras del episodio de la dictadura de los coroneles. Ella no podía adherir en 1981a la UE porque esta última data a partir de 1992 y el Acta Única Europea desde 1986. Francois Hollande altera la historia y tiene poco en cuenta la cronología. Pero, de nuevo, hay una lógica en la mentira: aquella de pretender que la UE, proyecto titánico, proyecto sin precedentes, existía incluso antes de nacer. Si esto no es ceguera ideológica no sabemos lo que es.

Euro über alles

Entonces se puede ver las consecuencias de esta mentira. Otra cita de la declaración del presidente Hollande es a este respecto de lo más instructiva. “El objetivo era que Europa pueda estar a la altura del desafío que le fue lanzado, ser capaz de resolver una crisis que desde hace varios años minó la zona del euro. El objetivo era también dar esperanza a Grecia después de tantos años de sufrimiento, la austeridad – aunque Grecia no ha terminado y que deberá hacer todavía esfuerzos … ” [8]. La mentira aquí se convierte en patética. No sólo este acuerdo no ha estado “a la altura del desafío”, simplemente porque nada se ha resuelto. Bien se ve en las posiciones adoptadas por el FMI el 14 y 15 de julio. Pero además de este acuerdo no da esperanza al pueblo griego. Al contrario, se vive como una terrible humillación las cláusulas políticas del acuerdo, que imponen desde ahora con el aval de las instituciones europeas sobre las leyes que serán llamados para ser votadas por el Parlamento griego. El cuarto párrafo también es indicador sobre las pretensiones de nuestro Presidente: “Francia tiene un papel especial que desempeñar: garantizar que este proceso, esta construcción que se ha forjado al día siguiente de la guerra pueda continuar, por supuesto con pruebas, desafíos, pero al mismo tiempo, siempre con la voluntad de encarnar una fuerza, la de la zona euro, una zona monetaria que debería permitir la estabilidad y el crecimiento. No hay estabilidad sin crecimiento, no hay crecimiento sin estabilidad [9]”.

Recordemos la mezcla de géneros, que ciertamente no es accidental. Se presenta la zona euro como venida en la continuidad del Plan Marshall y de la Comunidad Económica Europea (el “Mercado Común”). Esto constituye un error flagrante, una distorsión increíble de la verdad histórica. Pero la afirmación en la que concluye esta cita, la combinación de crecimiento y estabilidad, es de nuevo una mentira descarada. Porque, la zona euro ha impulsado una caída del crecimiento para los países miembros del euro y ha estado acompañada por grandes fluctuaciones. Esto se establece en numerosas obras [10] y en el libro que yo escribía en 2012, en particular [11]. De hecho, la zona euro nunca ha sido un factor de estabilidad ni factor de crecimiento para los países miembros.

La razón delirante de una nueva religión

Pero esta idea del euro se adueñó del espíritu de nuestro Presidente y bajo la pluma de sus consejeros. Cuando regresa a este tema en su declaración, es para hacer esta cita: “Si Grecia salía de la zona del euro, ¿qué habrían dicho? Que la zona euro no era capaz de asegurar su integridad, su solidaridad. ¿Qué diríamos de los griegos? Que no eran capaces de asumir sus responsabilidades. ¿Qué dirían de Francia, Alemania, que tienen vocación de dar este impulso? Que no habríamos estado en la cita. La zona del euro habría reculado, mientras que Europa debe avanzar y traer un proyecto que puede proteger a los pueblos – como el euro protege a los países que forman parte de la zona monetaria. ¿Qué diríamos de esta dislocación de esta gran idea? “[12]. De hecho, todo está dicho. Tanto la creencia mística en un Euro “protector” de los pueblos como que el Euro equivale a Europa. La razón, la inteligencia, el sentido de la proporción, fueron barridos por una idea fija que se convierte en delirio, pero siempre movido por la misma lógica.

Esta razón delirante explica por qué y cómo han podido trasvestir en acuerdo libremente negociado lo que ha sido una violación de la soberanía de Grecia. Una violación en grupo, perpetrada por Alemania, pero también por el Eurogrupo y su Presidente el Sr. Dijsselbloem, por la Comisión Europea con Jean-Claude Juncker. Y si Francia no participó, ella cerró la puerta de la habitación donde ocurrió el crimen y ella empujó la mordaza en la garganta de la víctima. La frase pronunciada y escrita por François Hollande toma un giro siniestro: “Pero hoy, incluso si ha sido largo, creo que fue para Europa, una buena noche y un buen día.” Porque ahora sabemos que esta tortura habrá sido infligida a cambio de nada. El acuerdo firmado el 13 de julio por la mañana se deshace desde ahora de hora en hora. La perspectiva de una salida de Grecia de la zona euro está de nuevo en el orden del día.

Se puede cometer un crimen en política, pero presumir entonces que el resultado es de lo más incierto, no es el signo de una gran inteligencia. Esto es, a lo sumo, el producto de una ceguera profunda, de un fanatismo ideológico, de una razón delirante que está llamada a ser castigada en las próximas elecciones.

Notas

[1] http://www.newgreektv.com/index.php/greece/item/16414-prime-minister-alexis-tsipras-interview-in-english-translation

[2] Varoufakis Y., « On the Euro Summit’s Statement on Greece: First thoughts » , note postée le 14 juillet 2015, http://yanisvaroufakis.eu/2015/07/14/on-the-euro-summits-statement-on-greece-first-thoughts/

[3] IMF, AN UPDATE OF IMF STAFF’S PRELIMINARY PUBLIC DEBT SUSTAINABILITY ANALYSIS, IMF Country Report No. 15/186,14 juillet 2015, Washington DC.

[4] http://www.telegraph.co.uk/finance/economics/11739985/IMF-stuns-Europe-with-call-for-massive-Greek-debt-relief.html

[5] http://trends.levif.be/economie/politique-economique/luc-coene-je -me-demande-si-un-grexit-n-aurait-pas-ete-mieux/article-normal-405469.html

[6] Conferencia de prensa del presidente François Hollande, de 13 de julio de 2015, el texto de la página http://www.elysee.fr/declarations/article/conference-de-presse-a-l-issue-du-sommet-de-la-zone-euro-2/

[7] Conferencia de prensa del presidente François Hollande, de 13 de julio de 2015, op.cit ..

[8] Conferencia de prensa del presidente François Hollande, de 13 de julio de 2015, op.cit ..

[9] Conferencia de prensa del presidente François Hollande, de 13 de julio de 2015, op.cit ..

[10] Véase Bibow, J. y A. Terzi (eds.), La zona euro y el Drag oro Economía Mundial, Global Global Player? Londres, Palgrave, 2007.

[11] J. Sapir, ¿Debemos abandonar el euro ?, Le Seuil, París, 2012

[12] Conferencia de prensa del presidente François Hollande, de 13 de julio de 2015, op.cit ..
Fuente original: http://russeurope.hypotheses.org/4111
Traducción del francés D.T.G./ Rebelión

Golpe de Estado en Grecia

Josetxo Ezcurra

Josetxo Ezcurra

por Clara Serrano García

En Grecia ganó las últimas elecciones Syriza con un programa que pretendía sacar a la economía griega de la crisis en la que estaba sumida con una receta distinta a la de la austeridad, que es la que se ha venido aplicando en todos los países de la UE. La austeridad -en forma de privatizaciones, recortes salariales, y desregularización del mercado de trabajo- se ha mostrado como una vía completamente ineficaz para resolver los problemas que amenazan a la población europea (el creciente paro, la desigualdad social, la deuda), problemas que están teniendo consecuencias catastróficas inmediatas sobre la vida de las personas. Los gobiernos anteriores al de Syriza aplicaron disciplinadamente las recetas dictadas por la Troika, (BCE, FMI y CE), una alianza de organismos que se encuentra fuera del control democrático, y que vela por los intereses de los llamados mercados -los poderes económicos y financieros. La Troika pone una serie de condiciones a los gobiernos a cambio de recibir los rescates financieros que impiden que la banca pierda liquidez y evitando que la economía del país llegue a una situación de bancarrota. Así ha sucedido en Grecia durante los últimos años. Pero, hay que tener muy en cuenta que no se trata de rescates que favorezcan a la población, por mucho que nuestros dirigentes políticos estén intentando vender la idea de que los países de la UE hemos sido muy solidarios con Grecia, un país, al parecer, lleno de vagos y de funcionarios multimillonarios, que han estado viviendo a costa de los trabajadores europeos. Lo que se ha rescatado en Grecia ha sido a las entidades financieras, y en realidad, a los bancos alemanes y franceses, principales tenedores de deuda pública griega. Así lo ha reconocido en una carta Olivier Blanchard, principal economista del FMI, quien dice expresamente que la mayor parte de los rescates ha ido a parar a bancos con sede en Francia y Alemania. La increíblemente grande deuda griega tiene su origen no en el gasto público, sino en la transformación en deuda pública de la deuda privada generada por la banca. El problema de la deuda es una especie de espiral infinita, pues para impedir la quiebra de la economía se acude a nuevos rescates financieros, cuyos intereses se suman a la deuda ya existente, deuda que tiene que pagar el Estado, es decir, la gente. Sin duda, la deuda funciona como un eficaz instrumento de chantaje político: tu economía se está hundiendo y estás en peligro de dejar de ser solvente. Te puedo prestar dinero para salvar tu sistema financiero, pero a cambio tienes que hacer lo que yo te ordene, con independencia de lo que quieran tus electores. Así funciona en este momento la UE.

