La pobreza vista a través de los ojos de niños que viven en ella

 

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* El paro, los desahucios y los recortes ponen jaque la salud física y mental de 2.267.000 de niños en España, según Unicef

* Varios menores cuentan qué significa vivir por debajo del umbral de la pobreza.

* La crisis golpea duro a las familias

* Las ONG alertan de que el número de pobres aumenta mientras los que ya lo eran lo son más: hay neveras vacías, abandonos y violencia 

 

Emílio

 

Sentado en un banco de Puente de Vallecas (Madrid), Emilio —14 años y tres desahucios vividos— opina que la crisis “es un problema que nos está dejando sin trabajo y hace que cada vez escasee más la comida. Eso provoca cabreos y hace que los mayores estén la mayor parte del tiempo enfadados”.

La familia de Emilio —padres en el paro desde hace años con seis hijos (tres menores y tres mayores de edad, que ni estudian ni trabajan)— viven en un piso que les da vergüenza enseñar. Lo encontraron de chiripa tras el último desalojo a la carrera en junio. “Es pequeño como un cuarto trastero”, pero ha evitado su huida a un escondite de “piso de patada” (okupa) donde los Servicios Sociales pierden el rastro de los niños. “Es desesperante verte en la calle y que te puedan quitar a tus hijos. No es miedo, es pánico lo que se siente”, confiesa María del Pino, la madre.

Emilio ha bajado a este banco de la calle a explicar qué significa habitar en el interior de la estadística de 2.267.000 niños en situación de pobreza en España.

Grandullón y tierno, no se ve pobre, se ve “normal”, porque “pobre es el que no tiene donde alojarse, ropa para cambiarse, ni comida. Hay gente peor”… y la congoja le quiebra la voz.

Sus confesiones hoy son el fruto del esfuerzo de su madre porque sus seis hijos —”sin engañarles, que no se puede”— no sientan que en sus vidas falta lo básico.

Han vivido en pisos sin agua y sin luz, donde las paredes “eran humedades”. Y no salen las cuentas con ocho bocas a alimentar si por la puerta entran 512 euros de una renta de inserción y la calderilla ‘en B’ de las chapuzas del padre de familia.

Responsables de las ONG que escrutan la pobreza en España aseguran que aquí “no se pasa hambre”, pero María del Pino hay veces que no come para repartir las lentejas —”a lo pobre, solo con agua y sal”— que saca a la mesa por tercer día consecutivo. Y si los niños protestan ella dirá que se ha pasado en cantidad.

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La crisis está acabando con la familia La madre de Emilio tiene una teoría: “Esta crisis está acabando con las familias”. Muchas a su alrededor se rompen y “llegan a las manos”. Falta dinero, sobran estrés y violencia, insiste poniendo esa mirada de haberlo visto de cerca.

Afortunadamente no es su caso, cuenta, y se lleva la mano al pecho. “Nosotros seguimos juntos, nos apoyamos, y eso es como tener un tesoro”, se despide.

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En España hay 760.000 hogares con niños en los que todos los adultos están en el paro. En 2007 eran 324.000.

A Gabriel González, coautor del último informe sobre pobreza infantil de Unicef, le escandaliza que cada vez haya más pobres y que los que eran pobres todavía lo sean más.

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