¿Cómo salir de la espiral? Syriza ganó las elecciones con un programa en el que se comprometía a emprender un camino distinto. Para solucionar los problemas de la economía griega Syriza planteaba la necesidad de llevar a cabo una serie de reformas en la economía que favorecieran los intereses del pueblo griego, obedeciendo así el mandato principal de todo gobierno democrático. Para ello es imprescindible buscar una solución al problema de la deuda pública, que actualmente representa el 180 % del PIB. La solución pasa por una reestructuración de la deuda, que puede llevarse a cabo de distintas maneras: en forma de quita, a través de moratorias o a través de una rebaja de los tipos de interés. Que la solución pasa por la reestructuración lo han dicho muchos economistas, e incluso el FMI ha hablado de la necesidad de una quita. Lo que el gobierno de Syriza ha planteado desde el principio es, pues, algo de sentido común, como han declarado muchos economistas, algunos de ellos premios nobel en economía, y no la ocurrencia de unos fanáticos, como quieren hacer pensar a la opinión pública las elites europeas, empresa a la que están contribuyendo eficazmente los medios de comunicación, y algunos intelectuales, como por ejemplo en nuestro país Fernando Savater que ha escrito hace unos días un repugnante artículo en El Pais en el que acusa a Syriza de haber apelado a la “bestia sarnosa del nacionalismo” por haber convocado un referendum democrático. La única salida posible pasa por una reestructuración de la deuda griega, porque el pago de la deuda y de los intereses mantienen a la economía griega completamente ahogada. Para poder llevar a cabo reformas en la economía e incentivar el crecimiento económico, el Estado tiene que poder invertir en gasto público, pero si todos sus ingresos se dedican al pago de los intereses de la deuda difícilmente va a poder hacerlo. La solución económica existe. Porque ante lo que estamos no es ante un problema técnico o económico, sino ante un problema de orden político, en el que se está jugando, nada menos que la posibilidad de la democracia. Y es un problema que no sólo afecta a Grecia, sino que afecta a toda la UE.

El Eurogrupo, que en un momento de las negociaciones llegó a expulsar al anterior ministro de finanzas griego Yannis Varoufakis de una reunión, comportándose como un verdadero cártel mafioso, ha estado jugando con la amenaza de la expulsión de la zona euro a Grecia si su gobierno no capitulaba y cumplía obediente las condiciones impuestas por Alemania, condiciones que de ser aceptadas suponen renunciar a las medidas con las que ganó las elecciones. Ante el chantaje el gobierno griego convocó un referendum -algo insólito en la UE, donde los gobiernos nos tienen acostumbrados a una disciplina militar frente a los mandatos de la Troika- para preguntar a su pueblo sobre el acuerdo que en aquel momento estaba sobre la mesa. El No ganó de manera rotunda, a pesar de que desde el anuncio del referendum se emprendió la guerra mediática más salvaje que se pueda imaginar a favor del Sí. De nuevo hemos visto a los medios de comunicación, a los políticos y a los intelectuales menospreciar, insultar y acusar de falta de responsabilidad al primer ministro griego Alexis Tsipras. Por poner tan sólo un ejemplo, la que fuera ministra de sanidad del último gobierno del PSOE, Trinidad Jiménez, en el programa de Ana Pastor en el que se analizaban los resultados del referendum griego, se permitió decir públicamente, en la televisión, que lo que había que exigir a Tsipras para que se llegara a un acuerdo era sentido de la responsabilidad, y enterarse de cómo funciona la maquinaria europea.

¿Y cómo funciona la maquinaria europea? ¿A base de golpes de estado encubiertos, como lo fue la reforma del artículo 135 de la Constitución española que acordaron el PP y el PSOE, y que obliga al Estado a priorizar el pago de los intereses de la deuda frente al gasto social? Trinidad Jiménez insinuaba que la celebración del referendum no iba a resolver el problema de Grecia, y que más bien iba a servir para tensar aun más la situación. Desde luego ella sí sabe como funciona la maquinaria europea: como una mafia. Pero entonces en lugar de exigir responsabilidad a Tsipras lo que debería hacer es denunciar con todas sus fuerzas que en la UE nos gobierna una banda de mafiosos, y que no es posible, por mucho que se ganen unas elecciones o un referendum, desobedecer a los mercados. Hace poco en una entrevista Varoufakis contaba que cuando se le ocurrió preguntar por el funcionamiento del Eurogrupo, por la vigencia de la norma de la unanimidad en la toma de decisiones, la respuesta que recibió fue que el Eurogrupo no existe. Aunque es el organismo que toma las más importantes decisiones dentro de la UE que afectan a la vida de todas personas que viven dentro de la UE, el Eurogrupo no existe. Y como no existe no tiene reglamentos de funcionamiento interno, no tiene normas, ni mucho menos actas. Pues bien, un organismo inexistente es la institución con mayor poder de toda la UE. 

Tenía razón Trinidad Jiménez al augurar que el resultado del referéndum no iba a ayudar a Grecia. Eso sólo podría pasar en una UE en la que se respetara la soberanía de los Estados y la democracia. El “acuerdo” al que se ha llegado entre Grecia y Alemania, o más bien el resultado de un chantaje despiadado tras 17 horas de negociación supone asumir unas condiciones absolutamente inaceptables, mucho peores que las que se planteaban en un principio. Es indudable que lo que se está buscando es humillar al pueblo griego, y hundir al gobierno de Syriza, el primer gobierno de toda la UE que se ha atrevido a enfrentarse a la Troika y decir No. Entre las durísimas condiciones imprescindibles para que se recupere la “confianza” perdida por la irresponsabilidad del gobierno griego se incluye entre otras la financiación de la deuda a través de la privatización masiva, y recortes en las pensiones. Pero además se obliga a dar marcha atrás en las reformas emprendidas en estos meses de gobierno, y la imposibilidad de emprender reformas sin el visto bueno de las instituciones europeas: “Para normalizar completamente los métodos de trabajo con las instituciones, el Gobierno deberá consultar y acordar con las instituciones –la Troika- cualquier iniciativa legislativa en áreas relevantes y con la debida antelación en consultas públicas o parlamentarias”.

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Lo que tenemos delante por tanto es, como correctamente se ha nombrado desde las redes sociales, un golpe de estado (en Twitter ha sido TT el hastag “ThisIsaCoup”), porque se está quitando a Grecia -y a todos los países de la UE la capacidad de legislar. Cuando se le arrebata a una nación el poder de legislarse a sí misma, se le ha arrebatado la soberanía. A Grecia se le están imponiendo unas condiciones para el rescate que suponen no sólo incumplir su programa electoral, sino anular la capacidad legislativa del Parlamento. Se trata de un golpe de estado en toda regla, y no sólo en Grecia, sino a toda la UE. El mensaje que están enviando los poderes financieros a la población europea es que aquí no hay alternativa, que las decisiones no se toman en los Parlamentos, que no hay democracia que valga. Lo que se puede o no se puede hacer no lo decide el poder político. Lo que nos están diciendo es que no seamos ingenuas, que los mecanismos democráticos europeos, en realidad, son una farsa, porque las decisiones importantes no se toman ahí. Y es que si realmente se tomaran en los parlamentos sería un desastre, porque al pueblo, ignorante y pobre, a veces le da por votar a opciones políticas como Syriza, un partido de ignorantes y de pobres, que no saben nada de economía y que pretenden poner por encima de los intereses de los ricos y de los poderosos los intereses de los pobres e ignorantes. A Syriza se le ha olvidado que cada uno ocupa el lugar que le corresponde, y que los pobres e ignorantes – y aquí pueden entrar países enteros como Grecia, como España o como Portugal – lo vienen siendo históricamente. El único gesto político que los mercados están dispuestos a aceptar es de ponerse de rodillas frente a Alemania, y si pretendes no arrodillarte y mantenerte en pie, reclamando tu soberanía, entonces te vas a enterar de lo que vale un peine: no sabes con quien estás hablando. Te van a retorcer el brazo hasta que grites de dolor y hasta que te arrepientas de haber pronunciado en algún momento que no eras una colonia de Alemania. Y van a seguir retorciéndole el brazo a Grecia mientras el resto de países miran cómo se lo retuercen, para que olviden definitivamente, si es que alguna vez se les pasó por la cabeza, votar de manera equivocada, es decir, votar a una opción que no esté dispuesta a aceptar los chantajes de una banda de gangsters.

Lo que se está jugando en este momento es nada menos que la soberanía de los pueblos europeos, y no es la primera vez que sucede en Europa. Lo que se está disputando es que la democracia y el Estado de Derecho tengan alguna posibilidad, o que por el contrario sean los intereses de los poderes económicos, por encima de los intereses de las personas, los que dictaminen el funcionamiento de las instituciones. Como lleva diciendo desde hace muchos años el filósofo Carlos Fernández Liria, cuando las reglas del juego las ponen los mercados, los Parlamentos sólo tienen una posibilidad de existir: siempre y cuando no sirvan para nada. En cuanto un Parlamento pretende cambiar mínimamente las reglas del juego, entonces se da un golpe de estado, más o menos encubierto, para poner los puntos sobre las íes, y así se le enseña al electorado lo que tiene que votar.

FRANCIA. ¿Choque de civilizaciones o crisis europea?

La masacre en la redacción de Charlie Hebdo es presentada como un capítulo más de una guerra mundial entre el bien y el mal, la democracia y la brabarie. Sin embargo, el atentado deja expuesta la crisis de identidad al interior de la sociedad francesa, así como el efecto boomerang de la política exterior de Europa contra los países del Medio Oriente.

diplomas do bem e do mal

 

por Federico Vazquez

 
Casi sin excepción los medios de todo el mundo esparcen la misma interpretación: el asesinato de doce personas en la redacción del semanario parisino Charlie Hebdo es un nuevo capítulo del choque civilizatorio entre Occidente y el Islam, entre la Democracia y la Barbarie.

Esta interpretación, aunque esquemática, permite que cada uno se acomode según su gusto ideológico: los hay quienes piden una devolución guerrera en términos de ojo por ojo, como quienes explican magnánimos que los grupos extremistas apenas representan una ínfima porción de la comunidad musulmana.

Ambas opiniones, sin embargo, comparten la misma matriz: se trataría de un conflicto donde la sociedad francesa, y por extensión la europea, fue víctima de un ataque externo, de un “otro” barbárico, incomprensible, ajeno.

¿Es correcto este enfoque? Volvamos sobre la escena del crimen. Según la información que brinda la misma policía francesa, quien comandó el ataque fue Chérif Kouachi, un joven de 32 años, nacido y criado en París. Un ciudadano francés matando a otros ciudadanos franceses. Este dato, más allá de cualquier otra interpretación, obliga a pensar a la matanza como parte de un problema al interior de la sociedad francesa. Por la sencilla razón de que quien perpetró la matanza nació, fue educado y se socializó al interior de esa sociedad.

Sigamos un poco más con la biografía del supuesto autor de la matanza: un video que circula por estas horas en la web, producido por el canal France 3 en el 2005, muestra a Chérif, que en ese entonces tenía 22 años, como un joven rapero de la periferia parisina. El contexto social de la época no es para nada aleatorio: ese mismo 2005 quedó surcado como el año de las grandes revueltas de jóvenes desclasados (ya sea por su origen social, étnico o religioso) quienes mostraban su inconformidad con el lugar que Francia reservaba para ellos. En el día más álgido de los disturbios 1.295 automóviles ardieron en el cinturón citadino de París. Probablemente, Chérif, que por entonces no tenía el extremismo islámico como brújula sino la música ni siquiera haya participado de esas protestas, aunque probablemente su entorno familiar y de amistades no estuvo ajeno a ellas. Como sea, la respuesta del Estado no fue tolerante ni democrática: en medio de la convulsión callejera el por entonces ministro de Interior, Nicolás Sarkozy, los catalogó públicamente “escoria”.

Según consignan los propios medios franceses, tres años después, en el 2008, Chérif inició sus contactos con células terroristas activas en Irak y Siria, que buscaban reclutar jóvenes del Primer Mundo para combatir en Medio Oriente.

Como reconoció el sociólogo francés Alain Tourine en una entrevista en radio Nacional Rock este jueves, más de mil jóvenes franceses pasaron a enrolar las filas yihadistas en los últimos tiempos. Una cifra de esta envergadura elimina cualquier argumento de “locos sueltos”, o casos de patología individual asesina: algo anda mal en la sociedad francesa, por la cual cientos y cientos de jóvenes nacidos y criados allí abandonan la tierra de la “libertad” y la “democracia” para adentrarse en las entrañas del monstruo pre moderno coránico. ¿Será que no todos pueden disfrutar de la misma libertad? ¿Será que no todos son iguales en la Francia actual de la austeridad económica y la xenofobia racial y religiosa?

Para mirarlo de la manera más microsociológica posible: algo no está bien entre los vecinos de París que resuelven sus diferencias religiosas y culturales mediante el uso de Kalishnikov. Porque, aunque parezca extraño, el exquisito caricaturista Stephane Charbonnier y el ex rapero convertido al fanatismo islámico Chérif Kouachi, vivían en la misma ciudad.

Claro, resulta más tranquilizador responder que se trata de una “contaminación” externa. Sin embargo, todo apunta al corazón de las sociedades europeas, por más que en estas horas sus líderes políticos insistan en arrojar el problema fuera de su cancha.

Las agencias internacionales de noticias consignan a los hermanos que comandaron el ataque a Charlie Hebdo como de nacionalidad “franco-argelino” aunque, como marcamos antes, se trata de dos ciudadanos francés, a secas, nacidos y criados en el país galo. Podría pensarse como una discriminación particular, entendible ante la conmoción de la matanza, pero no. En Francia, como en otros países europeos, tener la ciudadanía legal no implica tener la ciudadanía cultural, identitaria. En general, este último título es reservado para los franceses “puros”, aquellos que pueden ostentar largas genealogías en la tierra del vino y los quesos, excluyendo quirúrgicamente a quienes llegaron en las oleadas migratorias del siglo XX que, dicho sea de paso, están directamente vinculadas con el pasado colonialista de Francia

Que se trata de un conflicto nacional -aunque con obvias y notorias conexiones con dinámicas internacionales, entre ellas el llamado “terrorismo internacional”- lo demuestra la reacción de la propia clase política, inmediatamente después del crimen.
Marine Le Pen, líder del ultraderechista Frente Nacional, el mismo día del atentado, salió a pedir un referéndum para establecer la pena de muerte. En su país. Se podría decirse lo mismo que se dice de los fanáticos religiosos respecto del Islam: es una pequeña minoría que no representa el sentir del conjunto de los franceses. Ya no. Marine Le Pen ganó las elecciones europeas de mayo pasado, y hoy, según todas las encuestas, ganaría las elecciones generales para elegir gobierno.

El brutal asesinato a los periodistas de la revista satírica debería invitar a una sociedad democrática y con diversidad de opiniones a preguntarse cómo llegó hasta este punto. En vez de acentuar la “otredad” simplona descargando las culpas sobre una vaporosa “barbarie”, ensayar un curso acelerado de introspección sobre la propia “civilización”. Claro, no es sencillo: Francia tiene una larga tradición en realizar una operación político ideológica por la cual convierte en un conflicto “externo”, lo que en verdad está ardiendo sin solución dentro suyo. Cuidado: no se trata de decir que los franceses son igual de bárbaros que los musulmanes. Se trata de entender que existe un problema social, político, económico y, en último término, religioso al interior de las sociedades europeas, y no fuera de ellas, en algún “oscuro rincón del mundo”. El problema está en Europa.

Ese problema puede resumirse en el histórico problema “nacional”, por el cual sociedades como la francesa construyen una identidad excluyente, refractaria a incorporar de manera plena a nuevos contingentes poblacionales, manteniendo así una separación y segregación cultural y social impropia de un país que se ve a sí mismo como plural y democrático. La existencia de esa deriva nacional excluyente puede fácilmente corroborarse en el comportamiento electoral reciente de franceses, ingleses o alemanes, que en un contexto de crisis económica como el actual terminan volcándose por opción de extrema derecha, como el caso del Frente Nacional, o el UKIP en el caso de Gran Bretaña. E

Finalmente, también hay una “conexión” externa, si se comprueban los lazos con grupos terroristas de Medio Oriente de los jóvenes franceses que realizaron la masacre. Pero esa conexión con el terrorismo internacional no queda tampoco ajena a decisiones políticas tomadas por los gobiernos del Primer Mundo. Desde la primavera árabe de 2011, hubo una destrucción sistemática de los estados en el norte de África y la península arábiga. Libia, Irak y Siria son territorios caotizados, donde ISIS siembra el terror y realiza propaganda viral en Internet para que nuevos contingentes de jóvenes europeos se sumen a sus filas. En el caso de Libia, la participación francesa en el derrocamiento de Kadafi fue directa e inocultable. El gobierno de Kadafi no fue remplazado por una democracia ejemplar, sino por la destrucción del país, a partir del cual creció la influencia del islamismo extremista que, de modos brutales, impone un orden donde los europeos dejaron caos.

Lo que pasó en las oficinas de Charlie Hebdo no fue un ataque “externo”, sino un hecho brutal, asesino y extremista que, lamentablemente, también refleja a parte de la sociedad europea. Una sociedad donde, desde ya, también existen valores y fuerzas democráticas y libertarias. Ojalá, por el bien de Europa y del mundo, ganen los segundos.

 

VENCEU O DIREITO DA FORÇA

por Gilberto Prado

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Prefiro seguir quem sabe. Quem tem algo a me ensinar. Por isso, acompanho Abraão Lincoln estimulando-me a “(…) lutar contra todos, se achar que tenho razão”. Obedeço minha consciência e faço o que ela manda.
Com certeza ela me absolverá.
Daí insistir na tragédia envolvendo a publicação francesa “Charlie Hebdo” e religiosos em geral, com destaque para os muçulmanos, moralmente as maiores vítimas do triste episódio.
Enquanto tratarmos a execução de doze integrantes da revista julgados condenados à morte pela “lei do talião” como simples caso de terrorismo e atentado à liberdade de expressão, não chegaremos a lugar nenhum.
Principalmente quando o acontecido está carregado de exemplos a ser observados ou mesmo seguidos.
Apesar de milenar, fundada Antes de Cristo, a “lei do talião” sequer ganhou o direito de ser grafada com letras maiúsculas. Jamais chegou a ter o direito de ser promovida a nome próprio.
Porém seu poder ameaçador supostamente irracional, ditado no foco do fanatismo religioso, está além de tudo quanto for “Vade Mecum”.
É “olho por olho, dente por dente”.
E foi justamente esse tipo de fórum cujas leis são abstratas e, conforme seus mentores, “ditadas por Alá” que a revista “Charlie Hebdo” resolveu desafiar. E de forma indigna utilizando um jornalismo indecente encontrou um espaço nojento para alcançar a popularidade.
Para isso juntou a torpeza à solércia.
Muitos desconhecem a existência de “duas Franças”. Uma delas atraente, carregada de culturas históricas, alegre, ideal para o turismo, até mesmo o sexual, principalmente em Paris, com bairros especializados, como Pigalle.
Também a França hilária, onde visitantes – alguns “novos ricos” ou “metidos a ricos” – chegam com um único objetivo de tirar três fotografias.
Uma na Tour Eiffel, mesmo sem saber pra que fizeram aquele “troço tão alto”. Outra no Arco do Triunfo, acreditando tratar-de “de um enfeite” e, finalmente no Museu do Louvre, ao lado do quadro de “uma mulher um tanto sem graça” chamada “Gionunseiquê”.
A outra França, por sua vez, fora do cartão-postal e maioria absoluta, é preconceituosa, carregada de ódio. Sempre pronta a descarregar esse sentimento não para os lucrativos visitantes, mas aos estrangeiros que procuram espaço de sobrevivência no país. Entre os quais “incômodos” latinos do outro lado do Atlântico (brasileiros inclusos) e muçulmanos.
Esses últimos, assim denominados por serem seguidores do Islamismo, são os mais perseguidos, a partir dos nascidos – ou descentes – na Argélia, pais da África do Norte pertencente à França até 1962. Seus habitantes, vindos ao mundo antes da independência, são oficialmente franceses.
O “francês real”, termo preconceituoso oriundo do “galicismo” – também “idiotismo” – para separar o patriota cujas “raízes genealógicas” são francesas, não admite essa realidade. Abomina essa minoria “invasora”.
Uma minoria, é verdade, mas juntando-se aos muçulmanos vindos de outros países, formam uma “grande minoria” de seis milhões de almas.
São perseguidos, vítimas da “islamisfobia”. Seus rituais religiosos incomodam. Pesquisas, inclusive da conceituada Universidade de Stanford, indicam a dificuldade de empregos. Sobrevivem quase sempre da solidariedade.
Mas são temidos.
Os franceses “puro sangue” não os enfrentam de forma direta. Deliciam-se como lenitivo em vê-los ridicularizados principalmente pela forma exótica de encarar o mundo.
E é aí que entra a revista “Charlie Hebdo”. Aproveita-se de um “mercado espúrio” para ganhar popularidade. Em expediente canalha fez dos preconceitos social, étnico e religioso uma forma arrivista de sucesso. De alcançar a notoriedade. Cometeu, no entanto, um erro gravíssimo.
Mexeu com tudo quanto é sagrado. Com a crença alheia, ignorando as consequências.
Divertiu franceses intolerantes com ignóbeis charges. Não pouparam sequer os cristãos.
Ridicularizaram a imagem de Deus, colocando de forma grotesca a dúvida sobre a criação do homem; desenharam uma mulher, supostamente a virgem Maria, parindo o “menino Jesus”; um coito anal entre as três pessoas da Santíssima Trindade, “Pai, Filho e Espírito Santo”.

Charlie Hebdo Jesus Natal terrorismo imprensa
Com relação aos islâmicos, desenharam a figura de Maomé dando um beijo homossexual; a caricatura de um Maomé ameaçador, prometendo “12 chibatadas em quem não “morresse de rir”; publicaram o profeta em situação embaraçosa; nu.
Essa última publicação gerou sérios problemas diplomáticos, principalmente porque o Islã considera blasfêmia qualquer insulto ao seu idealizador. Daí, a resposta insolente do “finado” Stéphanne Charbonnie, executado na redação por ele transformada em “quartel general”:
“Maomé não é sagrado para mim. Eu vivo pela lei francesa e não sob a lei do Corão”.
Em seguida publicou uma charge de um judeu ortodoxo sendo fuzilado, com as balas perfurando o livro do Corão, com a seguinte legenda: “O Corão é uma merda”!
Queria o quê?
Mentem os desvairados comunicadores brasileiros quando associam a ação justiceira diferente à decantada Liberdade de Expressão. Essa liberdade não foi ferida. Mas é bom lembrar que ela tem limites. Encerra-se diante de outras “liberdades”. Entre elas a de opção religiosa.
Quem duvidar que enfrente as conseqüências, como foi o caso da “Charlie Hebdo” que a trocou pela licenciosidade. O jargão centenário dizendo que “quando se encerra a força do direito entra o direito da força”, prevaleceu.
A “lei do talião” mandou para o “outro mundo” quem não se comportou com a necessária dignidade quando entre nós.
Venceu o direito da força.

Primer ministro francés: “Existe un apartheid territorial, social y étnico en Francia”

El primer ministro francés, Manuel Valls, ha admitido que en Francia se está imponiendo “un ‘apartheid’ territorial, social y étnico” que ha avanzado mucho desde los disturbios callejeros del año 2005. Este ‘apartheid’ adopta la forma de guetos en las periferias urbanas y de “discriminaciones cotidianas porque alguien no tiene un buen apellido, un buen color de piel o porque es mujer“, según cita el diario ‘Le Point’.

En una reunión con la prensa, el político habló de las “tensiones que se incuban en silencio desde hace tiempo, de las cuales solo se habla de vez en cuando”. Entre los factores de la creciente segregación en la sociedad francesa destacó “el miedo colectivo frente al paro masivo y duradero, al paro juvenil, frente a la vida demasiado cara, al riesgo de decadencia” y otras preocupaciones de índole económico-social.

 

O TERROR, O “OCIDENTE”, E A SEMEADURA DO CAOS

por Mauro Santayana
Há alguns dias, terroristas franceses, ligados, aparentemente, à Al Qaeda, atacaram a redação do jornal satírico parisiense Charlie Hebdo, em represália pela publicação de caricaturas sobre o profeta Maomé.

Doze pessoas foram assassinadas, entre elas alguns dos mais famosos cartunistas e intelectuais do país, e dois cidadãos de origem árabe, um deles, estrangeiro, que trabalhava há pouco tempo na publicação, e um membro das forças de segurança que estava nas imediações.

Logo em seguida, houve, também, outro ataque, a um supermercado kosher na periferia de Paris, em que 4 judeus franceses e estrangeiros morreram.

Dias depois, milhões de pessoas, e personalidades de vários países do mundo, se reuniram nas ruas da capital francesa, para protestar contra o atentado, e se manifestar contra o terrorismo e pela liberdade de expressão.

Na mesma primeira quinzena de janeiro, explodiram carros-bomba, e homens-bomba, também ligados a grupos radicais islâmicos, no Líbano (Beirute), na Síria (Aleppo), na Líbia (Benghazi), e no Iraque (Al-Anbar), com dezenas de mortos, em sua maioria civis.

Mas, como sempre, não seria normal esperar que algum destes fatos tivesse a mesma repercussão do atentado em Paris, capital de um país europeu, ou que a alguém ocorresse produzir cartazes e neles escrever Je suis Ahmed, ou Je suis Ali, ou Je suis Malak, Malak Zahwe, a garota brasileira, paranaense, de 17 anos, que morreu na explosão de um carro-bomba, junto com mais 4 pessoas (20 ficaram feridas), no dia 2 de janeiro, em Beirute.

No entanto, os homens, mulheres e crianças, mortos, todos os dias, no Oriente Médio e no Norte da África, são tão frágeis e preciosos, em sua fugaz condição humana, quanto os que morreram na França, e vítimas dos mesmos criminosos, criados pela onda de radicalização e rápida expansão do fundamentalismo islâmico, nos últimos anos.

Raivosas, autoritárias, intempestivas, numerosas vozes se alçaram, em vários países, incluído o Brasil, para gritar – em raciocínio tão ignorante quanto irascível – que o terrorismo não tem que ser “compreendido” e, sim, “combatido”.

Os filósofos e estrategistas chineses ensinam, há séculos, que sem conhecê-los, não é possível vencer os eventuais adversários, nem mudar o mundo.

Além disso, não podemos, por aqui, por mais que muitos queiram emular os países “ocidentais”, em seu ardoroso “norte-americanismo” e “eurocentrismo”, esquecer que existem diferenças históricas, e de política externa, entre o Brasil, os EUA, e países da OTAN como a França.

Podemos dizer que Somos Charlie, porque defendemos a liberdade e a democracia, e não aceitamos que alguém morra por fazer uma caricatura, do mesmo jeito que não podemos aceitar que uma criança pereça bombardeada pela OTAN no Afeganistão ou na Líbia, ou porque estava de passagem, no momento em que explodiu um carro-bomba, por um posto de controle em Aleppo, na Síria.

Mas é preciso lembrar que, ao contrário da França, nunca colonizamos países árabes e africanos, não temos o costume de fazer charges sobre deuses alheios em nossos jornais, não jogamos bombas sobre países como a Líbia, não temos bases militares fora do nosso território, não colaboramos com os EUA em sua política de expansão e manutenção de uma certa “ordem” ocidental e imperial, e, talvez, por isso mesmo – graças a sábia e responsável política de Estado, que inclui o princípio constitucional de não intervenção em assuntos de outros países – não sejamos atacados por terroristas em nosso território.

As raízes dos atentados de Paris, e do mergulho do Oriente Médio na maior, e, com certeza, mais profunda tragédia de sua história, não está no Al Corão ou nas charges contra o Profeta Maomé, embora estas últimas possam ter servido de pretexto para ataques como o que ocorreu em Paris.

Elas começaram a se tornar mais fortes, nos últimos anos, quando o “ocidente”, mais especificamente alguns países da Europa e os EUA, tomaram a iniciativa de apoiar e insuflar, usando também as redes sociais, o “conto do vigário” da Primavera Árabe em diversos países, com a intenção de derrubar regimes nacionalistas que, com todos os seus defeitos, tinham conquistado certo grau de paz, desenvolvimento e estabilidade para seus países nas últimas décadas.

Inicialmente promovida, em 2011, como “libertária”, “revolucionária”, a Primavera Árabe iria, no curto espaço de três anos, desestabilizar totalmente a região, provocar massacres, guerras civis, golpes de Estado, e alcançar, por meio da intervenção militar direta e indireta da OTAN e dos EUA em vários países, a meta de tirar do poder, a qualquer custo, regimes que lutavam para manter um mínimo de independência e soberania em suas relações com os países mais ricos.

Quando os EUA, com suas “primaveras” – que não dão flores, mas são fecundas em crimes e cadáveres – não conseguem colocar no poder um governo alinhado com seus interesses, como na Ucrânia e no Egito, jogam irmão contra irmão e equipam com armas, explosivos, munições, terroristas, bandidos e assassinos para derrubar quem estiver no comando do país.

O objetivo é destruir a unidade nacional, a identidade local, o Estado e as instituições, para que essas nações não possam, pelo menos durante longo período, voltar a organizar-se, a ponto de tentar desafiar, mesmo que em pequena escala, os interesses norte-americanos.

Foi assim que ocorreu com a intervenção dos EUA e de aliados europeus como a Itália e a França – contra a recomendação de Brasil, Rússia, Índia e China, no Conselho de Segurança da ONU – no Iraque, na Líbia e na Síria.

Durante décadas, esses países – com quem o Brasil tinha, desde os anos 1970, boas relações – viveram sob relativa estabilidade, com a economia funcionando, crianças indo para a escola, e diferentes etnias, religiões e culturas, dividindo, com eventuais disputas, o mesmo território.

Estradas, rodovias, sistemas de irrigação, foram construídos – também com a ajuda de técnicos, operários e engenheiros brasileiros – com os recursos do petróleo, e países como o Iraque chegavam a importar automóveis, como no caso de milhares de Volkswagens Passat fabricados no Brasil, para vender aos seus cidadãos de forma subsidiada.

Na Líbia de Muammar Kadafi, segundo o próprio World Factbook da CIA, 95% da população era alfabetizada, a expectativa de vida chegava, para os homens, segundo dados da ONU, a 73 anos, e a renda per capita e o IDH estavam entre os maiores do Terceiro Mundo, mas esses dados nunca foram divulgados normalmente pela imprensa “ocidental”.

Pode-se perguntar a milhares de brasileiros que estiveram no Iraque, que hoje têm entre 50 e 70 anos de idade, se, naquela época, sunitas e xiitas se matavam aos tiros pelas ruas, bombas explodiam em Basra e Bagdá todos os dias, como explodem hoje, a qualquer momento, também em Trípoli ou Damasco, ou milhares de órfãos tentavam atravessar montanhas e rios sozinhos, pisando nos restos de outras crianças, mortas em conflitos incentivados por “potências” estrangeiras, ou tentavam sobreviver caçando, a pedradas, ratos por entre escombros das casas e hospitais em que nasceram.

São, curdos, xiitas, sunitas, drusos, armênios, cristãos maronitas, inimigos?

Antes, trabalhavam nos mesmos escritórios, viviam nas mesmas ruas, seus filhos frequentavam as mesmas salas de aula, mesmo que eles não tivessem escolhido, no início, viver como vizinhos.

Assim como no caso de hutus e tutsis em Ruanda, e em inúmeras ex-colônias asiáticas e africanas, as fronteiras dos países do Oriente Médio foram desenhadas, na ponta do lápis, ao sabor da vontade do Ocidente, quando da partilha do continente africano por europeus, obedecendo não apenas ao resultado de Conferências como a de Berlim, em 1884, mas também à máxima de que sempre se deve “dividir para comandar”, mantendo, de preferência, etnias de religiões e idiomas diferentes dentro de um mesmo território ocupado pelo colonizador.

Eram Saddam Hussein e Muammar Kadafi, ditadores? É Bashar Al Assad, um déspota sanguinário?

Quando eles estavam no poder, não havia atentados terroristas em seus países.

E qual é a diferença deles e de seus regimes, para os líderes e regimes fundamentalistas islâmicos comandados por xeques e emires, na mesma região, em que as mulheres – ao contrário dos governos seculares de Saddam, Kadafi e Assad – são obrigadas a usar a burka, não podem sair de casa sem a companhia do irmão ou do marido, se arriscam a ser apedrejadas até a morte ou chicoteadas em caso de adultério, e não há eleições, a não ser o fato de que esses regimes são dóceis aliados do “ocidente” e dos EUA?

Se os líderes ocidentais viam Kadafi como inimigo, bandido, estuprador e assassino, por que ele recebeu a visita do primeiro-ministro britânico Tony Blair, em 2004; do Presidente francês Nicolas Sarkozy – a quem, ao que tudo indica, emprestou 50 milhões de euros para sua campanha de reeleição – em 2007; da Secretária de Estado dos EUA, Condoleeza Rice, em 2008; e do primeiro-ministro italiano Silvio Berlusconi em 2009?

Por que, apenas dois anos depois, em março de 2011 – depois de Kadafi anunciar sua intenção de nacionalizar as companhias estrangeiras de petróleo que operavam, ou estavam se preparando para entrar na Líbia (Shell, ConocoPhillips, ExxonMobil, Marathon Oil Corporation, Hess Company) esses mesmos países e os EUA, atacaram, com a desculpa de criar uma Zona de Exclusão Aérea sobre o país, com 110 mísseis de cruzeiro, apenas nas primeiras horas, Trípoli, a capital líbia, e instalações do governo, e armaram milhares de bandidos – praticamente qualquer um que declarasse ser adversário de Kadafi – para que o derrubassem, o capturassem e finalmente o espancassem, a murros e pontapés, até a morte?

Ora, são esses mesmos bandidos, que, depois de transformar, com armas e veículos fornecidos por estrangeiros, a Líbia em terra de ninguém, invadiram o Iraque e, agora, a Síria, e se uniram para formar o Estado Islâmico, que pretende erigir uma grande nação terrorista juntando o território desses três países, não por acaso os que foram mais devastados e destruídos pela política de intervenção do “ocidente” na região, nos últimos anos.

11-de-setembro-todo-dia

Foram os EUA e a Europa que geraram e engordaram a cobra que ameaça agora devorar a metade do Oriente Médio, e seus filhotes, que também armam rápidos botes no velho continente. Serpentes que, por incompetência e imprevisibilidade, depois da intervenção na Líbia, a OTAN e os EUA não conseguiram manter sob controle.

Os Estados Unidos podem, pelo arbítrio da força a eles concedida por suas armas e as de aliados – quando não são impedidos pelos BRICS ou pela comunidade internacional – se empenhar em destruir e inviabilizar pequenas nações – que ainda há menos de cem anos lutavam desesperadamente por sua independência – para tentar estabelecer seu controle sobre elas, seu povo e seus recursos, objetivo que, mesmo assim, nunca conseguiram alcançar militarmente.

Mas não podem cometer esses crimes e esses equívocos, diplomáticos e de inteligência, e dizer, cinicamente, que o fizeram em nome da defesa da Liberdade e da Democracia.

Assim como não deveriam armar bandidos sanguinários e assassinos para combater governos que querem derrubar, e depois dizer que são contra o terrorismo que eles mesmos ajudaram a fomentar, quando esses mesmos terroristas, além de explodir bombas e matar pessoas em Bagdá, Damasco ou Trípoli, todos os dias, passam a fazer o mesmo nas ruas das cidades da Europa ou dos próprios Estados Unidos.

O “terrorismo” islâmico não nasceu agora.

Mas antes da balela mortífera da Primavera Árabe, e da Guerra do Iraque, que levou à destruição do país, com a mentirosa desculpa da posse, por Saddam Hussein, de armas de destruição em massa que nunca foram encontradas – tão falsa quanto o pretexto do envolvimento de Bagdá no ataque às Torres Gêmeas, executado por cidadãos sauditas, e não líbios, sírios ou iraquianos – não havia bandos armados à solta, sequestrando, matando e explodindo bombas nesses 3 países.

Hoje, como resultado da desastrada e criminosa intervenção ocidental, o terror do Estado Islâmico, o ISIS, controla boa parte dos territórios e da sofrida população síria, iraquiana e líbia, e, a partir deles, está unindo suas conquistas em torno da construção de uma nação maior, mais poderosa, e extremamente mais radical do ponto de vista da violência e do fundamentalismo, do que qualquer um desses países jamais o foi no passado.

O ataque terrorista à redação e instalações do semanário francês Charlie Hebdo, e do Mercado Kosher, em Vincennes, Paris, foram crimes brutais e estúpidos.

Mas não menos brutais, e estúpidos, do que os atentados cometidos, todos os dias, contra civis inocentes, entre muitos outros lugares, como a Síria, o Iraque, a Líbia, o Afeganistão.

Quem quiser encontrar as sementes do caos que também atingiram, em forma de balas, os corpos dos mortos do Charlie Hebdo poderá procurá-las no racismo de um continente que acostumou-se a pensar que é o centro do mundo, e que discrimina, persegue e despreza, historicamente, o estrangeiro, seja ele árabe, africano ou latino-americano; e no fundamentalismo branco, cristão e rançoso da direita e da extrema direita norte-americanas, cujos membros acreditam piamente que o Deus vingador da Bíblia deu à “América” do Norte o “Destino Manifesto” de dirigir o mundo.

Em nome dessa ilusão, contaminada pela vaidade e a loucura, países que se opuserem a isso, e milhões de seres humanos, devem ser destruídos, mesmo que não haja nada para colocar em seu lugar, a não ser mais caos e mais violência, em uma espiral de destruição e de morte, que ameaça a sobrevivência da própria espécie e explode em ódio, estupidez e sangue, como agora, em Paris, neste começo de ano.

Un fétido viento de racismo ronda por Europa

Je suis Charlie Chaplin

por Shlomo Sand
CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

“La lectura del Corán es repugnante. Desde que nace, el islam se distingue por su voluntad de someter el mundo. Su naturaleza, es someter…” (Michel Houellebecq, citado el 31 de agosto de 2001).

Nada justifica un asesinato, aún menos un asesinato masivo cometido a sangre fría. Lo que ha ocurrido en París, a comienzos de enero, constituye un crimen absolutamente inexcusable.

Decir algo semejante no contiene nada original: millones de personas piensan y sienten de la misma manera. Sin embargo, a la luz de esta horrible tragedia, una de las primeras preguntas que se me ocurren es la siguiente, a pesar del profundo disgusto experimentado por los asesinatos, ¿es obligatorio identificarse con las acciones de las víctimas? ¿Tengo que ser Charlie porque las víctimas eran la encarnación suprema de la ‘libertad de expresión’, como ha declarado el presidente de la República? ¿Soy Charlie no solo porque soy un ateo secular, sino también por mi antipatía fundamental hacia las raíces opresoras de las tres principales religiones monoteístas occidentales?

Ciertas viñetas publicadas en Charlie Hebdo, que he visto hace mucho tiempo, me parecieron de mal gusto. Solo unas pocas me hicieron reír, ¡pero ese no es el problema! En la mayoría de las viñetas sobre el islam publicadas por el semanario durante la última década, he percibido una irritación manipuladora que se proponía seducir aún más a los lectores, obviamente no musulmanes.

La reproducción por Charlie de las caricaturas publicadas en la revista danesa me pareció espantosa. En 2006, ya había percibido como una provocación pura el dibujo de Mahoma portando un turbante combinado con una bomba. No se trata de una caricatura contra los islamistas, sino de una estúpida amalgama del islam con el terrorismo, ¡es equivalente a identificar el judaísmo con el dinero!

Se ha afirmado que Charlie, arremete imparcialmente contra todas las religiones, pero es mentira. Ciertamente, se burla de los cristianos y, a veces, de los judíos. Sin embargo, ni la revista danesa, ni Charlie se permitirían (afortunadamente) publicar una caricatura presentando al profeta Moisés, portando kipá y flecos ceremoniales, con el aspecto de un astuto prestamista, sobrevolando la esquina de una calle. Es bueno que en la sociedad que en estos días se denomina “judeocristiana” (sic) ya no debería ser posible diseminar públicamente el odio a los judíos como sucedía en un pasado no demasiado lejano. Estoy por la libertad de expresión mientras me opongo al mismo tiempo a la incitación racista.

Admito, gustosamente, que tolero las restricciones generalizadas impuestas a Dieudonné por su “crítica” y sus “chistes” contra los judíos. Por otra parte, me opongo positivamente a los intentos de controlarlo físicamente. Y si, por casualidad, algún idiota lo ataca, no me espantaré demasiado… pero no llegaré a enarbolar una pancarta con la inscripción “yo soy Dieudonné”.

En 1886, se publicó en París La France juive de Edouard Drumont. Y en 2015, el día de los asesinatos cometidos por los tres idiotas criminales, aparece bajo el título de Soumission la France musulmane, el libro de Michel Houellebecq. El panfleto La France juive fue un auténtico éxito de ventas a finales del Siglo XIX. Incluso antes de su aparición en las librerías, ¡Soumission ya es un éxito de ventas!

Estos dos libros, cada uno en su época, han gozado de una considerable y calurosa cobertura en los medios de comunicación. Hay, ciertamente, diferencias entre ellos. Entre otras cosas, Houellebecq sabe que, a principios del Siglo XXI, ya no es aceptable generar temor ante una amenaza judía, pero que sigue siendo fácilmente aceptable vender libros implicando una amenaza musulmana. Alain Soral, menos hábil, no ha comprendido las “reglas”, y por este hecho se le margina en los medios. ¡Tanto mejor! Houellebecq, por otra parte, ha sido invitado, con mucha fanfarria, a aparecer en el codiciado programa de las 8 de la noche (journal de 20 heures) de la televisión pública francesa, mientras su libro es simultáneamente responsable de diseminación del temor al islam.

Un mal viento, un fétido viento de peligroso racismo, ronda por Europa: existe una diferencia fundamental entre el cuestionamiento de una religión o de una creencia dominante en una sociedad y el ataque o a la incitación contra la religión de una minoría dominada. Si desde el seno de una sociedad “judeomusulmana” [no menos ridícula que la etiqueta judeocristiana] en Arabia Saudí, en los Emiratos del Golfo, hay un mar de fondo de protestas y advertencias contra la religión dominante que oprime a miles de trabajadores, y millones de mujeres, tenemos la responsabilidad de apoyar a los manifestantes perseguidos. Ahora, como sabemos perfectamente, los dirigentes occidentales, lejos de alentar a los e sabe perfectamente, dirigentes occidentales, lejos de alentar a los “voltairenses y russonianos” en Medio Oriente, mantienen su total apoyo a los regímenes religiosos más represivos.

Por otra parte, en Francia o en Dinamarca, en Alemania o en España, pobladas por millones de trabajadores musulmanes, frecuentemente obligados a realizar los peores trabajos, en la parte baja de la escala social, es necesario mostrar la máxima prudencia antes de criticar al islam, y sobre todo no ridiculizarlo de modo grosero.

Actualmente, y sobre todo después de esta terrible masacre, mi simpatía va hacia los musulmanes que residen en guetos adyacentes a las metrópolis, quienes corren considerable riesgo de convertirse en las segundas víctimas de los asesinatos perpetrados en Charlie Hebdo y en el supermercado Hyper Cacher. Sigo tomando como referencia el ‘Charlie original’: el gran Charlie Chaplin, quien nunca se burló de los pobres y de las personas con menos formación.

Además, y sabiendo que lo que uno escribe siempre ocurre en un contexto, ¿cómo no presentar el hecho de que, durante más de un año, hay tantos soldados franceses presentes en África para “combatir a los yihadistas”, cuando no se ha realizado ningún debate serio en Francia sobre la utilidad o el daño de esas intervenciones militares? Al gendarme colonial de ayer, que tiene una responsabilidad indiscutible en el patrimonio caótico de fronteras y regímenes [arbitrarios], se le “hace volver” hoy para reinstalar “la ley y el orden” mediante su gendarmería neocolonial contemporánea.

Francia se unió a la coalición militar en Irak, junto al gendarme estadounidense responsable de la enorme destrucción del país sin haber expresado jamás el más mínimo pesar y participa en los bombardeos de las bases del Estado Islámico. Aliada con la “ilustrada” dirigencia saudí y otros ardientes partidarios de la “Libertad de expresión” en Medio Oriente, [Francia] preserva las fronteras de la partición ilógica que ha impuso hace un siglo según sus intereses imperialistas. La llaman para bombardear a los que amenazan las preciosas reservas de petróleo cuyo producto consume, sin comprender que al hacerlo invita al riesgo de ataques terroristas en el corazón de la metrópolis.

Pero, en realidad, es posible que ese proceso se comprenda bien. El Occidente ilustrado no puede posiblemente ser una víctima ingenua e inocente, como adora presentarse. Por supuesto, para que un asesino mate a sangre fría a gente inocente y desarmada es necesario ser cruel y perverso. Pero es necesario ser hipócrita o estúpido para cerrar los ojos ante los hechos que han creado los fundamentos de esta tragedia.

También es prueba de una ceguera que más vale que comprendamos: este conflicto aumentará aún más si no trabajamos todos juntos, ateos y creyentes, para abrir caminos verdaderos de vida conjunta sin odiarnos mutuamente.

Shlomo Sand es autor dl libroe How I Stopped Being a Jew [Cómo dejé de ser judío], Verso, 2014. En noviembre de 2014 a le negaron la oportunidad de hablar en una Universidad en Francia (fuente de la libertad de expresión). La UJFP resume el asunto aquí .

Shlomo Sand invention of the jewish people

Una versión anterior de este artículo se publicó en la web de la Union Juive Française pour la Paix y se reprodujo en Mediapart . Traducido del hebreo al francés por Michel Bilis y al inglés por Evan Jones.

“Sólo pedimos que se nos considere franceses”

“La discriminación no nos volvió inhumanos”, asegura Mourad, un joven del barrio de Amedy Coulibaly. No fue a la manifestación. Su rechazo a la violencia es proporcional a la ofensa que siente ante las caricaturas del semanario.

Un grupo de musulmanes reza durante Ramadán en la vereda de una calle de París. Imagen: Corbis

Un grupo de musulmanes reza durante Ramadán en la vereda de una calle de París.
Imagen: Corbis

 

Por Eduardo Febbro/ Página 12
Desde París

La frase, ya borrosa, “Yo no soy Charlie”, pintada sobre una pared de Grigny traza el territorio de la fractura social. “Aquí estamos aterrados, llenos de tristeza, solidarios con las víctimas del atentado contra Charlie Hebdo pero en total desacuerdo con las caricaturas y más aún con ciertas falsedades que se escriben en la prensa”, dice Mustafá, un joven habitante de esta zona suburbana de París que se ha convertido en el blanco de retratos abusivos y desacertados publicados en la prensa porque aquí, en el barrio de la Grande Borne, junto a sus padres oriundos de Mali y sus nueve hermanas, creció Amedy Coulibaly, el cómplice de los hermanos Kouachi que asesinó a cuatro personas en un supermercado judío del este de París y a una mujer de la Policía Municipal. Entre ser Charlie y no serlo, dos mundos en cuyos intersticios caben un montón de fantasmas. Hastiados de las mentiras y las aproximaciones, unos 30 jóvenes de estos barrios, donde muchos crecieron en las mismas condiciones que los hermanos Kouachi o Amedy Coulibaly, publicaron un video en YouTube donde se defienden. Agrupados en la asociación Jóvenes Reporteros ciudadanos de Grigny, los jóvenes explican: “Rehusamos la amalgama que dice: ‘jóvenes, negros, árabes, musulmanes igual a terroristas, a antisemitas, a delincuentes incultos, a antirrepublicanos y antifranceses’”. El video abarca todo el abanico con el cual, a menudo, estos jóvenes son vistos por una parte de la sociedad: “Terroristas en potencia”, “franceses de segunda categoría”, “malas hierbas”, “vagos”.

terror terrorismo morte

La Francia multicultural tiene un rostro muy distinto de la imagen escabrosa que los atentados del 7 de enero pudieron insinuar. Es una Francia bella, joven, musical, potente y marginada. En uno de sus editoriales, el matutino Libération escribe: “Si no lo habíamos entendido hasta ahora, está claro que en adelante una buena cantidad de franceses, a menudo en los suburbios, está en disidencia moral y social en su propio país”.

Esa disidencia se siente en la piel, sobre todo ahora que decenas de periodistas venidos del mundo entero aterrizaron aquí y “nos trataron como si fuéramos un zoológico”, asegura, molesto y desconfiado, un maliense de la Grande Borne. Los vecinos están horrorizados, sean o no sean Charlie. “La discriminación no nos volvió inhumanos”, asegura Mourad, un joven del barrio de Amedy Coulibaly. Como muchos otros habitantes de este barrio, Mourad no fue a la gran manifestación del domingo 11 de enero. No es lo que se puede decir un “Yo no soy Charlie”. Su rechazo a la violencia es proporcional a la ofensa que siente ante las caricaturas del semanario. “El profeta es sagrado, ese humor no entra en los valores de los musulmanes. Hubiese ido a manifestar, pero siendo solidario con las víctimas habría sido también, de alguna manera, como una forma de aprobar el sentido de esas caricaturas. No podía.” Las palabras se mueven aquí en un delgado pasadizo de sentidos. Ser francés y no ser tratado como tal. Ser musulmán en una de las grandes culturas de Occidente. Grigny está en el departamento de L’Essone, el número 91. En los departamentos contiguos, 92 –Hauts-de-Seine–, 93 –Seine-Saint-Denis–, o 94 –Val-de Marne– durante los días posteriores a los atentados y al de la manifestación se vivieron escenas similares. La gente se juntaba en los barrios sin sumarse al gran movimiento de unión nacional. La discriminación deja huellas profundas que poco tienen que ver con los principios religiosos. “De nada sirve que Mammadou o Abdallá tengan un bachillerato y cinco años de estudios universitarios si después no pueden encontrar trabajo porque tienen un nombre árabe”, explica Nordine Iznasni, consejero municipal de la localidad de Nanterre (departamento Hauts-de-Seine) y figura histórica de las marchas por la igualdad de los años ’80. Mohamed Mechmach, copresidente de la coordinadora Pas Sans Nous (No sin nosotros) es también un emblema de la lucha por la igualdad en los barrios populares. “Sólo pedimos una cosa: que se nos considere plenamente como franceses, y no como franceses aparte”, exige. Su lectura de los atentados es amplia, dolorosa, entre la lucidez, el temor y la esperanza. “Al matar a Charlie Hebdo también nos mataron a nosotros”, explica. Se trata, ahora, de salir de la trampa que los hermanos Kouachi y Amedy Coulibaly le tendieron a todo el mundo. Como arenas movedizas, como esas miradas esquivas de Grigny y ese temor a hablar sin sentirse desigual. “Uno puede llamarse Pierre, Mohamed o Daniel, los habitantes de los barrios populares son las primeras víctimas de lo que ocurrió. Llamarse Mohamed y vivir en un suburbio era complicado, ahora lo va a ser todavía más. Pero los suburbios no son un depósito de culpables, son lugares de solidaridad con las familias de las víctimas. Los suburbios son una parte de la solución. Nos hace falta un debate de fondo para restaurar la justicia social”, asegura Mohamed Mechmach.

Esa pulsión colectiva, ese deseo de volver a empezar de nuevo, esa sensación de que de este drama que sobrecogió al mundo algo nuevo va a salir, se incrustó en el clima como una canción de cuna. La prensa de este fin de semana testimonia ese clamor, a menudo con títulos que se repiten. “Siete días que cambiaron a Francia”, escribe el diario Le Monde en su primera plana. “Los 5 días que nos cambiaron”, anota Le Parisien mientras que Libération titula: “A los actos ciudadanos”. Bajo este titular, el matutino francés ofrece a sus lectores “5 pistas para una renovación republicana”. El mismo presidente francés, François Hollande, llama al país a “un sobresalto nacional”. Son, por ahora, tiempos de refundación, de solidaridad, de recuperación de ese espacio imaginario y colectivo de identificación. Pero también están los excluidos y las consecuencias sociales, culturales y económicas de la exclusión.

diferente homofobia

 

Hay dos países en uno y la reconexión es un trabajo mutuo. Nordine Iznasni es consciente de que ese clima de desconfianza entre los excluidos no desaparecerá con una gran manifestación: “La tentación del repliegue sobre sí mismo es fuerte, tanto más cuanto que mucha gente se siente rechazada y lleva cierto tiempo escuchando insultos contra los musulmanes. El entorno se vuelve un enemigo y así nace la cultura de encerrarse en sí mismo”. De esa exclusión se nutre la Jihad. En esos barrios desconectados y al desamparo deambulan los promotores de la guerra. Aunque se reivindican de movimientos jihadistas adversos, Al Qaida en la Península Arábiga (AQPA) para los hermanos Kouachi y el Estado Islámico para Amedy Coulibaly, sus trayectorias son idénticas, guiadas por las mismas fracturas sociales que caracterizan lo que la prensa llama “la Jihad francesa”: la pobreza, la dificultosa integración escolar, las trabas para acceder al mercado del trabajo, la pequeña delincuencia, la cárcel, la deriva social y una voz oportunista, la de cierto Islam sunnita, que captó su atención en un punto de ruptura del destino. Una palabra siempre vuelve como una piedra filosofal para explicar el fenómeno: la integración. El sociólogo y politólogo Tarik Yildiz, especialista de la integración social y el Islam, destaca que esos “jóvenes radicalizados son la cima más visible de la crisis de integración”. Frente a ellos, también, otra cima: el repetido espectáculo de las injusticias coloniales modernas: la guerra de Irak, el conflicto israelí-palestino, la guerra en Siria, la cruzada mundial contra el Islam que los neoconservadores norteamericanos incrustaron en la agenda política y que tarda en diluirse. “Somos una identidad castigada por las bombas de Occidente y en perpetua relegación”, dice, de forma provocativa, Ahmed, un joven de 19 años de uno de los suburbios con peor fama de Francia: la Cité des 4000, en la localidad de la Courneuve (Seine-Saint-Denis). Gilles Kepel, el gran especialista francés del Islam, ahonda esa idea según la cual la fractura social es el mejor territorio de los radicales: “Cuando se produce una ruptura con los valores de la República francesa ahí hay un terreno muy fértil para el Islam radical”. La “ruptura” no es solamente con los valores, sino, también, con los medios. “Mire a su alrededor, cruce el boulevard periférico que divide París de las afueras, dé una vuelta por esas grandes ciudades dormitorio construidas en los años ’60, ’70 y todo se explica más rápido”, dicen los Jóvenes Reporteros ciudadanos de Grigny. Se explica en una sucesión de imágenes contrastadas: esta no es la Francia de París, sino una orbe distinta dentro de otra. El Estado ha activado medios para desactivar esa tentación salafista que se difunde en ciertos barrios populares. La Maison de la Prévention et de la Famille tiene una brigada especial compuesta por juristas, psicólogos, educadores, criminólogos y victiminólogos que atiende a los jóvenes seducidos por la Jihad. La tarea es polifónica, de una complejidad social inmensa. Exclusión, redes sociales, cárceles superpobladas, cultura tradicional y modernidad, dos religiones diferentes, guerras y fracturas que se prolongan, que se vuelven zonas de existencia complicada, los atentados perpetrados por los hermanos Kouachi y Amedy Coulibaly desmontaron con el horror un escenario fallido. La sabiduría colectiva y los valores de una República se superpusieron por ahora a los enconos comunitarios. Parieron un eco, un eco que circula en estos suburbios y se mezcla con insistencia a la defensa de la libertad: “¿Cuánto durará esa conciencia de que hay que volver a empezarlo todo de nuevo? ¿Cuánto tiempo más estará presente y adónde nos llevará? Para Moussa Boudour, un educador social de Mantes-la-Jolie que usa el deporte como “objeto de diálogo, inserción y transición”, una vez que pase la gran emoción sólo una deuda quedará pendiente: “En realidad, ser Charlie o no ser Charlie es, a esta altura, anecdótico. Lo único que cuenta es cómo vamos a ser franceses, todos por igual”.

 

charge censura humor

“Charlie Hebdo”, crimen de estado

 

por Leandro Albani

Hace unos pocos días el mundo se enteró de una noticia que volvió a despertar el miedo, ésta vez suscitado por un atentado “terrorista” en Francia.
A esta altura, catalogar la matanza perpetrada contra los 12 periodistas del medio “Charlie Hebdo” de otra cosa que no sea “terrorismo”, implicaría minimizar los hechos.

Sin embargo, que se le adjudique tal significado sin apuntar el dedo a quienes son los más grandes sicarios del mundo, puede derivar en una imagen positiva de los mismos, que aplaque una verdadera reflexión sobre lo que debe ser considerado “terrorismo”.

Hecha la ley hecha la trampa

Según la Real Academia Española, el terrorismo es una “Actuación criminal de bandas organizadas que reiteradamente pretende crear alarma social con fines políticos.”

Para la fuente europea, el Estado, como aparato político, no tiene nada que ver con el terrorismo.

Terrorismo no serían consideradas las desapariciones que tienen lugar a diario en México, no lo son las muertes por desnutrición en los países de los cuales los poderosos extraen sus ganancias, ni la utilización de doctrinas de eliminación del enemigo interno.

El sentido común difundido sobre el terrorismo estuvo históricamente asociado a perfiles de grupos extremistas religiosos y/o políticos que pueden ir en contra de los intereses del imperialismo occidental, pero jamás se lo atribuye a las injusticias cometidas por los políticos europeos ni yankees.

Los discursos sobre el terrorismo estuvieron vinculados a Al-Qaeda, Sadam Hussain, a Ocalan, hasta el Che Guevara pero no a la OTAN, a Bush, a Thatcher, a Le Pen.

La lógica es ya bien conocida: una vez identificado el causante de la alarma, los flamantes mandatarios antiterroristas pueden emprender su cruzada. En pos de la lucha antiterrorista pueden intervenir gobiernos o pueden fomentar el más terrible odio contra cualquier pensamiento adverso a sus aspiraciones “republicanas”. De esa forma pueden invadir Irak, pueden invadir Afganistán, África, y Latinoamérica. Terrorista es cualquiera que vaya en contra de sus ideas civilizatorias.

En este momento, para el actual presidente de Francia, François Gérard Hollande, el principal enemigo es el grupo Islámico que ha terminado con la vida de “inocentes” caricaturistas. No obstante, éste no demostró la misma preocupación tras del asesinato de militantes kurdas en su propio territorio en Enero del año pasado, ni los políticos europeos demostraron la misma condolencia con la muerte de los 43 estudiantes de México a manos de narcotraficantes.

Los gestos por parte de la diplomacia francesa y europea son un indicio de que el número de víctimas no es el que determina que tan trágico puede ser el suceso, sino que lo determinante es el origen ideológico de las víctimas. Para ellos cotizan más alto los franceses, que los latinoamericanos.

El mundo tiene que saber que los terroristas son los Islámicos, a pesar que el Estado Francés es uno de los mayores propulsores de la OTAN junto a Estados Unidos, cuyos mercenarios sirven también al Estado Islámico/DAESH. ¿Para combatir el terrorismo no habría que empezar por casa?

No. Tanto el Estado Islámico (financiado principalmente por millonarios de Kuwait, Arabia Saudita, y Qatar), como Francia, Estados Unidos, Alemania, Inglaterra y los países de la UE no están dispuestos a perder la oportunidad de valerse de pretextos religiosos para asegurar su predominio militar y económico en el mundo.

Y en el medio de esta guerra por el capital quedan los pobres, los jóvenes, las facciones religiosas y políticas que confían en que otro orden económico mundial es posible. Quedan los pueblos que luchan por su autodeterminación y no por culturas importadas, basadas en el extractivismo y la explotación humana.

Vale aclarar, que a diferencia del Estado Francés, algunas de las tendencias religiosas que quieren combatir, están a la izquierda de ese Estado hoy cómplice del terrorismo.

Las imágenes de Mahoma

Por otro lado, muy poco se menciona acerca de que el semanario satírico “Charlie Hebdo” fue financiado con fondos secretos de la presidencia de la República durante gobiernos anteriores.

No llama la atención que un medio de comunicación de tal índole, gran difusor de la “Islamofobia” sea considerado baluarte de la “libre expresión” francesa. De lo que se trata no es solamente de burlar a los extremistas del EI, sino a todos los seguidores de Mahoma.

Actualmente no me considero practicante de una religión, pero no me sentiría a gusto si un grupo de dibujantes hiciera chistes sobre la imagen de Cristo. Tampoco me sentiría a gusto si el propio Estado financia esas imágenes o si el mismo está relacionado con un grupo extremista cuya lógica es inhumana.

El Estado Francés es culpable por partida doble.

Mucho menos me sentiría a gusto si el primer mandatario de mi país, quien dicen querer “integrar” a otras religiones, marcha de brazo del antisemita por excelencia de Netanyahu (Primer mandatario de Israel) o con el expresidente francés Sarkozy, implicado en los atentados terroristas en Libia.

Hollande debería pedir perdón como también debió pedirlo el presidente de México Peña Ñieto en su momento.

Tanto los Ayotzinapenses como los dibujantes fueron víctimas del terrorismo del Estado, que a fin de defender su ideología es capaz de cualquier cosa. Hoy somos 43 + 5 +12 + miles.

La excusa del extremismo le viene perfecto a Hollande para expandir más la beligerancia encubierta de pacifismo. No obstante, como demuestran las fotos “no oficiales” de la movilización en Francia, no le será tan fácil contar con el total apoyo de la población, que se concentró muy lejos de la clase política.

Ante la amenaza yihadista, será cuestión de que quienes hoy en Francia no están a favor de ser nuevas víctimas o victimarios de otro tipo de guerra interimperialista, busquen sus formas de resistencia así como lo está haciendo el pueblo mexicano.
Al ver la foto de Hollande donde aparece junto a su staff hipócrita, es imposible no compararla con aquella imagen de 1960 en que Ernesto Che Guevara marchaba junto a Fidel Castro y el pueblo cubano, tras uno de los tantos atentados por parte de Estados Unidos.

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La gran diferencia es que los revolucionarios marchan del brazo, mientras que los imperialistas solamente se unen cuando la diplomacia lo reclama.

Hay motivos para la sospecha

 

por Miguel Ángel Ferrer


Hay lugar para la conmoción. Un grupo de hombres armados ingresa a las oficinas en París de una revista muy conocida por su tratamiento poco comedido de los temas del islam, y con rifles automáticos AK 47 asesina a once periodistas y a varias personas más. En muy breve plazo, la policía francesa afirma tener identificados a los matones. Incluso proporciona los nombres de los tres criminales, a los que sin mayor averiguación llama terroristas. En el lugar de los hechos se apersona el presidente de Francia y dice, frase cohete, que los asesinos serán perseguidos sin descanso y llevados ante la justicia.

A las pocas horas, la policía informa que ya tiene localizados a los responsables del múltiple homicidio. Un poco después, los gendarmes afirman que los asesinos han sido muertos durante un enfrentamiento con las fuerzas del orden. Ya se sabe que los muertos no hablan.

También en brevísimo tiempo llegan a París un montón de jefes de Estado para encabezar una multitudinaria marcha condenatoria del terrorismo. Y llama la atención que en la vanguardia de la manifestación se encuentra un célebre practicante del más cruel terrorismo: el primer ministro de Israel.

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Acto seguido, como en un film de acción vertiginosa, ese montón de jefes de Estado, junto con el presidente de Estados Unidos, convocan a una conferencia internacional sobre seguridad para hacer frente, de manera conjunta y coordinada, al flagelo del terrorismo. Pero, ojo, no cualquier terrorismo, sino el terrorismo islámico. Y más concretamente el terrorismo islámico yihadista, al que sin mayor evidencia y del modo más categórico posible se atribuye el atentado contra la revista parisina.

Al calor del conocimiento de estos hechos vertiginosos, no puede uno evitar que venga a la memoria el incendio del Reichstag, atribuido por los nazis a “los comunistas”, atentado que produjo casi automáticamente, la llegada de Adolfo Hitler al poder absoluto.

Y cómo no recordar el hundimiento en la bahía de La Habana, en 1898, del Maine, buque de la armada estadounidense, atribuido por Washington al ejército español y que sirvió de perfecta excusa para el ingreso de Estados Unidos en la guerra de independencia de Cuba contra el dominio colonial español, y que tras la derrota de España permitió a Estados Unidos apoderarse militarmente de Cuba y ejercer sobre la isla un dominio neocolonialista que sólo terminó con el triunfo de la revolución de la Sierra Maestra.

¿Ya se olvidó el celebérrimo incidente del golfo de Tonkín en que, nos dijeron, unas lanchas torpederas de Vietnam del Norte habían cañoneado a un barco gringo, lo que más tarde se comprobó fue un hecho inexistente, una rotunda falsedad, pero que sirvió de pretexto para iniciar los bombardeos masivos de Vietnam del Norte, ocultados, por cierto, a la prensa y a la opinión pública estadounidenses?

¿Y las Torres Gemelas? También se responsabilizó a unos fanáticos musulmanes de ese feroz hecho. Pero hasta ahora nadie ha podido probar que, en efecto, las cosas ocurrieron como dice la versión oficial. Ni en Nueva York ni en Washington ni en Maryland, donde nos dijeron que, quién sabe cómo, un avión lleno de pasajeros se vino a tierra. En la literatura política mundial, a este tipo de acciones se les llama atentados con bandera falsa.

Aquel montón de mandatarios y sus servicios secretos y sus aparatos de inteligencia y espionaje y la policía parisina, ¿habrán siquiera considerado la hipótesis de un atentado con bandera falsa? ¿O sólo siguieron puntualmente y con cara de circunstancias el libreto preescrito para aumentar y justificar la islamofobia occidental y nuevas guerras coloniales contra los países musulmanes, Irán en primer término? De modo que si hay motivos para la conmoción, también los hay para la sospecha.

Blog del autor: http://www.miguelangelferrer-mentor.com.mx